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Como el viento entre los almendros

Juan Carlos Suárez Quevedo 26 de Junio de 2014 a las 09:08 h

"Una novela ambientada en Palestina de la trascendencia de Cometas en el cielo". Esta cita del Huffington Post, que aparece en la cubierta del libro, parece suficientemente atractiva para comenzar a leer esta novela.

 

El título original es The Almond Tree. ¿De dónde viene esa costumbre de cambiar los títulos en las traducciones de otros idiomas al español? Este fenómeno que se daba sobre todo en los títulos de películas de hace varias décadas, parece que aún perdura. El almendro de esta novela, es un árbol que tiene casi su propia personalidad dentro de la narración, gran parte de la vida de los protagonistas la comparten con el árbol, es testigo de las vicisitudes que les ocurren; incluso le bautizan con un nombre. Lo "del viento" creo que sobra y, desvirtúa un poco el sentido del título original. Una pequeña reflexión personal, que a muchos puede parecer irrelevante.

 

El libro trata de la relación entre palestinos y judíos, teniendo como fondo la Palestina ocupada y la guerra entre ambos pueblos. El protagonista es un hombre palestino que va narrando su vida y la de su familia. Paradójicamente, la realidad es que la autora es una mujer, americana y de origen judío: Michelle Cohen Corasanti.

 

Corasanti nació en Estados Unidos en el seno de una familia de fuertes convicciones religiosas, con grandes lazos con Israel y con un boicot a los productos alemanes. Tras vivir en varios países europeos, también en España, pasó siete años en Israel. Esta experiencia vital le dio la oportunidad de conocer un mundo distinto, mucho más abierto, que el que había aprendido en su sionista hogar americano y de formarse un punto de vista muy diferente sobre la realidad palestino-israelí.

 

Durante su estancia en Israel y Palestina vivió auténticos momentos difíciles, peligrosos, como atentados, bombardeos, actos violentos de represión y muchas situaciones enormemente injustas. Tanto que a su vuelta a Estados Unidos se implicó en actividades destinadas a lograr la paz en Oriente Medio, dedicándose especialmente a la  defensa del oprimido.

 

Como el viento entre los almendros es su primera novela, con una notable carga autobiográfica, basada en las experiencias vividas y en personajes que había conocido. La escribió después de haber permanecido 20 años guardando para sí todas sus vivencias. Pero llegó un momento en el que decidió que sus hijos conocieran todas las injusticias que ella había visto y que debería de hacer algo al respecto. Y fue así como Michelle escribió la historia que había llevado tanto tiempo dentro.

 

Esta novela nos permite adentrarnos una vez más en la crueldad y en la injusticia imperante en Oriente Medio desde que se creó el estado de Israel en 1948. Y su lectura nos sugiere unas eternas  reflexiones; preguntas casi inevitables como ¿a qué se debe la tremenda crueldad de los judíos? ¿Es una venganza por el Holocausto? Pero, ¿contra quien?, ¿contra la Humanidad, representada en el pueblo palestino? Algunos historiadores apuntan que de no haber existido el antisemitismo tan fuerte en Europa en la primera mitad el siglo XX, no se habría creado el estado de Israel, los judíos habrían permanecido en sus países de origen, y no habría existido este conflicto.

 

También encontramos en la novela otra realidad; aparecen judíos "buenos", partidarios de la convivencia y conscientes de las crueldades de Israel (sería el caso de la propia autora) que ayudan a los palestinos y entre los que a veces surgen auténticas relaciones de amistad, incluso matrimonios entre personas de los dos pueblos.

¿Este acercamiento significaría que, en la vida real, sería posible acabar con ese odio ancestral? ¡Ojalá!* Pero hay mucho que resolver aún. Del embajador de Palestina en España me llegó hace tiempo su afirmación de que hoy en día, después de casi 70 años de la creación del estado de Israel, los judíos nacidos allí consideran que ese es su país, su tierra, lo mismo que los palestinos. Y tienen toda la razón, decía el propio embajador; es su país, porque allí han nacido, tanto judíos como palestinos.

Entonces, estarán obligados a entenderse.

 

Nos podemos quedar con la consigna de Michelle Cohen Corasanti, y así acabar este post con espíritu esperanzado: "Qué las batallas que libramos sean por el avance de la raza humana".

 

*Su origen es un modismo del àrabe andalusí de "inch'allah", que puede traducirse por "quiera dios".

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