Es un lugar común considerar el otoño como una estación propicia al recogimiento, la reflexión y, en cierto modo en consecuencia, a la lectura. En la práctica, a los devoradores habituales de libros poco les importa la estación en la que estén para abandonarse a su vicio lector. Sin embargo, sí que puede uno encontrarse con lecturas que huelen más que otras a hojas secas, a lluvia, a colores tostados y melancolía otoñal. Tal es el caso de los relatos de Yasunari Kawabata (1899-1972), relatos que, como él mismo definía, caben en la palma de la mano. Mientras otros escritores japoneses dedicaban su juventud a componer haiku para ejercitar sus dotes literarias y captar la esencia de la realidad en el breve lapso de tres versos, Kawabata escribía relatos.
Algunos de estos relatos son breves y fluyen como improvisados, otros se levantan sobre una estructura construida más conscientemente. Pero todos ellos se sumergen en mayor o menor medida en el mundo de lo onírico, a la vez que reflejan en el espejo del sueño la realidad de los más recónditos rincones del alma humana, tal y como harían los versos de un haiku. Bajo la influencia de las vanguardias literarias de la primera mitad del siglo XX, principalmente del surrealismo, subyace el especial talento de Kawabata para captar de un modo muy delicado la esencia más profunda del devenir del hombre, que conduce una y otra vez a la intimidad de una soledad rotunda e insalvable. Kawabata parte de temas simples y recurrentes, rutinarios muchas veces. Sin embargo, construye unas historias repletas de matices y lirismo que recogen las múltiples tonalidades de la existencia cotidiana. A lo largo de su andadura literaria Kawabata ha dejado plasmado este talento también en novelas como El rumor de la montaña, Lo bello y lo triste, Mil grullas o La bailarina de Izu. Pero es el género del relato el que le permite al lector ver de un modo más inmediato el mundo desde el prisma particular de Kawabata, el prisma de estos haiku en prosa que caben en la palma de una mano. La compilación que presenta Austral bajo el título de Historias de la palma de la mano es un bonito catálogo de los mismos, compuestos desde los años 30 hasta mediados de los 60, durante prácticamente toda la vida literaria de Kawabata. Sin duda, una lectura muy acorde con los compases del otoño, una delicatessen de la que no deberían prescindir los devoradores de libros.