"En la Porte d'Italie, cuando llegamos y una mujer gritó: 'Vive les américains!', uno de mis compañeros respondió: 'No, señora Madame, yo soy un français'" (Manuel Lozano, soldado de la "Nueve")

El 24 de agosto de 1944, tras un avance ininterrumpido de más de 200 kilómetros en un solo día, la 2éme. Division Blindée del general Leclerc consiguió llegar a las puertas de París con la compañía número 9 del 3er. Batallón del Régiment de Marche du Tchad en primera línea. La misión de esta división era asegurar los puentes sobre el Sena para facilitar la entrada de las tropas estadounidenses del general Gerow en la capital.

Leclerc, cuyo verdadero nombre era Philippe De Hauteclocque, aristócrata y militar de brillante carrera, tenía dos frases que pronunciaba con frecuencia y que no dudaba en llevar a la práctica: "No me digan que es imposible" y "No hay por qué obedecer las órdenes idiotas".

Los alemanes, por supuesto, intentaron detener el avance de las unidades francesas que plantaron cara a los cañones antitanque. Leclerc, que no estaba dispuesto a dejar a los norteamericanos el honor de entrar los primeros en la capital, dio órdenes al capitán Raymond Dronne -jefe de la compañía "Nueve" (denominada en español) porque la mayoría de sus componentes eran españoles (146 de 160)- de dirigirse hasta el mismo centro de París con las fuerzas de que pudiera disponer.

Dronne con dos secciones de su compañía, tres tanques y una sección de ingenieros entró en París. Los parisinos pensaron al principio que aquellos soldados eran norteamericanos por los uniformes y las armas, pero luego creyeron que eran franceses. La sorpresa fue que, pasadas las nueve de la tarde, el primer militar aliado que entró al Ayuntamiento de París fue el teniente español Amado Granell y el primer half-track (vehículo semioruga) que llegó a la Place de l'Hôtel de Ville fue el Guadalajara, seguido del Teruel, Ebro... También fueron españoles los que el día siguiente, cuando ya había llegado a París toda la división blindada con Leclerc, detuvieron al general Von Choltitz -gobernador militar de la capital-.

El día 26 fue la "Nueve", con Amado Granell a la  cabeza, la que escoltó al general De Gaulle desde el Arco del Triunfo hasta Notre-Dame.

Tuvieron que pasar cinco largos y duros años para que aquellos hombres llegaran a ser los liberadores de París. La peripecia vital de muchos de aquellos españoles comenzó el 28 de marzo de 1939 embarcando en el Stanbrook en el puerto de Alicante hasta Orán; después, su confinamiento en un campo de trabajo para construir la vía del tren transahariano; el paso por la Legión Extranjera francesa o las tropas coloniales; los combates contra las tropas alemanas en el Norte de África, y su alistamiento en el ejército de la Francia Libre.

Muchos continuaron combatiendo hasta llegar a Berschtesgaden, el mismísimo Nido del Águila de Hitler, el día 4 de mayo de 1945 y muchos murieron. Al terminar aquel combate sólo quedaban en "la Nueve" dieciséis españoles.

Su hazaña en la liberación de París fue ocultada desde el mismo 25 de agosto de 1944 en la prensa (De Gaulle prefería decir que habían sido franceses los que liberaron Francia) y en la "Historia oficial". Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los aliados mantuvieron a Franco en el poder hasta su muerte en 1975. Los españoles que liberaron París acabaron exiliados en Francia, olvidados y sin reconocimiento alguno durante sesenta años. Pero fueron ellos los primeros.

Esto es lo que Miguel Ruiz -viejo y huraño republicano español exiliado en Francia- le contará a Paco -un joven que está investigando la historia de los republicanos españoles que combatieron en la Segunda Guerra Mundial-. Paco, poco a poco, va sacándole palabras a Miguel, que no quiere hablar del pasado. A medida que avanza la historia, Miguel va contando más y más detalles y va dando rienda suelta a sus recuerdos y sus emociones hasta admitir que bajo el nombre de Miguel Ruiz se esconde uno de los más brillantes soldados de "la Nueve".

Esta es la historia que Paco Roca (Valencia, 1969) lleva al papel magistralmente a través de un dibujo muy cuidado, limpio, con el sombreado justo para dar volumen a las figuras. El autor muestra un exhaustivo trabajo de documentación histórica en los vehículos, las armas y los uniformes, así como en los dibujos de personajes como el capitán Dronne, el teniente Granell o el general Leclerc. El mismo respeto muestra por la Historia para desarrollar el guión.

La estructura narrativa tiene algo de cinematográfico, saltando desde el presente, en blanco y negro, al pasado, en color, y de lo más cotidiano y trivial a lo más extraordinario y terrible.

Con Los surcos del azar Paco Roca ha recibido el premio a la mejor obra de autor español del pasado Salón Internacional del Cómic de Barcelona.

A setenta y cinco años del final de la Guerra Civil y el inicio del exilio de centenares de miles de españoles, y cuando se cumplen setenta años de la liberación de París, este libro es un homenaje a aquellos hombres que lo perdieron todo y no se rindieron nunca.