A veces un escritor debería desaparecer para allanar el camino a su obra (según Eco), otras -las más- tiene que fallecer para que se preste atención a su figura. En el caso que nos ocupa, salvando honrosas excepciones minoritarias, el autor ha tenido que morirse y además han tenido que pasar setenta años hasta que descubriéramos que teníamos un referente en la historia, que en la encrucijada más salvaje de nuestra vida común reciente había alguien como nosotros.

El libro que traigo es El hombre que estaba allí, la biografía de Manuel Chaves Nogales, un periodista digno de ese nombre cuyo principal atractivo residió precisamente en eso, en ser realmente un periodista o, si queremos afinar más, un historiador al instante.

Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944) fue, efectivamente, el hombre que estaba allí. Vio y contó la Rusia bolchevique, la Italia fascista, la Alemania nazi; apaleó conciencias con riesgo de quedarse sin amigos en la España absurda que nace en julio de 1936 y, como cualquier alma libre, tuvo que emigrar al no encontrar un hueco tolerante con su voz. Luego un París asustado y, tras poner la GESTAPO una x sobre su nombre, un Londres bajo las bombas... Y todo sin cambiar un ápice su discurso de denuncia permanente contra lo intolerable, contra lo vil, contra lo abominable.

El hombre que estaba allí es un libro y también un documental (con las únicas imágenes conocidas en movimiento de Manuel Chaves Nogales) que han visto la luz gracias a la desinteresada* aportación económica de muchas personas, un proyecto de crowdfunding como esos a los que ahora (principios de 2014) se quiere cortar las alas a mayor gloria de no sé qué concepto de cultura y ciudadanía. Los autores son Luis Felipe Torrente y Daniel Superviola, dos periodistas acostumbrados a trabajar en común que comenzaron la investigación tras una frase de Daniel a su compañero: "un buen día, recién rematado uno de nuestros trabajos al alimón, [Daniel] se plantó: "Luis, Chaves Nogales es nuestro hombre. Léelo y hablamos".

"Conseguir que la memoria de Manuel Chaves Nogales esté viva para todos quienes pretendan, hoy y mañana, incorporarse al oficio de periodista, es fundamental, porque difícilmente se les puede ofrecer un mejor ejemplo y un mejor maestro." Eso dice Soledad Gallego-Díaz en su prólogo. Se podría añadir que la potencia  de textos como A sangre y fuego, El maestro Juan Martínez que estaba allí, La agonía de Francia, La vuelta a Europa en avión o La defensa de Madrid es la de imágenes de historia viva por lo que si alguien se anima a echar un vistazo a El hombre que estaba allí le recomiendo que continúe con esas obras. No se arrepentirá.

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* Yo tuve el honor de participar en esta iniciativa con una minúscula aportación y puedo decir que no fue nada desinteresada: me interesaba mucho que esa investigación viera la luz. Y sé de buena tinta que amigos muy cercanos también lo hicieron.