Una visión desde diferentes puntos de vista de la vida y obra de Don Santiago Ramon y Cajal
Primer Centenario,
concesión del Premio Nobel
Don Santiago Ramón y Cajal
REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESPAÑA
2006
Depósito legal: M. 48.508-2006
Impreso en Realigraf, S. A.
Pedro Tezano, 26
28039 Madrid
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ÍNDICE
Introducción ....................................................................
Dr. Alberto Portera:
«Cajal en su infancia y juventud» ....................................
Dr. Antonio Bascones:
«Cajal, profesor e investigador» .......................................
Dr. Gonzalo Bravo:
«Trascendencia de la teoría de la neurona» ......................
Dr. Benjamín Fernández:
«Cajal naturalista» ............................................................
Dr. Jesús Martínez-Falero:
«Don Santiago: humanismo y su obra literaria» .............
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INTRODUCCIÓN
Dr. JESÚS MARTÍNEZ-FALERO MARTÍNEZ
Un hito fundamental en la historia de nuestra ciencia es la
concesión del Premio Nobel de Medicina a Cajal, el científico
español más importante que ha tenido España en el siglo XX
y que alcanzó gran relieve universal.
La comunicación oficial del Real Instituto Carolino de Estocolmo,
decía literalmente, en perfecto castellano así: «El Instituto
Carolino de Medicina y Cirugía está facultado para
recompensar con el premio fundado por don Alfredo Nobel,
el descubrimiento científico más importante que durante los
últimos tiempos haya venido a enriquecer la Fisiología y
la Medicina, ha acordado, el día de la fecha, conceder a don
Santiago Ramón y Cajal la mitad del premio, correspondiente
al año 1906, en atención a sus méritos y trabajos sobre
la estructura del sistema nervioso. Estocolmo, 25 de octubre
de 1906».
Todos sabemos que el Premio fue compartido con Camilo
Golgi, científico italiano de Pavía, pero que no tuvo el reconocimiento
internacional como don Santiago. Cada uno dotado
con veintitrés mil duros (115.000 ptas.).
Nosotros a quien vamos a glosar es a Cajal, que nació en
Petilla de Aragón, pueblo de Navarra y enclave en la provincia
de Zaragoza en el año 1852.
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CAJAL EN SU INFANCIA Y JUVENTUD
Dr. ALBERTO PORTERA SÁNCHEZ
Cajal inicia así su autobiografía:
. Nací el 1 de mayo de 1852 en Petilla de Aragón. Los
azares de la profesión médica llevaron a mi padre Justo Ram
ón, aragonés de pura cepa y modesto cirujano, a la insignificante
aldea en la cual transcurrieron los dos primeros años de
mi vida (Fig. 1 y 2).
. Fue mi padre de un carácter enérgico laborioso... lleno
de noble ambición. Era mi madre... joven, hermosa y robusta
montañesa (Fig. 3).
A pesar de las confrontaciones que existieron entre el padre
y el hijo, Cajal reconoce su enorme deuda:
. No puedo quejarme de la herencia biológica paterna.
Con su sangre me legó prendas morales a las que debo todo lo
que soy: la voluntad soberana, la fe en el trabajo, la convicción
de que el esfuerzo perseverante es capaz de modelar y organizar
desde el músculo hasta el cerebro...
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 1
Figura 2
11
Cajal en su infancia y juventud
. De él adquirí... la hermosa ambición de ser algo... de no
reparar en sacrificios para el logro de mis aspiraciones ni torcer
jamás mi trayectoria por motivos segundos y causas menudas.
. Es innegable que las ideas y ejemplos paternos representan
normas decisivas en la educación de los hijos y causas
principalísimas de los gustos e inclinaciones de los mismos.
A la edad de cuarenta años visitó Petilla de Aragón, donde
había vivido los dos primeros años de su vida:
. He sentido más de una vez vehementes deseos de conocer
la aldehuela humilde donde nací.
. Deploro no haber visto la luz en una gran ciudad...
pero... debí contentarme con mi villorrio triste y humilde.
Figura 3
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Impulsado por tan naturales sentimientos emprendí... cierto
viaje a Perilla.
. Caballero en mulo... púseme en camino cierta mañana
del mes de agosto... aparecióseme la típica, la desolada, la trist
ísima tierra española... montañas desnudas de tierra vegetal
(Fig. 4).
Figura 4
. Es Petilla uno de los pueblos más pobres y abandonados
del Alto Aragón sin carreteras ni caminos vecinales. Sólo sendas
ásperas angostas conducen a la humilde aldehuela (Fig. 5).
. El panorama... no puede ser más romántico y, a la vez,
más triste y desolado... parece ser lugar de castigo y expiación.
. Una gran montaña, áspera y peñascosa... llena con su
mole casi todo el horizonte... colosales peñas... especie de murallas
ciclópeas surgidas allí a impulso de algún cataclismo geol
ógico.
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Cajal en su infancia y juventud
. ...recuerdo... la humilde casa en que nací, fábrica ruinosa,
casi abandonada (Figs. 6 y 7).
