¿Qué diríais que tenemos en común Tom Hanks, el presidente Obama, Whoopi Goldberg, Al Gore, el mismísimo rey Abdalá de Jordania, los protagonistas de Big Bang Theory y yo...? ¡Todos somos fans de Star Trek! Algunos tanto, tanto, que insistieron (y los más afortunados lo lograron) en participar en las series: Whoopi Goldberg no paró hasta que consiguió un papel en "La Nueva Generación" y el rey Adbalá apareció en un episodio de Voyager. Efectivamente, somos muchos a lo largo y ancho de este mundo los que desearíamos explorar el espacio.
Pero, vayamos por partes. En mi último post os comenté que acaba de empezar a leer Yellow Blue Tibia de Adam Roberts. Después de la Gran Guerra Patriótica, Stalin reúne a un grupo de escritores de ciencia ficción para que inventen un ataque extraterrestre que una a toda la Unión Soviética ante la amenaza común. A partir de esta idea, el autor teje una historia en la que se mezclan extraterrestres, agentes de la KGB, espías extranjeros y reflexiona sobre la naturaleza de la ciencia ficción, del comunismo y de la misma realidad. Todo esto con mucho humor y mucha ironía. La idea es inteligente, pero también surrealista y extraña. Nada es lo que parece. ¿O sí?
Como digo, Yello Blue Tibia me pareció entretenidísimo y al terminar me entraron unas terribles ganas de volver a ver un capítulo determinado de "La Nueva Generación"; esto combinado con un fin de semana de gripazo, hizo que viera más de un episodio y que se me despertara, además, un desmesurado apetito trekkie, por lo que me embarqué en mi Enterprise particular para explorar nuevos mundos en la red. En uno de estos viajes recalé en la página del Club Star Trek de España que en su portada daba noticia de la publicación en español de Redshirts de John Scalzi. Esta novela ha ganado el último premio Hugo y su autor es muy famoso, pero debo decir que yo no había oído hablar de él en mi vida.
En un futuro muy lejano, los jóvenes oficiales de la nave estelar Intrepid, comprueban con asombro la alta mortalidad de los nuevos reclutas... A partir de aquí, se embarcan en una investigación propia que les proporcione las respuestas que necesitan.
Tampoco me pude resistir esta vez... En este libro, Scalzi se sirve de uno de los tópicos más conocidos de la serie original y que se ha repetido en todas las secuelas y en otras series de ciencia ficción, pero le da la vuelta, lo amplia y consigue crear mucho más que una simple parodia.
No quiero desvelar más de la trama, que me ha parecido divertida e ingeniosa y que derrocha por los cuatro costados un claro amor por Star Trek. Aunque no ha sido del gusto de todos los fieles, sí lo ha sido del mío; un indispensable para los muy fans y un divertimento entretenido para cualquier lector de este género.