Estamos ante una magnífica novela del género que viene en llamarse biográfico o biografía novelada como la que comentamos en la reseña anterior de Juan Bonilla sobre el poeta futurista ruso Vladimir Maiakovski. Pero a diferencia del autor jerezano, no se puede decir de Carrère que practique la objetividad como narrador ajeno al protagonista. No en vano, nos advierte desde el principio que «Limónov no es un personaje de ficción. Existe y yo lo conozco». A partir de aquí, no oculta su admiración por el personaje, tanto de sus luces como de sus no pocas sombras.

Como en la anterior novela, ambos autores muestran la difícil habilidad poética de convertir a alguien de la vida real en un personaje literario sin abandonar la veracidad -que no siempre es verosimilitud- que toda biografía requiere. De ambos biografiados también hay que decir que son en sí mismos personajes de novela. Biografías noveladas en todo caso que no sustraen la pulsión creativa de toda buena novela, sea o no biográfica, que se precie.

Limónov es el apodo de Savenko, Eduard Veniamínovich Savenko, que en ruso es un juego de palabras entre limón y granada (el explosivo). Hace así alusión a la naturaleza del personaje: ácido y explosivo, dado a la excentricidad y a la polémica. Escritor, político ruso, y filósofo a su manera, nació en 1943 en la localidad ucraniana de Dzerzhinsk. Hijo de un oscuro agente del KGB, pronto se caracterizó por su compleja personalidad y su anhelo de protagonismo.

Seguidor de Stalin, parte de la novela recrea la época de Breznev, la llegada de la Perestroika de Gorbachov -a quien nuestro protagonista tilda de traidor-, lucha y pierde contra Yeltsin y se enfrenta a Vladimir Putin, fruto de cuya rivalidad surge el ahora ilegalizado por el mismo Putin Partido Nacional Bolchevique, con el fin de socavar la imagen del gobernante, quien no ha vacilado en perseguirle y encarcelarle en repetidas ocasiones. Amigo del escándalo fácil y la provocación, quizá por ello se encuentra en Limónov al hetero, al homosexual y al bisexual, pero también al nazi y al anarquista, al comunista y al liberal, lo que no le ha impedido -o quizá por ello- combatir junto a los serbios contra los croatas y en Bosnia contra los musulmanes.

Autor de una de las novelas que más escándalo ha causado en la Rusia posoviética: Al poeta ruso le gustan los negrazos, se ha declarado en repetidas ocasiones profeta del underground. Para huir de lo que él ha llamado la mediocridad de la cultura oficial, ha rehusado convertirse en un disidente como su envidiado y a la vez despreciado Nobel Joseph Brodsky. Mayordomo de un multimillonario, indigente y chapero en Nueva York, se refugió en la literatura, llegando a editar miles de ejemplares en Francia de la citada obra.  

Parte de la crítica ha comparado Limónov con A sangre fría. Más allá de las similitudes que pueda haber, no parece que Carrère haya destilado la misma sangre fría en novelar la vida de Limónov que el gran escritor norteamericano en acabar con la de la familia Clutter.

Buen excusa en todo caso para releer a Capote e inmejorable para leer a Carrère. No sólo A sangre fría, no sólo Limónov: El adversario, Una novela rusa, De vidas ajenas (todas en Anagrama), los ensayos Yo estoy vivo y vosotros estáis muertos o Werner Herzog. Y excelente momento para deleitarnos con películas adaptadas de sus novelas como L'Adversaire, Le Moustache, D'autres vies que la mienne o La Classe de neige.

Cuando había terminado este post me percaté de que Pilar Gómez Bachman ya escribió aquí sobre la novela, de modo que remito a su comentario. Espero que éste mío sirva de complemento.

Rafael Narbona también lo reseñó en El Cultural del 15 de febrero de 2013.