Figura 5
Figura 6
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 7
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Cajal en su infancia y juventud
A los cuatro años de edad inicia su escolaridad:
. Mi educación e instrucción comenzaron en Valpalmas
cuando yo tenía cuatro años de edad... en la modesta escuela...
aprendí los primeros rudimentos de las letras... (Figs. 8 y 9).
Figura 8
. ...pero... mi verdadero maestro fue mi padre, que
tomó... la tarea de enseñarme a leer y escribir y de inculcarme
nociones... de geografía, física, aritmética y gramática... para él
la ignorancia era la mayor de las desgracias, y el enseñar, el más
noble de los deberes.
. Gracias a los cuidados de mi padre... a los seis años
escribía correctamente y poseía nociones de geografía, francés
y aritmética (Fig. 10).
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 9
Figura 10
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Cajal en su infancia y juventud
Simultáneamente surgía en él un intenso deseo de admirar
el mundo que le rodeaba:
. ...era yo... entusiasta de la vida al aire libre... cultivador
de los juegos atléticos y de agilidad (Fig. 11).
. Entre mis inclinaciones naturales, dos predominaban...
el curioseo y contemplación de los fenómenos naturales y cierta
antipatía... por el trato social.
La admiración de los fenómenos naturales le producía, adem
ás de una clara satisfacción, una reclusión en sí mismo:
. Durante mi niñez fui criatura díscola, excesivamente
misteriosa, retraída y antipática... Aún hoy... perdura en mí
algo de esa arisca insociabilidad tan censurada por mis padres
y amigos.
Figura 11
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
. ...hay un egoísmo refinado en rumiar las propias ideas...
Ello aporta cierto deleite... Lejos de los hombres nos hacemos
la ilusión de ser completamente libres. La soledad produce algo
así como una autoposesión.
. La admiración de la naturaleza constituía... una de las tendencias
irrefrenables de mi espíritu... los esplendores del sol, la
magia de los crepúsculos, la alternativa de la vida vegetal, la decoraci
ón variada y pintoresca de las montañas (Fig. 11).
. Sobrevino en mí la pasión por los animales... por los
pájaros de los que hacía gran colección... llegando a contar con
30 ejemplares diferentes... asistí al maravilloso proceso de la incubaci
ón... seguir paso a paso la metamorfosis del recién nacido.
A la edad de siete años surgen sus primeros pensamientos
y dudas filosófico-religiosos como consecuencia de la enorme
impresión que le produjo la muerte de un ser humano:
. Estábamos los niños reunidos en la escuela... tarde, encapot
óse rápidamente el cielo... cuando, de repente, sonó formidable
y horrísono estampido que heló la sangre en nuestras
venas... espantados, corriendo como locos, buscábamos ansiosamente
la salida.
. Una voz salida de entre el gentío nos llamó la atención
acerca de cierta figura extraña, negruzca, colgante en el pretil
del campanario... allí, bajo la campana, yacía exánime, el pobre
sacerdote, que murió pocos días después (Fig. 12).
. Un rayo o centella había caído en la torre fundiendo
parcialmente la campana y electrocutando al párroco. Por
primera vez cruzó por mi espíritu, profundamente conmovido,
la idea del desorden y de la inarmonía.
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Cajal en su infancia y juventud
. ...sabido es que para el niño la naturaleza constituye
perpetuo milagro... adquirido por las enseñanzas del catecismo,
de que existe en las alturas un Dios que vigila piadosamente la
marcha del gran artículo cósmico e impone y sostiene la concordia
entre los elementos.
. ...de improviso tan hermosa concepción, que yo había
adoptado, se tambalea. La riente paleta del sublime Artista se
entenebrece; inopinadamente, el idilio se trueca en tragedia. Mi
espíritu flotaba en un mar de confusiones, y las interrogaciones
angustiosas se sucedían sin hallar respuesta satisfactoria.
A los ocho años su familia se traslada a Ayerbe:
. Cumplidos mis ocho años, mi padre solicitó y obtuvo
el partido médico de Ayerbe, villa importante de la provincia
de Huesca... su ruinoso y romántico castillo, desde lo
Figura 12
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
alto del monte, parecía contarnos heroicas leyendas y lejanas
grandezas.
Consciente del desarrollo muscular propio de la adolescencia,
disfrutaba de la utilización de su cuerpo:
. Merced a gimnasia incesante, mis músculos adquirieron
vigor, mis articulaciones agilidad y mi vista perspicacia. Brincaba
como un saltamontes; trepaba como un mono; corría
como un gamo. Mi habilidad en asaltar tapias y en trepar a los
árboles diéronme pronto triste celebridad (Fig. 13).
Su habilidad natural por el dibujo y la pintura iba a ser
causa de persistentes problemas con su padre:
. Por entonces comenzaron con gran incremento mis instintos
artísticos... tendría yo como ocho o nueve años.
