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Lecturas desde el BUS. El Circular

Carlos Alberdi 5 de Agosto de 2013 a las 12:03 h

Para quienes se marean leyendo en el autobús presentamos esta propuesta de aventura urbana en la que sólo hay que mirar por la ventanilla y escuchar música.  Bueno, conviene leerse el texto antes de subir al bus, claro.

Desde Sinololeonolocreo os proponemos un turismo lector especial. Se trata de tomar un autobús urbano y leer desde la ventana por las calles que va recorriendo. ¡Deja el bus turístico para los guiris y apúntate al SMT!

Carlos Alberdi, un fláner madrileño muy particular, creó estas rutas para leerlas en el proyecto radiofónico El Estado Mental. Ahora, los itinerarios han pasado de esa revista sonora a Sinololeonolocreo en donde la particular lectura de las calles madrileñas se ve ampliada con vínculos a otras informaciones. Podréis encontrar un mapa, hecho con Google Maps, en el que se han señalado algunos puntos clave de cada circuito. También hay una lista de canciones que sirven como banda sonora para cada recorrido y que se pude escuchar en Spotify. Y, por supuesto, encontrareis enlaces a CISNE (el catálogo de la Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid) y otras informaciones interesantes en la Web.

En esta primera entrega os proponemos que os subáis al Circular. ¡Buen verano y buen viaje! [Sinololeonolocreo]

 

Todos los autobuses de Madrid tienen algo de circulares, pero el Circular lo es. Su recorrido establece un recinto, una almendra central un poco más ajustada que la que delimita la M-30. La línea Circular se estableció en 1970. Su puesta en marcha tiene que ver con un Madrid en expansión y es anterior a la existencia de la M-30 y de la línea circular de Metro. Sus puntos de descanso son Cuatro Caminos y Embajadores. Desde hace unos pocos años se denomina Circular 1 a la que va de Cuatro Caminos a Embajadores pasando por Manuel Becerra y Circular 2 a la que hace el recorrido en sentido contrario a las agujas del reloj. El Circular, además de para llevarte de un sitio a otro, se puede tomar para hacer una visita turística a Madrid.

 Cuatro Caminos significaba extrarradio pero también tipismo madrileño. Como plaza siempre la hemos conocido fea, aunque  menos ahora, los coches pasan por el subterráneo, que antes, pasaban por un elevado modelo Ánkara de los que todavía quedan algunos en la ciudad. Lo más interesante de la plaza es como Bravo Murillo y Santa Engracia confluyen o se bifurcan. También cierto aire de frontera. Hay un corte norte sur que marca el propio recorrido del Circular por Raimundo Fernández Villaverde y Reina Victoria.

 


Ver Lecturas desde el BUS. El circular en un mapa más grande

Cuesta abajo, hacia la Castellana, se inicia el recorrido dejando a la derecha el Hospital de Maudes. Un poco más abajo un cuartel enigmático de viviendas de militares y a la izquierda la calle Orense y todo su aire "azqueño" de un Madrid al que le gustaría hablar inglés y no tener que coger nunca el autobús. El Circular, que trabaja para los peatones, tiene que bajar hasta la Castellana y apretujarse entre el Corte Inglés y los Nuevos Ministerios. Cruza la Castellana en este punto y tomar Joaquín Costa, cuesta arriba, entre otro cuartel enigmático y el colegio Maravillas que esconde su estudiado polideportivo y muestra canchas de deporte en sus azoteas. Los dos cuarteles, simétricos al eje de la Castellana, son enigmáticos porque no responden a un patrón urbano de cuartel como pueden ser los vecinos del Estado mayor y de la Escuela del ejército. Estos son cuarteles de provincias. El de Joaquín Costa con un aire semirural y el de Fernández Villaverde con pinta de un grupo de casas ordenadas en una pequeña capital.

Gimnasio Colegio Maravillas

La iglesia de San Agustín se llevará los ojos de algunos pasajeros por su peculiar trabajo del ladrillo y sus formas originales, mientras el autobús realiza un suave giro para entrar en la confortable plaza de la República Argentina. Un espacio singular con Mayte Commodore como ejemplo de arquitectura madrileña a la americana. Serrano y Doctor Arce generan un tráfico elegante recién pasado por los aires de El Viso. El hotel Richmond que dibujó Gutiérrez Soto y en el que Gonzalo Suárez colocó buena parte de su novela Operación "Doble Dos" sobre el intento de atentado contra Franco coincidiendo con la visita de Eisenhower, se alinea con Mayte. Vitrubio y Carbonero y Sol dan salidas singulares a un Madrid que pudo ser. Serrano se amplía para seguir su curso hacia el sur. Un Madrid de casas bajas, de sedes de Embajadas, de arquitecturas racionalistas. Una de las zonas más frescas de Madrid en torno a una fuente de delfines que quiso ser en su día homenaje a la Argentina que ayudó a España en los años del hambre, pero que veinte años de aplazamientos la convirtió en un reconocimiento a las comodidades de la vida moderna.

