"Cuando estás en la calle es cuando te das cuenta de que todo tiene dueño y de que hay cerrojos en todo. Así es como funciona la democracia: coges lo que puedes, intentas conservarlo y añadir algo si es posible. Así es también cómo funciona la dictadura sólo que una esclaviza y la otra destruye a sus desheredados". Charles Bukowski
Los restos alimentarios de las cenas, en los años que dura una dictadura, y los de las consecutivas, después de su fin, se convierten en capas de sedimentos, que lejos de preservar en la superficie, la atroz verdad de régimen, lo petrifican, para hacer más difícil la excavación a los arqueólogos demócratas.
Estas ceremonias ofrecen tiempo y espacio íntimo, para compartir con otros. Siempre son más importantes y conservadoras que los almuerzos. Y el homenaje toma carácter oficial, si los invitados asisten a un escenario decorado para recibir lo mejor de la temporada: música, carnes, pescados, verduras, ideologías y prospecciones. O algo más nacionalista: búrek albanés, empanadillas de carne y hojaldre.
Caminamos hacia el lugar por la frontera entre los vivos y los muertos; las tumbas sin lápida, quedan abandonadas al anochecer, en el campo, solas; un camino de cadáveres anónimos, que nos juzgan en nuestra trayectoria hacia ese banquete; se sienten insultados con tu presencia: como familiar, como pensante, como militante de la libertad; y te acusan de cómplice de las atrocidades. Vas a cenar, y los fantasmas de los asesinados, se preguntan, porque ellos no están allí. Y te van conjugando el pretérito perfecto compuesto del verbo represaliar: he represaliado, has represaliado, ha represaliado,...
Tenía siete años Ismail Kadaré, cuando ocurrió un hecho real, que ahora él trata de subir a este libro para liberar espacio en el jardín de la historia de su vida, dejando hueco para seguir detallando otros procederes políticos, no menos importantes.
"En el otoño de 1943, cuando Gjiroskatra, localidad natal de Kadaré, es ocupada por los alemanes. Una noche el comandante alemán fue invitado a una cena en casa del cirujano más famoso del sur de Albania, Vasil Laboviti, que vivía muy cerca de Ismail. Tras la cena, los alemanes liberaron a 80 albaneses presos. El cirujano y el comandante mantuvieron ciertas conversaciones, que fueron secreto durante mucho tiempo. Este hecho lleno de ira y miedo a todo el pueblo."(Archivo del Ministerio de Justicia de Albania)
Y este acontecimiento es el trampolín, que pulido durante años en el taller literario del escritor, sirvió de tema central para escribir La cena equivocada ambientada en esa pequeña localidad fronteriza con Grecia, del sur de Albania, lugar también de nacimiento de Enver Hoxha, el Guía comunista. El territorio perteneció al imperio otomano, y fue muy disputado en todas las guerras.
La trama, con cierta tensión policiaca, es narrada en tercera persona, quizá pensando que el lector está implicado en alguna situación parecida en su país, y en su idioma.
Esta cena es un paseo por la historia de ese encuentro de ideologías semejantes y adversas, que se suplantan. Una más ambiciosa, la otra solamente ególatra. Y ambas personalizadas en dos médicos.
La salud de una dictadura depende de lo cerca que se encuentre del dictador un médico, o dos. Cada una tiene su médico oficial dentro del régimen, emparentado con el dictador, o solapado como amigo y asesor de la salud de la familia en el poder. Los médicos de Kadare, son Gurameto, el viejo, filogermánico, legitimado en su profesión, por la elite a la que diagnostica, y en rivalidad, el otro Guarameto, filoitaliano, el joven médico con quien confronta diagnósticos y éxitos.
Parece un romance de "lunáticos conocidos" que hubiera pasado de boca en boca, recitado por juglares, hasta reposar en la novela de Kadaré definitivamente, creando opinión, sobre un hecho real, y fuera prueba de un juicio, como agravante.
Héroes, mitos y ciudadanos conversan para mirar la historia, traspasando la frontera entre el bien y el mal, en un país lleno de misterios, donde el autor se mete para que su cabeza descanse, o hable jocosamente, porque quiere olvidar la barbarie.
En 1943 todos los enigmas bélicos estaban servidos. La violencia es invisible en medio de la convivencia, todos están destinados a enfrentarse. Se sospecha del aire, de la luz en todos sus tonos, de las voces que suenan reales, aun cuando salgan del silencio o de los entes invisibles. Fantasmas, muertos y vivos orientaron el terror hacia un destino equivocado. Por ello ahora han de ser juzgados.
Aunque una bandera blanca ondeó por azar, deteniendo aquella puntual masacre, tras aquella reunión entre Schwabe y Gurameto el grande, los vivos sospechas, buscan respuestas, y los muertos, justicia, llevando todo más allá de la realidad, del simbolismo literario o de la mascarada musical.
Sí, los líquidos adormecieron a los invitados y los planes, todo quedó olvidado al despertar, y sólo se recuerdan las anécdotas como si fueran sueños, o leyendas perdidas tal que si de supersticiones se tratará, mezcladas con otras literaturas orales.
