"Con 19 años, Rosa, amiga mía, dejé de creer en Dios, en los hombres y en la vida", leemos en el capitulo final de Los amores oscuros del filólogo y periodista Manuel Francisco Reina. (Jerez de la Frontera, 1974).

A lo largo de 600 páginas, el autor nos sumerge en el gran amor entre el narrador, Juan -en el libro- y Federico García Lorca. Desde los 17 años de Juan hasta esos 19 en los que comprende que la vida "no tenía sentido, ni estaba bien hecha, ni era justa". Son los últimos años de la República, el estallido de la rebelión nacional y la muerte del poeta, presentida por Juan, un estudiante y actor de Albacete, desde el momento en que conoce a Lorca, en Madrid, dónde transcurre la mayor parte de la historia.

Todo comienza con un diálogo en 2010 entre un Juan de 93 años y la doctora que le atiende en una clínica madrileña. "Yo fui el último amor de Lorca, y probablemente, la razón de su muerte", le confiesa ya desde el principio, y a partir de ahí se sumerge en el relato vívido de cómo conoció a Lorca a través de un academia de teatro, como iniciaron una relación intensa de amor, plagada de trabas, por los prejuicios sociales  y los de las familias de ambos.

Una historia apasionante con todos los ingredientes de un perfecto romance: días y noches sin salir del apartamento, escapadas, celos (flota aún el recuerdo del futbolista Rapún, anterior amante de Lorca), cartas poéticas llenas de sentido y aroma de jazmín, proyectos comunes (Lorca dirige y enseña a Juan que es actor)  y el peso desde las primear líneas de la narración, de la hermosa felicidad que sentimos que va a truncarse...

El relato de los amores entre Juan y Federico se desarrolla en un ambiente especialmente interesante y rico: el mundo de la literatura, el teatro la música, entremezclados como no podía ser menos con la política en aquellos turbulentos años treinta  del siglo pasado. Por el libro no sólo pasan sino hablan y actúan con los protagonistas personajes reales -de ambos "bandos"- como, entre muchos otros, Pura Ucelay, Manuel de Falla, Maruja Mallo, Dalí, Buñuel, Blas Infante, Miguel Hernández, Alberti, Luis Cernuda, Miguel de Molina, Rafael de León, Picasso, Luis Rosales, Agustín de Foxa, o incluso José Antonio Primo de Rivera, y su hermana Pilar, quiénes por cierto, estos últimos, salen bastante bien parados...

Si todo comienza con una confesión de Juan, todo termina cuándo Juan concluye su dramática historia (no pudo escapar a tiempo del odio y su amor fue asesinado en Granada como conoció a través de un recorte del ABC, y el arrastra la culpa ya que por su minoría de edad no podía salir de España y Lorca le habría esperado). Y justo después viene la sorprendente confesión del autor. Juan es, fue, Juan Ramírez de Lucas, actor, escritor, periodista, "la última ilusión amorosa de Federico", en palabras de Agustín Penón. Juan Ramírez de Lucas, confesó esta historia a un médico real con la intención de que algún día saliera a la luz. Gracias al relato de ese médico y su profunda investigación, reconstruye de forma novelada ese abrasado amor que duró poco más de dos años y con el que acabó la "espiral de sangre y odio" de un país que mata a sus poetas.

Manuel Reina ha convertido con habilidad extraordinaria y verbo elegante esta historia real en novela testimonio. Y ha rendido así homenaje a un héroe anónimo. Así lo retrata en la última frase del libro: "Él fue el último amor del poeta Federico García Lorca y su pasión definitiva. Los demás son sólo perros rabiosos que ladran a la luna."