Sería preferible hacer el trayecto que hacen los coches y subir y bajar por el centro de la calzada sin la pesadez de los semáforos y las estrecheces de los carriles laterales. Sobre todo entre Príncipe de Vergara y Avenida de América que hay que hacer hueco a los que bajan del tobogán. El Circular se encajona de mala manera y Madrid se muestra como una ciudad incómoda cuando está a punto de llegar a uno de sus puntos neurálgicos.  Fue una ciudad política en medio del desierto llena de oficinas y conventos. La revolución liberal le regaló algunas ventajas como el ferrocarril o la traída de aguas de la sierra que le permitió reconvertirse y tratar de ser rompeolas de un país plural. Pero sólo el transporte aéreo y Barajas, su nueva puerta, han permitido a Madrid superar su aislamiento geográfico y ser un punto más en la red de grandes puertos aéreos del mundo contemporáneo. En esa red lo que más le vale a Madrid es ser destino predilecto de los vuelos americanos en una simbiosis que la hace aérea y universal. Donde se juntan Francisco Silvela y María de Molina, arranca hacia el este la Avenida de América que en Madrid significa salida hacia Barajas, hacia Torrejón y, en definitiva, hacia la contemporaneidad. Un camino hacia el futuro que tiene marcado la ciudad y que se superpone, ironías del destino, a la carretera nacional que la une a Barcelona, su gran rival. En ese cruce de caminos el edificio dominante es una torre de ladrillo rojo en lo alto de la cual lleva años un luminoso que canta en inglés "Fly Iberia". Al otro lado de la Avenida, desconozco quien tuvo la visión de llamarla de América, una colonia de casa bajas con aire de pueblo y con el callejero lleno de nombres de municipios madrileños ejerce un contraste radical que algún pasajero sabrá apreciar y que para algunos estudiosos ejemplariza las tensiones conceptuales de la ciudad de Madrid, a la que, en demasiadas ocasiones, lo que le va es ser un pueblo para que lo pinte la Escuela de Vallecas.

Palacio de la Trinidad

Francisco Silvela tiene otra atmósfera. Por el Palacio de la Trinidad donde tuvo su sede, disfuncional pero elegante,  el Instituto Cervantes. Por el arranque de la calle México, con el club Apóstol Santiago al fondo y el barrio de la Guindalera de por medio. Por el remate de la calle General Oráa, que viene desde la Castellana, y tuvo su cine Oráa de programa doble que luego fue Filmoteca y Duplex. Por el cruce con Diego de León y el hospital de la Princesa en cuyas inmediaciones tienen su última parada el 56, que luego va a Vallecas, y el 26 que luego irá a Tirso de Molina y compartirá un tramo importante de trayecto con el propio Circular. Por el punto en que terminan juntas las calles Maldonado y Alcántara. La primera que sube desde las zonas más elegantes del barrio de Salamanca y la segunda que llega hasta Alcalá y que es probablemente, en verano, la calle más sombreada de Madrid con sus extraordinarias acacias. Por el cruce con Juan Bravo, que termina, y con Martínez Izquierdo, que empieza, y que tiene una placa recordando que Narciso Martínez Izquierdo fue el primer obispo de Madrid Alcalá,  y que lo mató un cura apellidado Galeote que fue de los primeros asesinos que consiguió evitar la pena de muerte declarándose loco. Por la Avenida de los Toreros que es una de las calles más importantes de Madrid, con la plaza al fondo y el bar Braulio en el camino, y con un curioso edificio en su inicio que fue casa de baños y ahora es centro cultural del Ayuntamiento. Por el cruce con Ortega y Gasset y con la calle Cartagena en presencia de Eva Perón cuyo busto preside desde el interior del parque de su nombre. Al término la plaza de Manuel Becerra, que algún tiempo se llamó de Roma que ha perdido los dos cines, el Becerra y el Universal, que la adornaban. Una plaza con parque, con iglesia, con un puesto de flores importante y que ocupa un lugar singular de límite y de llegada hacia la plaza de toros, a la que se llega caminando cuesta abajo en menos de cinco minutos, y hacia el cementerio de la Almudena al que, antes de que se hiciera la M-30, se llegaba en la mayoría de los casos pasando por ella.