Vencedores a vencidos, y los vencidos luego vencedores, juzgarán aquel ágape, manipulando la realidad con preguntas circundantes, puesta en boca de los muertos: ¿quién era aquel general Schwabe? ¿Por qué se libera al farmacéutico judío? ¿Gurameto el joven es culpable, por apellidarse igual que el grande? Tantos puntos de conflicto expuestos, intentan dispersar a los habitantes intencionadamente. Ensalzando primero, o condenando después aquellos actos individualmente, bajo la directriz fascista primero, y luego estalinista, con el Guía (Enver Hoxha), como brazo ejecutor de inventadas conspiraciones contra el régimen soviético.
Semeja un canto de La Eneida, ocurrido en la Albania incierta, escrito al más puro estilo clásico. Pero hemos de leerlo como un documento político, con códigos de novela, tratando un acontecimiento histórico, que los descendientes de los protagonistas desmienten, a pesar de la existencia de documentos fehacientes.
Bien sabemos que han de pasar muchos años, para que un hecho relevante, que ocurre a tu alrededor, tome forma escrita. Entre las palabras, las imágenes, los hechos reales y el tiempo que reverbera sobre las huellas de los que han muerto desde entonces, queda una parte de esa historia, y algunas mentiras elocuentes, que intentan difuminar aquello que fue una catástrofe, un sacrificio y una ejecución.
Bibliografía en línea:
- Discurso del Premio Príncipe de Asturias 2009: http://www.premiosprincipe.com/content/view/352/
- Un artículo de su traductor, Ramón Sánchez Lizarralde ( Profesor adjunto de la UCM) :http://bajavisibilidad.blogspot.com.es/2006/12/la-pasin-compartida.html
- Texto de la biblioteca de la Rioja: http://www.blr.larioja.org/files/kadare.pdf
- Ismail Kadaré en la CCCB (www.cccb.org/): http://www.cccb.org/rcs_gene/ismail_kadare_esp.pdf
- Artículo del diarío El País: http://elpais.com/diario/2009/10/03/babelia/1254528735_850215.html
- Kadaré participo en los Encuentros Complutense en torno a la traducción, organizado Instituto Universitario de Lenguas Modernas y Traductores de la UCM
Ismail Kadaré, de una familia de modestos funcionarios, nació en 1936 en Gjirokastra, también llamada Argirocastro, una ciudad-museo montañesa al sur de Albania, en el interior, capital de la antigua región del Epiro greco-albanesa llamada Epiro Septentrional, incorporada a Albania en 1944, donde también nació el dictador Enver Hoxha. Su familia era musulmana, de la secta de los bektashi, una escisión del Islam muy tolerante que come cerdo y bebe. Su padre fue muy conservador, pero sus tíos, muy cultos y poseedores de una gran biblioteca, se adhirieron al comunismo; vivió de niño la Segunda Guerra Mundial, en la que su ciudad natal fue sucesivamente ocupada por italianos, griegos, fuerzas reaccionarias albanesas y los nazis alemanes. Finalmente fue liberada por los partisanos albaneses. Estos acontecimientos fueron narrados o aludidos en varias de sus obras. Estudió en la Facultad de Historia y Filología de la Universidad de Tirana, y en el Instituto Gorky de Literatura Mundial de Moscú, hasta 1960.
Ese mismo año, tras la ruptura de relaciones entre Albania y la Unión Soviética, regresa a su país donde ejerce el periodismo en diversos diarios y en suplementos culturales; fue editor en jefe del periódico en lengua francesa Les Lettres Albannaises. Publica sus primeras poesías, influidas por el poeta albanés Lagush Poradeci. En esta época, durante un viaje a Praga, pensó en exiliarse, pero se arrepintió a última hora. Con su primera novela, El General del Ejército Muerto, escrita a los ventisiete años y publicada en 1963, consigue reconocimiento dentro y fuera de su país como uno de los escritores albaneses de mayor talento. Desde entonces ha publicado regularmente numerosos títulos que lo han situado como uno de los escritores europeos más importantes del siglo XX; entre ellos destacan El Palacio de los Sueños, Abril quebrado, El Monstruo o Los Tambores de la Lluvia. Su obra ha sido traducida a más de 40 idiomas.
En la década de 1970 fue diputado en la Asamblea del Pueblo, el parlamento albanés durante el régimen socialista. En 1990, justo antes de la caída del comunismo en Albania, Kadare solicitó asilo en Francia, afirmando que "Las dictaduras y la literatura auténtica son incompatibles... Un escritor es el enemigo natural de una dictadura." Kadare permaneció en Francia hasta 1999, momento en el que regresa a Albania.
Kadare es probablemente el intelectual más importante de Albania y uno de los más activos en Europa, donde su activo compromiso desempeñó un destacado papel en el esclarecimiento internacional del drama de los albaneses de Kosovo, defendiendo la intervención de la OTAN para detener a los serbios. Desde la estabilización parcial de la situación de los albanokosovares, Ismail Kadare vuelve a pasar largas temporadas en Tirana tras casi nueve años de autoexilio en Francia. Está casado y es padre de una bióloga e investigadora, Gressa.
