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La juguetería errante de Edmund Crispin

Carlos Lombas 21 de Septiembre de 2012 a las 17:16 h

"Nadie, salvo los crédulos más obtusos, supondrán que los personajes y los acontecimientos de esta historia pueden ser otra cosa que ficticios. Es cierto que la vetusta y noble ciudad de Oxford, de todas las poblaciones de Inglaterra, la progenitora más probable de acontecimientos y personajes improbables. Pero todo tiene sus límites". Edmund Crispin

 

El libro está dedicado al poeta Philip Larkin.

¿A quién  tenemos?

En la época dorada de la literatura de suspense inglesa, un autor con seudónimo, viviendo una vida bohemia, permitida por su excelente situación económica. Es audaz, cínico, alegre, con un aire culto, compartido con los otros escritores contemporáneos del género. Un redomado lector.

¿Y en el argumento? :

  • Richard Cardogan, famoso poeta, harto de lidiar con su editor Spode, le comunica que esta aburrido, y sin inspiración, por lo que huye de Londres en busca de aventuras, hacia Oxford.
  • Gervase Fen docente, 42 años, alto y larguirucho, ojos azules, rostro animoso, rubicundo, enjuto, bien afeitado. Pelo oscuro, cuidadosamente peinado, viste gabardina y extraordinario sombrero, vive en una amplia habitación de St Christopher, rodeado de libros, miniaturas chinas, grabados y bustos de escritores ingleses; casado con Dolly, sensible y con un hijo, conduce un deportivo rojo. Romántico incurable, grosero, infantil, excéntrico.
  • Una mezcla de los días de rabia matinal del autor, y de su detective, Gervase Fenn, al lado de su flamante coche: Lily Christine III .
  • Personajes muy altos, fuera del cuarto cerrado de los misterios policiacos.
  • Un crimen clásico, en una ciudad clásica, y luego otro.
  • Cierta puerta de una juguetería abierta a medianoche, y alguien lleno de curiosidad y sin destino, traspasa el umbral. Es Richard Cardogan, el escritor en fuga.
  • Una señora muerta. Su cadáver con una soga al cuello; ya entrada en años, un poco alocada, gran viajera y ciertamente extravagante, que llega al centro del mundo universitario, allá por 1920, para recibir, tras un desafío, lo que le asignó su vieja tía supersticiosa.
  • Y como origen de todo, la anciana millonaria, la algo fantasiosa señorita Snaith. Sola y sin herederos, que dejará de forma caprichosa, una enorme fortuna a varias personas con las que sostuvo una relación accidental, siempre y cuando su única sobrina, Emilia Tardy, eterna viajera, no la reclame dentro de los seis meses posteriores a su fallecimiento. La ya mayor también, sobrina, llega a Oxford la víspera de la fecha en la que expiraba el plazo para solicitar esa fortuna.
  • Un imaginario collegge inglés, el St Christopher, dentro del ilustre campus universitario, donde  vive Gervase Fenn, gran aficionado al juego detectivesco de buscar de pistas.

Todo esto desglosado, con cierto orden, agitado, almidonado, con una nueva traducción, una bien presentada edición de Impedimenta,  y las notas, donde se desglosan expresiones y términos idiomáticos, es el fruto de la pluma de su erudito autor. ¡Tenemos caso!

Con ningún método deductivo en sus investigaciones, cegados por la intuición, el poeta Richard Cardogan, y su amigo el excéntrico profesor Gervase Fen, deciden, entre disparatadas ocurrencias, resolver paso a paso cada acción, clarificarlas individualmente, para continuar con la siguiente, no sin cierta dosis de disparatados bandazos en las suposiciones, y ajustando con citas literarias clásicas, algunos comportamientos de los protagonistas.

En sí, el lugar podría tomarse como el preludio de un juego, con lo propio, que un establecimiento así, ofrece; los elementos con los que se juega, conjunta a todos los protagonistas en una guía, sin reglas establecidas.
Siempre en busca de emociones, sin dejar de mostrar una apariencia insensible, han de llegar a resolver, los tres misterios: dos asesinatos y el cambio de ubicación de la juguetería, bajo una ligera neblina de la atmósfera de Agatha Christie, entre el absurdo de moda, y encuadrando bajo un telón surrealista, personajes y  ambientes.

Comunicados a la policía los hallazgos, no encuentran nada, e incluso se ríen de aquel abuso de fantasía, a la hora de describir los hechos anteriores y posteriores, ocurridos allí, donde Richard Cardogan, dice haber visto el cadáver.

Autor y Gervase, viven de una forma paralela, con coincidencias, que pasan a formar parte de la personalidad del detective, tan resuelta y embellecida, como lo es en su biografía, la descripción de su vida personal.

Sin querer, te ves llevado a la sonrisa en la exposición de la trama. Esta fama, también era tema de conversación entre sus amistades,  la de un ameno conversador, que ironizaba sobre la ridiculez de algunos ingleses presumiblemente exquisitos, y que engarza  mu bien, entre las andanzas de los implicados en sus casos, cruzando sinrazones, deducciones, situaciones grotescas y afiladas, con una muy patética ansia de demostrar erudición, en las situacircunstancias más extrañas y estrafalarias. P.e.: "un conductor de camión diciendo que la civilización industrial es la maldición de nuestro tiempo", y que es lector de D. H. Lawrence.

