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El heredero malicioso de Borges

Javier Pérez Iglesias 3 de Noviembre de 2008 a las 12:34 h

Su muerte fue una conmoción. Nos dejaba con sólo 50 años y una vida dedicada tan fanáticamente a la escritura que tuvo que ejercer los más variados oficios para sobrevivir.  Qué triste se me hizo el mundo ese julio de 2003. Yo, que siempre le nombraba como "mi escritor vivo favorito".

 

Roberto Bolaño (1953-2003) se había presentado a todos los concurso literarios posibles (y algunos los ganaba) antes de que la crítica se fijara en él tras la publicación de La literatura nazi en América, Estrella distante y Llamadas telefónicas. Esto ocurre entre 1996 y 1997 y hace que, los más atentos, hablen de un nuevo gran escritor. Aunque todavía eran pocos los que habían reparado en su obra, sólo los happy few, una minoría que va exaltándose de un título a otro. En todo caso, las buenas críticas no pudieron impedir que la primera edición de La literatura nazi fuera guillotinada, casi en su totalidad, por las escasas ventas.

Pero yo no me encontré con él en ese momento. Mi contacto comenzó con la obra que lo lanzó al centro del panorama literario y a los escaparates de las librerías: Los detectives salvajes. Esta vez obtuvo el Premio Herralde de Novela, el Premio Rómulo Gallego y el del Consejo Nacional del Libro de Chile. Algo así como una consagración

 

La novela me llegó recomendada por un amigo que vive en México. Sin grandes aspavientos, porque mi amigo es de natural sobrio, me dijo "léela, está muy bien". ¡Nada que ver con la lata que yo he podido dar a todo mi círculo de amistades para que leyeran a Bolaño! Y es que la prosa de Bolaño me hacía sentir que nadie podía expresar como él la época que vivimos. Los detectives es tan moderna, tan poderosa que aún recuerdo los "subidones" que sentía al leer su prosa ágil, hecha para sacudir conciencias. Tiene la fuerza de una performance y toda la poesía que atesora la lengua castellana. ¡Qué paseos por esa ciudad interminable, como un continente, que es el DF, de la mano de los "infrarrealistas"! Un festín de platos literarios; porque Bolaño no sólo era un gran lector, sino que le gustaba hablar de sus lecturas. Quizá era esa manera suya de leer lo que le permitió superar tantos modelos agotados de lo que se ha llamado literatura realista o literatura fantástica.

 

Un aspecto que yo creo fundamental, es que Bolaño comenzó escribiendo poesía. Su prosa siempre ha tenido un trasfondo de esas iluminaciones que podemos leer en Tres, Los perros románticos o en la recopilación de poemas, escritos desde su llegada a España en 1977, guardada celosamente en su ordenador, y que se publicó después de su muerte: La universidad desconocida.

 

Mi entrada en la obra de Bolaño fue desaforada, como siempre que me gusta un escritor, y nunca agradeceré lo suficiente su afán por publicar, al menos, un libro al año en Anagrama. Así que nunca me faltaba con que calmar el apetito: Amuleto (¿Nadie se animará a hacer un montaje teatral de este monólogo?), Monsieur Pain, Nocturno de Chile, Putas asesinas, Amberes. Además de otras rarezas encontradas aquí y allá: Consejos de un discípulo de Morrison a un fanático de Joyce, su primera novela escrita a medias con A. G. Porta, o la obra de encargo, Una novelita lumpen.

 

Pero lo mejor estaba por llegar, con la publicación de 2666. Su editor en España, Jorge Herralde, escribió: "Leí la novela póstuma de Roberto Bolaño con gran entusiasmo, con el convencimiento de que se trataba de una obra maestra. Decidimos con Ignacio Echevarría y su viuda Carolina López publicar 2666 en un solo volumen, tal como había sido la idea original del autor, en vez de dividirla en las cinco novelas que la componen. La opinión unánime es que ha sido una decisión muy acertada" (Para Roberto Bolaño). 

 

Así, tenemos esas 1.119 páginas de escritura genial y, en muchos momentos, desgarrada. Esta vez sí que contamos con una versión teatral, hecha por el Teatre Lliure en su temporada 2007-2008. Un espectáculo de 5 horas de duración, que pasaban como un suspiro, y que se pudo ver en Madrid entre el 21 de febrero y el 2 de marzo de 2007.

 

El fenómeno Bolaño no ha dejado de crecer, en América Latina es ya una religión, y está a punto de alcanzar al centro del Imperio porque el 18 de noviembre se publicará la versión inglesa de 2666 en los Estados Unidos. Como dijo su amigo, el también escritor Vila-Matas, "con la muerte de Bolaño empieza una leyenda".

 

Pero fenómenos editoriales y hagiografías aparte, ahí están las obras de Roberto Bolaño, cargadas de literatura y de vida. También póstumas, aparecieron las recopilaciones de cuentos El gaucho insufrible y El secreto del mal, además de un volumen con varios ensayos, artículos y discursos escritos entre 1998 y 2003: Entre paréntesis. Recibí esta obra como un maravilloso regalo porque me descubrió muchos autores que desconocía.

 

Hay muchas puertas para entrar en el mundo de Roberto Bolaño sólo hacen falta ganas. Que lo disfruten,

Javier Pérez Iglesias

 

 

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