Es una obra escrita por una autora italiana, Natalia Ginzburg, nacida en Palermo, que le imprime el carácter neorrealista propio de los escritores sicilianos, llena de frescor y espontaneidad.
Se trata de la historia de su propia familia narrada con influencia proustiana, partiendo de la creencia de que la vida no es lo que hemos vivido sino lo que recordamos, relatando todos los pormenores de la vida familiar a través del lenguaje como nexo de unión entre ellos, en la que los personajes se retratan por sus propias frases. La narración de la vida de la familia judía Levi en la ciudad de Turín sirve a la autora para situarnos en todos los acontecimientos que sacuden a Italia entre los años 1930 y 1950.
La narración es suave, siempre con tinte de humor, sin dramatismo, con la frescura de lo cotidiano, incluso en los momentos más dramáticos, como son las reacciones tan rígidas del padre autoritario. El retrato de esta familia nos proporciona a ratos situaciones que nosotros mismos hemos vivido en la nuestra y es lo que nos hace disfrutar de la narración entendida como catarsis. Las expresiones íntimas son el hilo conductor del relato y son las que ocultan el paso del tiempo y nuestra propia identidad. En definitiva, se trata de una novela deliciosa, de fácil lectura, en la que todos podemos encontrar algo de nuestra propia familia y de nuestra propia vida, sin grandes pretensiones ni lenguaje de culto, ni escritura altisonante.