Del prolífico compositor musical, que era su autor, en medio de las veleidades a la que parece sometida la personalidad del detective, pone una explicación en sus palabras, haciendo siempre que  la trama resulte verosímil, aunque este caos, rodeado de extravagancias, conduce al orden, y donde la lógica de su madurez, da la razón a lo visceral.

 ¿Que nos queda tras el disfraz? A veces cuando se trasviste el asesino, se adopta una muestra de venalidad, que  transmuta a Gervase y un poco a Cardogan, mientras se retrata el infierno de los implicados.

En este puzle en el que Cardogan imita en su tiempo libre a Holmes, y no cree en el crimen pasional, siempre se plantea que la muerte del asesinado beneficia a todos,  es provocada  por el dinero, la venganza o la seguridad,  y en su fondo está el sexo, que implica a todos los que le rodean.

En las opiniones de sus personajes, hay una crítica a las convecciones sociales, un sano cachondeo, que no deja títere con cabeza.Todos los personajes tienen un instante de gloria: el estudiante Hoskins,  la joven pizpireta, Sally Carstsirs, el abogado Rosetter,  ladino y despreciable, y el viejo profesor Wilkes, las persecuciones callejeras y las bromas sobre la ouija, salen a primera línea, en cualquier instante. Hay referencias a escritores contemporáneos, con alusión a sus trabajos, que en esta ficticia  universidad, circulan como apuntes o trabajos de doctorado. Odia a Jane Austen, en contraposición con el señor Sherman la adora.

La edad de oro de la ficción detectivesca, se desarrollo entre las dos grandes guerras, teniendo un gran apoyo dramático  en el avance de la ciencia forense, con un público muy interesado en los  nuevos argumentos, para investigar el arte de matar , con nuevos hilos conductores del detective, para llenar de circunvoluciones, las formas y métodos de la solución criminal.

Hay una gran abundancia de personajes. En medio de criminales o borrachos, estudiantes que pasan más tiempo en los bares, y en las fiestas, que estudiando; señoronas  dictatoriales y caprichosas; policías torpes, que se esfuerzan más por explicar a Shakespeare, que por velar por la seguridad ciudadana; apuntes sobre editores avaros; el detective convertido en corista desafinado.

Juega con el lector, incluso buscando titulo para la novela que estás leyendo, que tiene algo de apunte  o guion cinematográfico en ciertas secuencias  que envuelven la trama. Y juega a listar los, según el detective, los libros infumables del siglo, incluyendo en ella, el Ulises, Tristram Shandy, o La copa dorada.

Todo se resuelve con puro ingenio, y concluido el caso entran en melancolía, autor y detective.

Edmund Crispin seudónimo de Robert Bruce Montgomery, nació en Chesham Bois, Buckinghamshire (Inglaterra) en 1921. Estudió en Merchant Taylors' School de Londres. Antes de la II Guerra Mundial viajó por Europa, principalmente por Alemania. Se graduó en lenguas modernas en el St John's College de Oxford en 1943. Sus problemas de tobillo le mantuvieron alejado de los deportes y durante dos años fue organista y director del coro. Entre 1943 y 1945 estudió en la Shrewsbury School. Tras un breve periodo trabajando como profesor se dedicó por completo a la escritura y la composición. 

En 1942 leyó la novela de John Dickson Carr "Noche de brujas", según algunos la mejor novela de cuarto cerrado, y se inspiró para crear su propio detective. En 1944, mientras todavía estudiaba, publicó su primera novela "El caso de la mosca dorada". El nombre de Gervase Crispin, un personaje de la novela de Michael Innes "Hamlet, venganza", le inspiró su seudónimo y el nombre de su personaje. Entre 1944 y 1951 publicó 8 novelas del personaje y en 1953 una recopilación de relatos. Desde 1947 formó parte del Detection Club.

Como compositor utilizó su propio nombre y compuso música coral y vocal como "An Oxford Requiem" en 1951. Principalmente realizó música para el cine como las partituras de seis películas de la serie británica de humor "Carry on...". También fue el responsable del guión y la partitura de "Raising the Wind" en 1961.

Fue editor de antologías de ciencia-ficción y crítico de novelas policíacas y de ciencia-ficción en The Sunday Times.

Tuvo graves problemas de salud relacionados con su alcoholismo. Fue amigo de Philip Larkin, Kingsley Amis y Agatha Christie. Disfrutó una vida tranquila disfrutando de la música, la lectura y el bridge en Totnes, un tranquilo rincón de Devon. Visitaba Londres tan poco como le era posible. En 1964 se trasladó a una nueva casa en Week, cerca de Dartington. Se casó con su secretaria Ann en 1976. En 1977, tras casi 25 años de interrupción, escribió la última novela protagonizada por Gervase Fen. 

Murió de un ataque al corazón en 1978 en West Hampstead, Londres.

David Whittle, escribió su biografía: Bruce Montgomery / Edmund Crispin: una vida en la música y los libros, 

(datos editorial Inpedimenta)

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