El asesinato del General Juan Prim y Prats en diciembre de 1870, ha recobrado actualidad debido a los recientes estudios forenses de su cadáver, que han coincidido con la publicación, a finales del 2012, de la novela del hispanista Ian Gibson, sobre el magnicidio del General y Presidente del Consejo de Ministros de España. La autopsia revela que el militar y político fue asesinado, pero que no murió a consecuencia de las heridas producidas por las balas, sino que fue estrangulado tras el tiroteo. El tiroteo tuvo lugar en la tarde-noche del 27 de diciembre de 1870 y la muerte del General ocurrió el 30 de diciembre. Lo que ocurrió en estos 4 días, sigue constituyendo un misterio.
La berlina de Prim es la segunda novela del hispanista Ian Gibson por la que obtuvo el Premio Fernando Lara de Novela 2012.
En 2001 había publicado Viento del sur. Memorias apócrifas de un inglés salvado por España
Avalado por su enorme prestigio, el historiador de origen británico, nos presenta un nuevo trabajo sobre una parte de la historia de España en la que no había profundizado hasta ahora. Su amplia producción se había centrado en el s. XX español, incluyendo diversas biografías de los más célebres personajes de ese siglo.
Esta novela histórica, sobre el asesinato del General Prim, lleva un título significativo y sugerente. Nos recuerda el carruaje en el que iba el General la noche de diciembre en que fue tiroteado y que desde hace años se expone en el Museo del Ejército. Convertido en objeto fetiche del museo, ejerce un cierto atractivo macabro sobre los visitantes, especialmente sobre el impresionable público infantil, con los agujeros dejados por las balas en la cubierta de la berlina.
Un magnicidio que seguramente cambió la historia de España y que tanto conmovió a la sociedad de la época. Aún recuerdo una coplilla que mi abuela cantaba, muchas décadas después, y que decía algo así como "En la calle del Turco mataron a Prim..." (La calle del Turco es la actual Marqués de Cubas, en el centro de Madrid).
En esta novela histórica, Ian Gibson nos vuelve a mostrar sus amplios conocimientos sobra la historia de España; gracias a la rigurosidad de sus investigaciones ha dado buena forma a la obra. La cantidad de información que va proporcionando a medida que avanza el argumento es buena prueba de ello. Además, la novela cuenta con un epílogo de seis páginas, en el que Gibson nos da una somera explicación de sus investigaciones y de la documentación consultada. Según el propio Gibson, este trabajo, "me ha permitido inventar, aunque es un libro que tiene mucha investigación".
Amén de los datos históricos, la principal licencia que se permite Ian Gibson es la creación del personaje central de la novela, aunque le sitúa como hijo de una persona que sí que fue real: "decidí contar la historia de Boyd a través de un supuesto hijo que Boyd tuvo en Gibraltar y que decidió investigar la muerte de Prim".
Así nos encontramos con que el protagonista es el periodista hispano-británico Patrick Boyd, hijo del personaje real Robert Boyd, irlandés que estuvo en España para defender la libertad contra el absolutismo de Fernando VII, y que fue asesinado junto a José María de Torrijos y otros revolucionarios más, en Málaga, en 1831. Escena inmortalizada en el célebre cuadro del pintor Antonio Gisbert Pérez, de 1888, (Museo del Prado).
El protagonista, Patrick Boyd, viene a España por encargo del periódico londinense en el que trabaja, para investigar el asesinato de Prim, varios años después del magnicidio. Y recorre parte del país durante varios meses, permaneciendo bastante tiempo en Sevilla y Madrid, dedicado a sus investigaciones. Para ello se entrevista con muchos de los personajes que estuvieron relacionados con el general, personajes sacados de la realidad, muchos de ellos implicados de forma directa o indirecta con su asesinato. Por la novela desfilan desde el duque de Montpensier, aspirante a ocupar el trono de España tras el derrocamiento de su cuñada Isabel II, el coronel Solis, mano derecha del duque y, asimismo sospechoso de estar detrás de la muerte de Prim. El poderoso General Serrano, opositor acérrimo del General Prim y jefe del Gobierno de la nación tras su muerte. Hasta personajes como el diputado José Paúl Angulo, del partido republicano federal, en el exilio en Francia, o los también diputados Ricardo Muñiz, Juan Moreno Benítez, o el prisionero José López, acusado de haber tomado parte directa en el asesinato, por entonces en la cárcel del Saladero, en Madrid.
También nos encontramos con Juan Eugenio Hartzenbusch, director de la Biblioteca Nacional, quien recibe a Boyd en la que era por entonces la sede de la institución, en la denominada calle de la Biblioteca, entre las plazas de Prim y de la Encarnación. Aún no se habían terminado las obras del edificio del Paseo de Recoletos.
En la Biblioteca, con ayuda del director o por indicación de sus otros amigos, Boyd consulta muchos periódicos en el trance de sus investigaciones: El Acusador, La Correspondencia, El Combate, La Política, El Imparcial, La Federación Española... Extensa relación de aquellos diarios o gacetillas que ilustran al lector sobre una pequeña parte de la historia de la prensa madrileña y española de la época, tan pródiga en títulos, como en lo efímero de muchos de ellos.
Abundante relación de hechos, personajes y datos sobre la conspiración para asesinar a Prim, que pueden llegar a resultar algo farragosos o costosos de seguir en un momento dado, sobre todo para quien no esté muy familiarizado con la complicada historia de España del s. XIX, pero que contribuyen ampliamente a la credibilidad de la novela.
También el lector será partícipe de las prolijas descripciones que va narrando Boyd, de diferentes lugares como Málaga o el Coto de Doñana, pero sobre todo de Sevilla y de Madrid. Resulta ameno el reconocimiento de sitios de ahora en la visión de entonces, el último tercio del siglo XIX. Nos será fácil recrearnos en sus calles, plazas y edificios; en sus palacios, iglesias, catedrales y torres; hoteles y cafés, coches, trenes y tranvías. Y los personajes que por allí deambulan, resultando un retrato antropológico muy interesante, tanto urbano como rural.
En La berlina de Prim, encontramos muchos pasajes que nos recuerdan las descripciones de los viajeros románticos europeos por España; (en este caso, post-romántico, habría que decir).
Esta relación con la literatura de viajes es patente en la novela, ya que no deja de presentarnos los lugares y costumbres españoles a los ojos de un protagonista extranjero, el hispano-irlandés Patrick Boyd, que tiene su parangón con el autor del libro, el irlandés Ian Gibson. Aunque en el caso de Gibson estemos ante un extranjero nacionalizado español y, por tanto, parte ya de nosotros, tanto por su labor historiográfica e investigadora como por su vida personal, pues vive en España desde hace años. Así, nos lo resume el propio Gibson a propósito de sus escritos sobre nosotros: " Yo no puedo arreglar los problemas de este país, solo puedo escribir algún libro que contribuya".
Aunque tampoco se le escapa a Ian Gibson el lado romántico de la novela. Para ello nos presenta el idilio del protagonista, el periodista Patrick Boyd, con una guapa y cautivadora aristócrata sevillana. Al presentarnos el lado más íntimo y emocional del protagonista, Gibson nos ayuda a adentrarnos en la trama histórica con un ameno ritmo que liga investigación histórica con cotidianeidad.
El lector se encuentra no sólo con un magnífico libro de historia y una estupenda guía de España del siglo XIX. También nos ayuda su amena ficción, que hace de ésta una elegante novela histórica.
En 2014, con motivo de los 200 años del nacimiento del general, la Comisión Prim planea exponer su cadáver embalsamado.