Panteón de Hombres Ilustres (Madrid)

El camino pasa a llamarse Doctor Esquerdo que fue el nombre de uno de los primeros psiquiatras españoles. La calle tiene demasiado tráfico. El edificio dominante es la Casa de la Moneda ejemplo rotundo de edificio opaco, sin ventanas e inmenso proyectando una sombra kafkiana que afecta fuertemente al Circular porque  es el único autobús que la bordea por su lado de Jorge Juan. El Circular gira hacia el interior de la ciudad. El tramo de Goya que recorre  hasta el cruce de Alcalá tiene una personalidad distinta al resto de la calle. El Palacio de los Deportes, entre los cambios que le hicieron después del incendio, y que ya no hay combates de boxeo ni competiciones ciclistas de seis días, ha desdibujado su perfil. Las nuevas generaciones van allí al baloncesto. En Felipe II hace un extraño giro a la izquierda, contra todas las reglas del tráfico, y sigue camino por la calle Narváez. El Circular, acompañado ya hasta Atocha por el 26, gira en Ibiza y llega en Menéndez Pelayo a la verja del Retiro en la puerta del Florida Park que para muchos es sinónimo de María Dolores Pradera cantando sus canciones de siempre y para otros de viejos programas televisivos de variedades que se emitían desde esa sala que se mantiene con autobuses de turistas y flamenco. El camino va bajando. Primero hasta la plaza del Niño Jesús en la que el 20 se desvía para dirigirse a Moratalaz. Luego hasta Mariano de Cavia donde se despiden los que parten hacia Valencia  y se incorporan los que entran a Madrid por Conde de Casal. Más tarde Reina Cristina e Infanta Isabel camino de Atocha. Es largo de explicar por qué el Panteón de Hombres Ilustres está sin terminar y no figura en los circuitos. Por qué combina un exterior lustroso y un interior descuidado. Pocos turistas se interesan por ver las tumbas de los antiguos presidentes por mucho que algunos de ellos (Cánovas, Canalejas y Dato) fueran noticia mundial al morir asesinados. Algunos, eso sí, aprecian la estación de Atocha aunque su plaza haya quedado presidida por un cilindro de vidrio que parece sucio y nadie entiende. El Circular fue testigo de la tragedia y uno de los autobuses que recogió a las gentes que salieron mudas y aterrorizadas de la estación aquel 11 de marzo. Para el que esté atento, la estación de cercanías está todavía marcada por el espanto de aquel momento y la nueva terminal del AVE, que se construyó después, parece algo infantil y descolocada precisamente porque no hay en ella ninguna marca. Para poner remedio acaban de colocar dos cabezas de niño, obra de Antonio López, que marcan dramáticamente el espacio pues parecen enterrados.

Cabezas de Antonio López (Atocha)

En Atocha el Circular gira a la izquierda y se dispone a recorrer las antiguas rondas que seguían la cerca de la ciudad. Algo así como la muralla sureste que se mantuvo buena parte del XIX desde Atocha hasta Palacio. La calle va cambiando de nombre Ronda de Atocha, Ronda de Valencia, Ronda de Toledo, Ronda de Segovia. La Ronda de Atocha que estuvo mucho tiempo presidida en exclusiva por un oscuro colegio tiene ahora en el Reina, el Price y la Casa Encendida un renacer que, si no fuera porque en la esquina con Embajadores salen los coches de los heroinómanos hacia Las Barranquillas, parecería otra calle.  El turista atento toma nota de la Glorieta a la que llega una calle Embajadores ancha y sale una calle Embajadores estrecha marcando los límites del casco antiguo y donde se asoma la Tabacalera que marcó un tiempo femenino e industrial en lo que fue una esquina de la ciudad.

