¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
Saeta popular
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!.
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!.
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en la mar!
Machado nunca ocultó su animadversión hacia el catolicismo oficial. Por eso, así de primeras, sorprende enterarse de que uno de sus poemas más conocidos es La Saeta. Una composición cuyo título puede inducir a error, pues lo que realmente hace Don Antonio en ella es rechazar de manera explícita esa manera tan morbosa de sentir y vivir la fe que uno asocia inevitablemente a Andalucía en estas fechas del año. Algo que, paradójicamente, no ha impedido que La Saeta se haya convertido, musicalizada por el inigualable Joan Manuel Serrat, en una especie de himno oficial de la Semana Santa sevillana. En cualquier caso, y creencias religiosas aparte, lo que resulta innegable es que esta composición es, en cierto modo, un homenaje que Machado rinde a las gentes y tradiciones andaluzas y, sobre todo, un hermoso poema que resulta aún más bello cuando se oye en la voz del Trovador del Mediterráneo.