Candidato varias veces al Premio Nobel, Kadare recibió en 2005 el primer Premio Booker Internacional. En 1992 fue uno de los finalistas para el premio literario Grinzane Cavour, uno de los más prestigiosos en Italia, con su obra La ciudad de Piedra. El 6 de mayo de 1996 fue elegido miembro asociado extranjero de la Academia de las Ciencias Morales y Políticas de París. El 28 de octubre ocupó el sillón de Karl Popper. Es miembro de la Academia de las Artes de Berlín y de la Legión de Honor Francesa. Se le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2009.
Su primera novela, El general del ejército muerto, se convirtió en un éxito y lo dió a conocer en el exterior como un autor de gran talento. Desde entonces ha publicado un gran número de novelas, entre las cuales El palacio de los sueños, El monstruo, Abril roto, El año negro, Los tambores de la lluvia, o El firman de la ceguera, están inspiradas en gran parte por leyendas y por la historia albanesa. Los tambores de la lluvia es una novela histórica que tiene por escenario la Albania del siglo XV. Su argumento recoge uno de los frecuentes ataques sufridos por los albaneses, cuando el imperio otomano, en el apogeo de su poder, intentaba conquistar Albania, sublevada bajo el caudillaje de Jorge Kastriota. La acción comienza con la llegada de la primavera, cuando un inmenso ejército pone sitio a una fortaleza, y termina al anunciar los tambores la llegada de las primeras lluvias otoñales y con ellas la retirada de los sitiadores, que han de levantar el cerco y regresar a Estambul. La despiadada crónica de Kadaré nos hace vivir intensamente esas jornadas empapadas de calor, crueldad y muerte, y nos introduce lentamente en la angustia del asedio bajo un sol de fuego y la escasez de agua.
Entre sus obras más conocidas se encuentran también: Spiritus, novela con caos, revelación y vestigios, La pirámide, El cortejo nupcial helado en la nieve, o Tres cantos fúnebres por Kosovo, un libro fundamental para comprender el drama que se padece en los Balcanes.
Está considerado como uno de los mejores escritores europeos de todos los tiempos y un clásico de la literatura del siglo XX. Creador de una producción narrativa, poética y ensayística de más de treinta títulos y galardonado con múltiples premios internacionales, su obra ha sido traducida a más de cuarenta idiomas. La mayor parte de su obra literaria, de gran repercusión en Albania, fue escrita y publicada allí bajo el régimen de Enver Hoxha. Además de la innegable calidad literaria de su obra, es un caso excepcional de escritor disidente que ha podido publicar sus novelas dentro de las fronteras del Estado que tan a menudo ataca; gracias a esta situación ambigua, se convirtió en el símbolo de la oposición al régimen estalinista, y simultáneamente, en el mejor embajador de su país en el extranjero.
Kadare es probablemente el intelectual más importante de Albania y uno de los más activos en Europa, donde su activo compromiso jugó un destacado papel en el esclarecimiento internacional del drama de los albaneses en Kosovo. Desde la estabilización parcial de la situación de los albanokosovares, Ismaïl Kadaré vuelve a pasar largas temporadas en Tirana tras casi nueve años de autoexilio en Francia.
Una de sus últimas obras en español es Frías flores de marzo, una mordaz y atormentada visión de la transición albanesa, en la que el autor resalta la colisión de dos universos remitiéndose a los mitos populares y aportando una nueva visión, real y onírica, de las atormentadas y decepcionantes vicisitudes balcánicas, con trasfondo de tragedia griega y tradiciones locales. Es una novela sembrada de meditaciones sobre el vértigo que supone la transición de una época a otra, una ficción amorosa que aporta un brote de esperanza y calor a una primavera albanesa helada como frías flores de marzo por las herencias del pasado.
La hija de Agamenón/El sucesor son dos novelas cortas, escritas en un intervalo de veinte años, que ha publicado al mismo tiempo para conformar un díptico narrativo aparentemente inconexo pero que constituye un conjunto intrínsecamente complementario. Escritas en clave de intriga, con una poderosa fuerza lírica salpicada de notas de humor negro, Kadaré, como ya es tradicional en su obra, entrelaza lo real con lo onírico y la historia oficial con la alegoría, sobre un fondo en el que se entrecruzan los mitos y las tragedias clásicas griegas con las legendarias tradiciones balcánicas. En La hija de Agamenón y El Sucesor da una nueva vuelta de tuerca sobre las tinieblas que envuelven las dictaduras. Nebulosas opresivas en las que la superstición y la propaganda reemplazan a la razón, en las que el peso de ese «gran hermano», ese «guía» omnipresente, ahoga los destinos y las relaciones amistosas y afectivas de unos personajes que en estas dos novelas cortas adquieren una dimensión universal arquetípica a la altura de Josef K.
Otras obras suyas son: El cerco, El concierto, La pirámide, El viaje nupcial, Cuestión de locura. El accidente, El nichos de la vergüenza, Abril quebrado, La cena equivocada, Diario de Kosovo o Vida, representación y muerte de Luz Mazreku. (datos epbd)