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El impostor

Javier Gimeno Perelló 6 de Marzo de 2015 a las 11:39 h

Aunque se presenta como novela, el último libro de Javier Cercas no lo es, estrictamente hablando. Pero la destreza de un buen escritor puede hacer de una no novela una obra que se pueda leer como tal. Estamos ante un fenómeno de esa naturaleza.

El impostor son dos historias en una, algo de lo que nuestro autor es un gran aficionado y sin duda convertido con el tiempo en un genio en el manejo de esa difícil técnica narrativa, más compleja aun cuando se trata de mezclar la literatura con lo metaliterario: la trama con la forma de contarla sin que ésta se deslinde de aquélla y sin perder un ápice de fuerza.

 

Lo que podríamos considerar primera parte es justamente, al modo de sus Soldados de Salamina, la historia de su historia, vale decir, el cómo se fraguó y por qué decidió contarla. Aun siendo interesante, no lo es menos la historia propiamente dicha. Y aquí entramos en su naturaleza y sus consecuencias, cerrando de este modo el círculo de lo metaliterario iniciado en la primera parte.

El impostor es la vida de un personaje, Enric Marco, que no por haber existido -y que sepamos, hasta el día de hoy, a sus noventa y muchos años- es menos literario, pese a algunos críticos. Un personaje cuya infancia fue difícil, de madre con mala reputación (en la España de los años 20), criado y educado en un hospicio barcelonés, que de adulto desempeñó muchos trabajos para sobrevivir, que antes de la guerra civil simpatizó con los anarquistas de Buenaventura Durruti, que se hizo mecánico de coches, que emigró a Alemania después de la guerra, etc. Hasta aquí, el personaje no tendría mayor interés si no existiera el famoso punto de giro, que diría un profesor de taller literario, cuando el personaje de la vida real se transforma en literario pero justamente porque no abandona la realidad sino que trata de modificarla en su propio beneficio hasta que alguien le descubre: el niño maltratado, el joven aprendiz, el mecánico, el emigrante, sería uno más de tantos millones si no fuera por haberse creado su propio personaje en la figura de un impostor que durante años se hizo pasar por militar republicano primero, luego exiliado y militante antifranquista, y finalmente, víctima del horror nazi  en un campo de exterminio alemán y secretario general del sindicato anarquista CNT, hasta que en 2005 un historiador apellidado Bermejo descubrió su impostura. Y aquí es donde entra la figura del narrador.

Como afirma García Gual en su magnífica crítica, nuestro protagonista se identifica con el Narciso de Ovidio porque "no se enamora de sí mismo, sino que precisamente evita conocerse como es y así prefiere inventarse de otra manera". 

Como señalábamos, El impostor son dos historias en una y, en este sentido, tiene un doble interés. Además de la peripecia del protagonista que aun siendo crudamente real es motivo de la excelente novela que sin quererlo escribe Cercas, no podemos dejar de lado la relación que establece aquél con su personaje y con el propio Enric Marco, que, obviamente, actúa con nombres falsos hasta desvelarse su impostura.

"¿No ha tenido usted más de una vez la sospecha de que era yo el que había vivido lo que había vivido y había inventado lo que había inventado sólo para que usted lo contase?", le pregunta Enric Marco al autor en uno de los encuentros que tuvieron ambos antes de decidirse éste a escribir. Porque, en definitiva, le recuerda Marco, usted ejerce la superioridad moral porque "quiere salvarme para salvarse usted".

En su conflictiva relación con su personaje, Javier Cercas se compara con Cervantes en la igualmente conflictiva con Don Quijote: "Para mí -sentencia Cercas parafraseando a Cervantes- sólo nació Enric Marco y yo para él; él supo obrar y yo escribir, sólo los dos somos para en uno".

La impostura de Marco, aun siendo gravísima especialmente para quienes sufrieron la guerra y tuvieron luego que exiliarse, y peor aún, sobrevivieron a la crueldad nazi en aquellos campos de la muerte, no nos es ajena. Como señala Cercas en las últimas páginas, Enric Marco "se inventó una vida cuando todos lo hacían" en los años de la Transición, cuando España cultivaba el "narcisismo colectivo" bajo el cual no pocos se erigieron en héroes de la revolución antifranquista y víctimas de la represión, en desprecio a quienes de verdad lo fueron, aceptando a renglón seguido lo que vino a conocerse como "memoria histórica", lo que para el autor no fue sino "un sucedáneo, un abaratamiento, una prostitución de la memoria", o lo que es lo mismo, una suerte de adulteración de la historia que ha terminado por hacerse moda.

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Comentarios - 2

Dragolandia

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Dragolandia - 18-05-2015 - 17:03:58h

Excelente reseña Javier, sigo siempre que puedo tus artículo y son de los mejores, me gusta mucho tu estilo de redacción.

carlos lombas

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carlos lombas - 14-03-2015 - 11:28:45h

Si dejas de lado la indignación que nos produce la impostura y la mentira, cuando es más manipulación y más mentira, un personaje como Enric Marco, se nos presenta cercano, incluso en el entorno laboral.
Pero llegando al trabajo de Javier Cercas, lento, concienzudo, en espiral, paciente, y algo despiadado, no escribe para justificarlo, o perdonarlo, solo extiende la historia de España, y de Europa después del conflicto bélico, y como siempre, aquí no se verifica la información para publicar, ni se ha hecho ni se hará en los medios intencionados y partidistas, así van perviviendo héroes que le han ido muy bien al poder, hasta que muere por el peso de sus mentiras, o porque alguien investiga la verdad.
El libro es muy bueno, lento, un poco tórrido, pero merece la pena todo ese esfuerzo narrativo e histórico.


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