La pasada semana se presentó en la Facultad de Filología el libro "La Barraca: teatro y Universidad. Ayer y hoy de una utopía" (ver dossier), editado por Acción Cultural Española y el Instituto del Teatro de Madrid, cuidada edición a cargo de Javier Huerta Calvo.
Al final del acto asistimos a una representación en el hall de la Facultad, protagonizada por tres actores del Master de Teatro de la Complutense, que cerraron con un fragmento del Retablo de las maravillas.
En una Facultad en la que se celebran tantos actos es difícil asistir, aunque en este caso, no podía dejar de hacerlo, no sólo por el interés que yo pueda tener por las vanguardias artísticas y literarias desde hace muchos años, sino porque participé en los dos primeros homenajes que se le hicieron a La Barraca en 1975 y en la organización de las exposiciones organizadas por la Galería Multitud, donde se expusieron por primera vez, después de la Guerra Civil, todos los originales de figurines, acuarelas, dibujos y fotografías que figuran en este libro.
Al ver reproducidas dos fotografías en la página 117 del libro y también expuesta, una de ellas, en la muestra itinerante que se puede ver en la Biblioteca María Zambrano hasta el 15 de enero, la que nos hicimos los organizadores de la exposición y los miembros de La Barraca, me ha traído gratos recuerdos, por lo que escribo aquí sobre lo que ocurrió en el año 75 en torno a los protagonistas que vivían entonces y que habían participado en aquella aventura estudiantil que fue La Barraca.
Contaré someramente el homenaje que organizó aquel grupo de recién licenciados en esta Universidad, en los años 70, al que bautizamos con el nombre de Equipo Multitud. Los integrantes de este grupo éramos Paco Rocha, Miguel Ángel Fernández, María Paz Pérez Piñán, María Ángeles Moratiel, Ángel González García, Paco Calvo, Susi Varela y yo misma, así como amigos colaboradores. Más tarde se uniría Andrés Peláez.
Orígenes de la Vanguardia de 1930 a 1936, fue la primera exposición de la galería. Por primera vez desde la Guerra Civil se podía ver la obra de muchos artistas de la vanguardia de los años 20 y 30, algunos todavía en el exilio. En el catálogo se reprodujo como cubierta la acuarela-boceto del telón que Alberto hizo para la representación de La romería de los cornudos, propiedad de la Fundación García Lorca y que figuró en la exposición.
A continuación se decidió organizar la muestra sobre la Barraca, con el título "La barraca y su entorno teatral", gracias a un importante hallazgo para nosotros y a contar con la generosísima aportación de los tres telones de Alberto que estaban en poder de Pilar López, hermana de La Argentinita, Encarnación López, que había fallecido en 1945. Aquel hallazgo y préstamo para la exposición fue un milagro. Paco Rocha me recordaba aquel descubrimiento en el sótano de la casa de Pilar López. Alberto los creó para la companía de la Barraca, uno de ellos para la representación de La Romería de los cornudos y los otros dos para Fuenteovejuna,
Otra de las figuras clave, gracias a la cual pudo organizarse aquella exposición fue Pepe Caballero que cedió para la muestra sus figurines y nos puso en contacto con algunos miembros de La Barraca que guardaban como un tesoro las fotografías y objetos que habían conservado durante tantos años de aquella aventura universitaria liderada por Federico García Lorca y Eduardo Ugarte en la que colaboraron pintores, escultores, arquitectos y músicos. Después de alguna natural reticencia, al principio, debido al miedo a represalias, se sumaros contentos a colaborar con la exposición. Recuerdo a los hermanos Sáenz de la Calzada, Arturo y Luis, pero sobretodo el entusiasmo que le puso a la exposición Carmen García Lasgoiti, contagiando a los demás.
Llegó el día del montaje que se realizó por la noche y en el que colaboramos todos nosotros, además de algunos amigos ya que no era tarea fácil el montaje de los telones de Alberto. Además de los tres telones para la Romería de los cornudos y Fuenteovejuna, se colocaron en la espaciosa galería de dos pisos, las fotografías cedidas por "los barracos", después tantas veces reproducidas, y los figurines de Pepe Caballero y Benjamín Palencia principalmente, de Alberto y de Federico.
Además del catálogo, con maqueta de Alberto Corazón y un texto introductorio de Ángel García y Francisco Calvo Serraller, -miembros del Equipo Multitud, que escribieron los textos para los catálogos de todas las exposiciones-, se hicieron reproducciones del cartel de La Barraca, así como del escudo, diseñado por Benjamín Palencia, que algunos "barracos" habían perdido. El día de la inauguración, todos aparecieron con el escudo en la solapa, como se puede ver en las fotografías.
Miguel Ángel Fernández debe conservar en su archivo el audiovisual que se hizo y mucha documentación de ese día. Luis Pérez Mínguez seguramente haría un buen reportaje fotográfico de la inauguración en la que se creó una magia muy especial. Era el homenaje de una generación a otra. Para culminar el acto de inauguración, se organizó una representación teatral que incluía por primera vez "Así que pasen cinco años" a cargo de Eusebio Lázaro, Alberto Alonso y Covadonga Cadenas, cuya fotografía aparece reproducida en el libro. Alguno de nosotros hubo de quedarse fuera de la galería porque no se había pedido permiso a la policía.
En ese mismo año, la exposición se llevó a Granada, a Fuentevaqueros, en la Casa Museo de García Lorca, lo que constituyó un segundo homenaje. Por aquel entonces y después de esas exposiciones todos éramos conscientes de que esta iniciativa privada de galería tradicional se había convertido en un centro de exposiciones.
En el libro recientemente publicado, además del estudio de Javier Huerta Calvo y el artículo de César Oliva en la que se da cuenta de los proyectos Las rutas de la Barraca y Las huellas de la Barraca y toda su andadura hasta ahora, figura documentación gráfica, las biografías de todos los participantes, el repertorio original y sus itinerarios y la más completa bibliografía publicada hasta ahora.