Hay ciudades profundamente literarias no sólo por lo que se ha escrito en, desde y sobre ellas, sino por la presencia de los libros en su paisaje. Es el caso de Buenos Aires. Acabo de regresar de allí y todavía estoy impresionado por sus numerosas y regias librerías.
Grandes, pequeñas, generalistas, especializadas, de barrio, de lujo, con café, con discos, de viejo, antiguas, nuevísimas... Las calles ofrecen una fiesta para los amantes de la lectura. Las librerías, en general, no se limitan a vender libros sino que tienen en cuenta espacios para presentaciones e intercambios entre lectores y escritores. Son un elemento importantísimo en la actividad cultural del barrio y, muchas veces, un remanso de paz en medio de la frenética actividad porteña.
En Buenos Aires, una ciudad en la que la oralidad está tan desarrollada (no es raro que el taxista te comente algo y sepa hacerlo con humor o que se entable una conversación con quienes ocupan la mesa de al lado en el restaurante) la lectura tiene una presencia constante. Tanto es así que cuenta con una librería cada 6.000 habitantes (a escala nacional se pasa a 48.000 mientras que España tendría 10.000). Hay más librerías en esta ciudad que en todo Brasil y sólo en la Avenida Corrientes hay más que en todo Perú.
Con ese panorama no es raro que se haya editado una guía de las librerías de la ciudad, El libro de los libros: guía de librerías de la ciudad de Buenos Aires (Asunto Impreso Ediciones, 2009), como un reconocimiento, por parte de los editores, del papel cultural que cumplen estos negocios.
Pero hay algo más, de vital importancia, para que uno goce con el comercio del libro: las personas que deciden crear una librería y la atienden con profesionalidad y mimo. Es un gusto poder tratar con profesionales que conocen su fondo y saben buscar y encontrar lo que no tienen.
Anabel, estáte tranquila, hay comercios lo suficientemente grandes como para recorrerlos a tu aire sin que nadie te moleste. Las puertas suelen ser muy grandes y los espacios para circular también. Lo que ocurre es que si decides entrar en conversación, pedir consejo o solicitar ayuda, quienes trabajan allí saben lo que es tratar con libros (y con lectores).
He pasado por delante de muchísimas, me he parado en un montón de escaparates y he entrado en algunas. Las hay tan espectaculares como el Ateneo Grand Splendid (Av. Santa Fe), que ocupa un antiguo teatro y cuenta con 2.000 m2 y 200.000 libros distribuidos en sus cuatro plantas. Parece un mundo juguete, siendo tan enorme, cuando ves a la gente sentada, leyendo, en los pequeños palcos. También está la espléndida Gandhi Galerna (Av. Corrientes) o Losada o Cúspide Libros o la hermosa librería de la Fundación Proa (en La Boca).
Pero mi favorita es "Prometeo Libros" en la calle Honduras. El barrio es una maravilla, con sus árboles, sus plazas (la Cortázar, por ejemplo) y sus tiendas de diseño elegante. Palermo, que se ha ido dividiendo en Palermo Hollywood, Palermo Viejo, Palermo Chico y Palermo Soho, es una delicia para pasearla. En Palermo Soho, donde está la librería, las calles están llenas de árboles y de incitaciones al consumo de objetos absolutamente imprescindibles: una papelería de ensueño, una tienda de jabones que te perfuma la nariz desde la acera, ropa no convencional, reediciones artesanales de zapatillas deportivas de los 50, restaurantes, bares "refashion", alfombras de piel de vaca... En fin, en medio de todo eso, Prometeo te invita a entrar y aislarte del ajetreo y disfrutar de sus estanterías y mesas repletas de libros.
Allí encontré muchas obras de importación que están en los escaparates madrileños (Acantilado, Siruela, Anagrama...) pero también publicaciones de editoriales argentinas, algunas muy especiales, que publican a escritores jóvenes. Estuve bastante rato charlando con una de las libreras y me recomendó varios títulos que serán material para próximos "posts". Le dije que quería obras y autores que no fueran fáciles de encontrar en España. Y que, por favor, no fueran muy gruesos porque mi maleta ya iba bastante cargada.
Como muestra, os comento que compré un librito de poemas, Horny Housewife Kidnapped (ama de casa calentona secuestrada) de Esteban Castromán, Lorena Iglesias e Iván Moiseef, que está forrado con un trapo
de cocina. En la etiqueta que suele acompañar a ese tipo de prendas aparece la editorial (Clase turista), el ISBN (no teman los bibliotecarios enredados en proceso técnico) y una breve información sobre el tema: sexo, dinero, violencia y fantasmas infantiles.
En Prometeo hay libros de diversos temas (mucha novela, poesía, filosofía, arte) y también discos. El edificio, que antes fue tienda de ultramarinos, es una hermosura. ¡Ya echo de menos poder acercarme a su puerta, subir dos escalones y entrar en sus salas para pasar un buen rato!