La historia con Playmobil/ Richard Unglik. Madrid: Ediciones SM.

ISBN 9788467510591

He aquí un bonito libro para niños y para grandes con alma de niño -que deberíamos serlo todos, porque los adultos sin alma de niño son unos desalmados. Veinte escenarios de la historia de la humanidad ilustrados a todo color y a toda página con una magnífica escenografía a base de clicks, acompañados de su minuciosa parafernalia de diminutos e ingeniosos objetos que recrean miles de detalles de épocas pasadas: "desde la Prehistoria hasta la conquista del espacio, pasando por el Antiguo Egipto, la Edad Media o el Siglo de Oro". La selección de las escenas me parece interesante y los textos que acompañan a las ilustraciones los encuentro tan breves como informativos (yo he aprendido varias cosas que desconocía).

El libro hará las delicias de los fanáticos de los clicks , que de vez en cuando realizan bonitas exposiciones. Recuerdo que hace un par de años fuimos con los niños a ver una de esas exposiciones en la Estación de Chamartín (Madrid), o, mejor dicho, a intentar verla, porque estaba "plagaíta" de treintaañeros entusiasmados poniéndose por en medio, haciendo fotos con el móvil (sobre todo "ellos") y gritando: "¡Mira, Fulanita, ése lo tuve yo!". A pesar de todo fue divertido; en cada "diorama" había un click fuera de contexto y a mis hijos les encantaba ser los primeros en localizarlo.

Yo, debo reconocerlo, fui más de madelmanes y soldaditos que de clicks, que me parecían un tanto simples. Debió de ser porque me llegaron tarde. Ahora, que veo jugar a mis hijos con ellos, me encantan precisamente por ese curioso contraste entre la extrema simplicidad de la figurilla humana, que es siempre la misma, y esa infinidad de objetos detallados y coloristas que la acompañan. Su único defecto me parece lo caros que son.

Es más, los clicks me parecen excelentes precisamente para representar la historia de la humanidad. En primer lugar porque estoy convencido de que los seres humanos (las figurillas que somos) hemos sido y seremos esencialmente iguales en todas las épocas (yo sí lo creo, Marina) y también de que lo que nos diferencia es básicamente el variado mundo de objetos (y demás creaciones culturales convencionales) del que nos rodeamos. La historia, por otra parte, ¿qué es sino un conjunto de historias, o de historietas, de las que, en el fondo, lo ignoramos casi todo por muchos detalles que podamos aducir? Los griegos (otra vez los griegos en este blog), que tontos no eran, decían que Clío, la Diosa de la historia, era hermana de las Musas de las artes, hijas todas de la Memoria. Sabían muy bien nuestros ancestros que la imaginación que narra el pasado tiene el mismo fundamento que la que crea mil ficciones para deleitar a los hombres. Por más que se pretenda otra cosa, el más sesudo y documentado libro de historia está necesariamente entretejido de exageraciones e inexactitudes, lo mismo que hasta la más fantástica de las viejas leyendas contiene probablemente, si se sabe interpretar, un fondo de verdad. Esto no me parece en absoluto que rebaje el valor de la historia, que algunos (pobres ignorantes) querrían científica, sino muy al contrario. La mejor virtud del historiador ha de ser la imaginación. A alguno que otro le recomendaría, con todo cariño, jugar más a los clicks (o a lo que sea).

Javier García García