"Escribo por el placer de contradecir y por la felicidad de estar solo contra todos".
Milan Kundera
Los veinticuatro literatos, que Daria Galatería biografía aquí, tuvieron en algún momento de sus vidas, una remuneración, por un trabajo ajeno a su vocación. Pero bien conocido es que casi todos los escritores, a lo largo de la historia, partieron de la posición privilegiada de su familia: ricos herederos o hijos de burgueses.
Desde que se inventó el trabajo, los que rodaron de un oficio a otro o trabajaron en uno mismo durante su etapa laboral, eran los menos. Y de ahí sabiendo algo más de los que aquí no están biografiados, muchos, muchísimos crearon y crean, desde unos parámetros acomodados, teniendo en el punto de partida y a su disposición, bibliotecas personales, amplias posibilidades de realizar estudios superiores, y todo el tiempo para revolotear entre las extravagancias creativas, los estilos literarios predominantes de su época, o en dársenas para que hicieron de puente entre lo contemporáneo y lo moderno.
Aunque en esta creación de la profesora Galatería, casi hay un equilibrio con los que tuvieron vida laboral real, como nosotros la conocemos.
A raíz de publicarse este libro, aparecen muchas historias de los actuales escritores que van editando, al tiempo que compaginan otros trabajos de subsistencia, sin delimitar el pulso actual de la literatura, y su peso en el valor creativo. Es importante darle merecido a este heroísmo, pues además de la actividad que realizan normalmente todos los humanos en edad propicia, para poder vivir, hemos de adjuntar, hacia ellos, alguna presencia de medallas sin que pesen o sean muy vistosas, ya que adolecen de poca eficacia literaria.
Pasando de la mera época publicitaria actual, pensar en escribir, y dejar de lado el útil laboral, no es más que un índice para acomodar la imaginación, al menú diario.
Escribir es otro estadio mental, con otros requerimientos y componente pseudo-químicos y emocionales, adversarios de la laboriosidad del cotizante, pues estas enderezando nuevos habitantes, muchas veces sin pasar por el proceso de germinación humana, con el que todos contamos, hasta llegar al empleo.
¡Qué sí!, Quizá pensar en las profesiones de Kafka, Joyce, London, Saint Exupery, Colette, Boris Vian y los demás, que a aquí nos acerca la autora, da a conocer la dificultad de tener una trayectoria creativa centrada en la escritura, compaginada con otras opuestas estructuras, y que sin embargo pueda hacer de sus obras, enigmáticas sagas clásicas, para bien de la historia de la literatura, pero pocas, comparadas con las que no estuvieron frente a un horario.
Y ahora que se escribe para empapelar un despacho editorial con claves que aseguren las ventas, o el accésit de un concurso, lo único que tenemos es a aupados novelistas o poetas. Escribir, escribe Tolstoi, por ejemplo, y por ende sus traductores.
No por eso mi adoración por algunos de los escritores que aparecen en esta multibiografía, deja de ser muy alta, pero se acusa casi, la intención de animar a todos desde sus empleos a iniciar a cualquier precio la trayectoria creativa, sin contar con la fortificación necesaria que se construye a lo largo de toda la vida, desde que aprendes a leer, hasta el último suspiro, desmenuzando las palabras, los textos clásicos, la malevolencia de la historia, y las muchas veces, ajena o contraria influencia familiar.
De la mano de partituras gramaticales, jalonadas por prótesis literarias y obsoletas bagatelas, y de un día más desfavorable que el anterior, se clausuran poemas, infamias, novelas con finales infelices, teatralidades con la humana banalidad y expedientes criminales, que abren la realidad oculta. Ahí es donde se debe llegar, o como Julio Verne a visionar los futuros posibles.
Sabemos que Proust, Byron, Wilde, Heródoto, Cicerón, Borges o el mismísimo San Agustín no desviaron ni un ápice su vocación. Y sin embargo añadimos a estos engranajes, los que Daría Galatería nos propone, pues su obras tan fuertes como las de los anteriores, han hecho caminar la literatura, utilizando la misma constancia en la creación, que los más privilegiados y clásicos.
Gorki, Claudel, Svevo, Chandler, Celine, Hrabal, Orwell, Malraux, Chatwin o los demás tienen cientos de páginas excelsas. Y aquí, en este entretenimiento, aparecen abyectos a un mínimo trabajo bibliográfico, algo enfatizados.
Este libro está dentro de la labor de difusión cultural, igual de válida que los textos de apoyo para la educación inicial.
No dejaré de mencionar, como obra de merecido contrapunto, el libro de Chesterton, titulado "Tipos diversos", sin desperdicio, ni filacterias.
"Escribir pese a todo, pese a la desesperación".
Marguerite Duras
Daria Galateria nació en Roma en 1950. Se licenció en Literatura en la Universidad La Sapienza de Roma, con una tesis sobre el monólogo en Stéphane Mallarmé y Paul Valéry.Desde 1975 trabaja como profesora de Lengua y Literatura francesa. Entre sus áreas de investigación se encuentran las memorias, especialmente de mujeres, de los siglos XVII y XVIII. Ha preparado la edición canónica en italiano de En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust, para Mondadori, y ha traducido a autores como Françoise Sagan, Anatole France, Jean Giono, Paul Morand o Boris Vian. Comenzó su carrera editorial en 1977, con el estudio crítico André Breton. Posteriormente publicaría Parigi 1789 (1989), Il tè a Port-Royal (1995), Fughe dal re Sole. Memorie di cortigiani riluttanti (1996, Premio Grinzane Cavour), Scritti galeotti (2000) y Entre nous (2002). En 2007 publicaría su obra más exitosa, Trabajos forzados (Los otros oficios de los escritores), que se traduce ahora al castellano por primera vez. En 2005 fue nominada como Officier de l'Ordre des Arts et des Lettres en Francia. Actualmente dirige varios programas para la RAI. Asimismo, es colaboradora habitual de Il Manifesto, La Repubblica y L'Espresso (dato editorial Impedimenta)