En esta última parte, la Fundación Cornish decide acometer uno de sus proyectos, la puesta en escena de Arturo de Britania, una ópera inconclusa de E.T.A. Hoffmann sobre la leyenda artúrica; el trabajo ingente de esta puesta en escena y las complicaciones que conlleva, hace que los involucrados en el proyecto se vean sumidos en un caos que se parece bastante al argumento de la propia ópera. En base a esta historia, Davies nos habla con mucha ironía del mundo de las artes escénicas, de los entresijos teatrales y musicales, de los estudios de musicología, de la vida académica, de los arcanos del tarot, de la vida gitana, de las leyendas artúricas... para hacernos reflexionar, como en las dos obras anteriores, de la absoluta necesidad del arte en todas sus manifestaciones, del arte como reflejo esencial de las grandes verdades de la vida.