Concentrados en poco más de 100 páginas la experiencia, los sentimientos, los sueños, los miedos y las esperanzas de una luchadora: Carmen Martínez Núñez

Enfrentar la lectura del testimonio de lo vivido a sabiendas de que no es ficción ni fantasía soñada, pensada. Los hechos, los tiempos, los silencios todos y cada uno, han sido sentidos por su autora.

Escudriño el libro, la portada, la contracubierta, leo la breve reseña sobre la autora, la dedicatoria y avanzo hacia el índice para prepararme a su lectura: crónica de una guerra a lo largo de dos años.

La edición de No te rindas frente al cáncer es bastante sencilla. Se han cuidado pequeños detalles: sus ilustraciones, las nubes en sus hojas, el mar batiendo olas, la letra simulando la máquina de escribir, le confieren un valor más que estético; lo hacen familiar y cercano.

El tono epistolar con que se dirige a sus amigos, las pequeñas y las enormes cosas que les transmite. La forma de prepararse para compartir cada uno de los momentos que transcurren a lo largo de los días en que retoma su diario, su crónica de guerra... con un aliento de esperanza al margen del comienzo de cada capítulo, para no olvidar el siguiente paso.

A veces es tan fuerte lo que cuenta que el dolor se clava dentro y produce un efecto de empatía que te llevaría a abrazarla fuerte suavemente si la tuvieras cerca. Es tan positiva que hasta los momentos más duros del tratamiento los describe con tanta generosidad, tanta energía y determinación que sólo la empuja, sin concesiones, a seguir hacia adelante, a por todas.

Fortalece su inteligencia que expresa en el aprecio y el valor que otorga a las personas que tiene a su alrededor, de quienes se nutre, con quienes comparte sus vivencias y a quienes devuelve su crecimiento como persona. Conmueve su valentía que no viene de valor si no de valer, de saberla, de sentirla verdadera.

Va desgranando emociones que aparecen a borbotones pero sin caer en el sentimentalismo, al contrario, con esa sencillez, claridad y humor, un fino, sensible e inteligente humor, que pone en tu cara una sonrisa aún en los pasajes más duros. No le abandona en todo el recorrido y esa es posiblemente una de las señas de identidad más destacables de este pequeño gran testimonio.

Transcurridos los dos años de su guerra sin cuartel, dejadas atrás pruebas, operaciones, hospitales, sesiones de quimio y rehabilitación, ¡por fin! la crónica de su victoria, que ella resume diciendo que "comenzó en el preciso instante que sentí que era capaz de enfrentarme al cáncer... o porque era capaz, me tocó a mí pasar por esta experiencia.... o porque tenía mucho que aprender en poco tiempo... o porque llegó el momento de conectar con lo mejor de mí y convertirme en la mujer de mis sueños".

No conocía a la autora antes de su enfermedad y tampoco la conozco ahora, pero lo que transmite es una actitud de consciencia, serenidad, fuerza y esperanza que estoy convencida que la enfermedad y el proceso de superación de la misma, le ha hecho crecer como persona. Nadie puede permanecer igual después de vivir esa experiencia de vida.

Este testimonio tiene un fin, un objetivo: demostrar que sí se puede enfrentar el cáncer, prepararse, combatirlo y derrotarlo. Pero sobre todo este libro tiene la misión de servir de ayuda, de faro, para tantas otras mujeres que ahora o en el futuro tengan que hacerle frente.

La última parte con su "manual de supervivencia" ofrece los consejos, las recomendaciones, la información práctica que a ella le hubiera gustado tener cuando enfrentó su lucha. Desde los primeros preparativos, las sesiones de quimio y cómo afrontarlas, el cambio de imagen, la rehabilitación, la hormonoterapia, su lista de deseos, sus canciones de guerra, su enfoque positivo y la vida después del cáncer.

El libro termina con el testimonio de otras mujeres que han compartido con la autora su determinación, coraje y optimismo para hacer frente a la enfermedad, de la que han salido reinventadas a sí mismas.

Sin duda alguna este libro es una bocanada de aire fresco, cargado de esperanza, porque la lucha puede ser encarnizada, pero el grito de Carmen y de tantas otras Carmenes pasadas, presentes y futuras, es y ha de seguir siendo: ¡NO ME RINDO FRENTE AL CÁNCER!