Museo Reina Sofía

El Circular cruza y en la parada delante del parque del Casino de la Reina se toma un descanso. Los domingos de Rastro llegan hasta la parada los puestos de charlatanes y ferreteros y el autobús tiene que cuidar de no arrollar a los viandantes. Entre semana el cruce con Ribera de Curtidores o la apertura a la plaza del Campillo del Mundo Nuevo suscita preguntas.  Por un momento es otra ciudad. Tanto cuando está vacía como cuando se llena de puestos en domingo hay un punto africano inencontrable en ningún otro lugar de Madrid hasta que la inmigración ha hecho de algunos puntos de Mesón de Paredes verdaderos espacios africanos. Esta plaza del sur del Rastro por la que pasa el Circular no es tanto África como la tentación africana que gravita históricamente sobre Madrid desde su fundación y que tiene su mejor resumen en la cita de Kiko Veneno: "Me despierto y escucho la llamada de África. Pero antes me buscaré un buen desayuno inglés".

Al llegar a la Puerta de Toledo en vez de seguir hacia San Francisco el Grande se baja por la Ronda de Segovia hacia el río. Quizá sea una reivindicación de ese triste cauce del Manzanares en cuyo embellecimiento imposible la ciudad se ha gastado una fortuna. Se enriquece con este trayecto el conocimiento ferroviario de la ciudad pues se echa un vistazo a la estación del Norte o de Príncipe Pío, antes de subir la fatigosa cuesta de San Vicente y recorrer la calle Princesa de punta a cabo quizá para descansar de los arrabales y de las cuestas.

Monumento Pardo Bazán

La calle Princesa es agradable. Se inicia con la Torre de Madrid y un edificio de apartamentos rodeado de bares, cines y discotecas. Sigue con el monumento a la Pardo Bazán que no le hace justicia pero por lo menos la recuerda. Después la verja del Palacio de Liria y la sensación de calle importante que no desaparece hasta la estatua de Argüelles y el ambiente Corte Inglés que emborrona la unión de dos calles tan interesantes como Alberto Aguilera y Marqués de Urquijo. A partir de ese punto el influjo de la Universitaria es total. En el último tramo, entreverado con los aires castrenses del Cuartel del Aire y el regusto fascista del Arco de la Victoria. El pasajero avisado tendrá serias dudas de si quedarse con el paisaje velazqueño del fondo, con el Duce que se menciona en la inscripción latina del Arco o con el tráfico de salida hacia la carretera de La Coruña. Ese giro es una balconada en el límite de la ciudad que dura un segundo. Luego el callejero conduce a la línea Circular a la Plaza de Cristo Rey, que debería llamarse de los Hospitales y donde tienen su parada última el 12 y el 1 a los que el Circular se ha cruzado junto al parque de Eva Perón. Sin duda la Ciudad Universitaria fue un bello proyecto de tiempos optimistas. Nuestro autobús apura las últimas vistas a la sierra y se introduce por las curvas de la calle de Juan XXIII en un recorrido papal que disfruta del ambiente sin los excesos megalómanos del final de Princesa. Pasamos cerca de Velintonia donde reinó Aleixandre, de un Instituto de Secundaria que parece sacado de otro país, de varios colegios mayores y salimos por la avenida de la Moncloa al final de Reina Victoria donde ya se siente el peso de Cuatro Caminos. Queda un poco de turismo escondido. La Agencia Tributaria que nos controla a todos junto a la sede central de la Guardia Civil que también lo hace.  Sobreviven unas cuantas aceras de bulevar asediadas de tráfico y un horroroso cabezón de Aleixandre en concordancia con el estilo capitalino. Debemos llevar más de una hora de camino y volvemos a la casilla de salida. El Circular ha cumplido, no sin cierta fatiga. Poco importa, el tráfico sigue. Madrid se ofrece como una ciudad redonda que nunca se acaba de despeinar del todo.

Hay una lista en Spotify creada para que sirva como banda sonora para este post. Se llama BusCircular y es de acceso público (una vez dado de alta en Spotify).

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Comentarios - 2

Jesús en Madrid

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Jesús en Madrid - 29-10-2013 - 17:16:08h

Nunca he subido al circular de Madrid por placer, siempre ha sido para llegar a algún destino y utilizando tan solo un tramo. Con este articulo escrito y descrito de este modo te dan más ganas de subirte de vez en cuando al circular, sacar la cámara y disfrutar del recorrido.

Elena

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Elena - 27-08-2013 - 09:32:03h

He seguido esta ruta con el agosto madrileño en us esplendor. La ciudad vacía y yo sentada en el bus escuchando la banda sonora de este post.
Me ha gustado mucho este Madrid en trasporte público con ojos de visitante.


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