Este libro, La violencia como noticia, expone de forma muy concreta un problema al que nos enfrentamos, y cada vez con mayor frecuencia, como usuarios de información. Desde los medios de comunicación se está creando un mal hábito, que lo único que espera es subir el límite de audiencia, pero como usuarios, y como ciudadanos, está en nuestra mano poder cambiar el rumbo de esta mala praxis.
Estamos habituados a ver asesinatos de mujeres en los numerosos medios de comunicación y escuchar al periodista de turno hablar de un crimen pasional, o hablar del agresor como un "loco de amor", que ha realizado tal atrocidad porque era incapaz de imaginar una vida sin esa mujer. En México, por ejemplo, las muertes por el narcotráfico se han convertido en el pan de cada día, y llega un momento en que la noticia ya carece del impacto esperado porque se ha convertido en rutina. Los periodistas están acosados por los propios narcotraficantes, y evitan ciertas palabras a la hora de redactar una noticia. Debemos recordar que lo que no se nombra, no se ve, desaparece de la realidad. Hay que pensar en la víctima y darle el lugar que le corresponde.
El periodista, como profesional de la información, tiene un compromiso ético con la sociedad. Debemos partir de la base de que cualquier texto periodístico no puede ser objetivo por completo, ya que la persona que realiza ese texto tiene una serie de influencias que se plasman en su escritura, ya sea una ideología concreta, un contexto social determinado, etc...Pero, un buen profesional, debe superar esos límites para conectar con el usuario de información, intentar dar un punto objetivo a la noticia, contar los hechos con exactitud y, sobre todo, buscar las palabras adecuadas en cada momento. Esto es, no llamar crimen pasional a un brutal asesinato, ya que con este tipo de eufemismos lo que hacemos es quitarle importancia a un hecho que es de una gravedad extrema.
José María Calleja repasa hechos acaecidos recientemente y de los que todos hemos leído o visto algo, por lo que nos hace reflexionar sobre el tratamiento periodístico que se ha realizado de esas noticias.
También, se pone de manifiesto el esfuerzo que realizan día a día los profesionales de la información, quienes no pueden realizar su trabajo por la censura existente en su país y, es más, algunos de ellos terminan pagando un precio muy alto, su muerte.
Acabo con las palabras del poeta Javier Sicilia, que no ha vuelto a escribir desde el asesinato de su hijo por unos narcos: "realmente me di cuenta de que no me alcanzan las palabras. Es un tema profundo para un poeta....Para mí la palabra es vida y no puedo escribir frente a esa ausencia de palabra viva que me arrancaron".