. Una pared lisa y blanca ejercía sobre mí irresistible
fascinación... más como no podría dibujar en casa, porque mis
padres consideraban la pintura distracción nefanda, salíame al
campo y copiaba carretas, caballos, aldeanos y cuantos accidentes
del paisaje me parecían interesantes.
. Mi sistemático arrinconamiento... nació de la necesidad
de sustraerme, durante mis ensayos artísticos... a la severa vigilancia
de las personas mayores.
. Mi padre... carecía totalmente de sentido artístico... dicha
tendencia, harto positivista, no fue originaria sino adquirida;
constituía adaptación excesiva, impuesta por el hosco ambiente
moral que rodeó su juventud.
. Descontento del mundo que me rodeaba, refugiéme dentro
de mí. En el teatro de mi calenturienta fantasía sustituí los
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Cajal en su infancia y juventud
Figura 13
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
seres vulgares por hombres ideales, sin otra ocupación que la
serena contemplación de la verdad y de la belleza...
. ...viendo la ardiente vocación demostrada hacia la pintura,
decidióse mi padre a que yo renunciara a los devaneos del
dibujo y me preparara para seguir la carrera médica... así surgió
en mi padre la oposición obstinadísima contra una vocación
tan claramente afirmada y definida.
Las dificultades derivadas de sus aficiones artísticas afectaron
su integración en la escuela:
. Asistía a la escuela, pero atendía poco y aprendía menos.
En la escuela, mis caricaturas indignaban al maestro, que
más de una vez recurrió a la pena del calabozo, al clásico
cuarto oscuro.
. Hallándome próximo a cumplir los diez años, decidió
mi padre llevarme a estudiar el bachillerato a Jaca, a un colegio
que gozaba de fama de enseñar muy bien y domar a maravilla
a los muchachos díscolos y revoltosos (Fig. 14).
. Mi padre, intelectualista y practicista a ultranza, estaba
muy lejos de ser un sentimental. En su sentir, la pintura, la
escultura, la música, hasta la literatura, no constituían modos
formales de vivir, sino ocupaciones propias de gandules y de
gente... trashumante y cuyo término no podría ser otro que la
miseria y la desconsideración social.
En 1862 se desplaza a Jaca:
. Cierta hermosa mañana de septiembre púseme en camino
para la ciudad fronteriza. Era la primera vez que abandonaba
el hogar, y una impresión de vaga melancolía embargaba mi
ánimo.
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Cajal en su infancia y juventud
Figura 14
Figura 15
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
. El camino, tórnase interesante. La carretera serpentea
por las orillas del Gállego, cuyas corrientes marchan en
unos puntos someras y desparramadas, en otros se concentran
y precipitan tumultuosamente (Fig. 15).
. ...quedaron profundamente grabados en mi retina los
gigantes mallos de Riglos, semejantes a columnatas de un palacio
de titanes; y el sombrío y fantástico Uruel... colosal esfinge,
que guarda la entrada del valle de Aragón.
. Llegados a Jaca, mi padre pesentóme a los reverendos
Escolapios. Encargóles que vigilaran severamente mi conducta
y me castigaran sin contemplaciones en cuanto me desmandara
en lo más mínimo.
Se siente cada vez más atraído por el mundo del arte y,
como contrapartida, se hacen más llamativos sus fracasos
escolares:
. Retoñaron vigorosamente mis delirios artísticos. Cobré
odio a la gramática latina, inauguróse en mí esa lucha sorda y
tenaz, física y moral, entre el cerebro y el libro.
. Confieso paladinamente que del mal éxito de mis estudios
soy el único responsable. Mi cuerpo ocupaba un lugar en
las aulas, pero mi alma vagaba continuamente por los espacios
imaginarios... la letra resbalaba en mi cabeza sin grabarse en el
cerebro.
La observación del mundo natural que le rodeaba era una
continua necesidad:
. Afortunadamente, hallaba yo en el cultivo del arte y en
la contemplación de la naturaleza grandes consuelos. En pre25
Cajal en su infancia y juventud
sencia de aquella decoración de ingentes montañas que rodean
la histórica ciudad del Aragón, olvidaba mis bochornos, desalientos
y tristezas.
. La ciudad misma tenía para mí inefables encantos. Gust
ábame saborear las bellezas de su vieja catedral, encaramarme
en las murallas y explorar torreones y almenas (Figs. 16-17).
. Mi aspiración suprema era remontar el río... y escalar
las cimas del Pirineo. ¿Qué habrá allí... tras esos picos gigantes,
blancos, silenciosos e inmutables? ¿Se verá Francia quizá,
con sus verdes montañas, sus fértiles valles y sus bellísimas
ciudades?
. No sentía la menor afición por los estudios llamados
clásicos y singularmente por el latín, la filología y la gramática.
Vivía aún en esa dichosa edad en que el niño siente más admiraci
ón por las obras de la Naturaleza que por las del hombre.
Los castigos en la escuela se incrementan:
. Vista la inutilidad de los castigos, acordaron los dómines
ensayar conmigo la pena del ayuno. Cada día debía cumplir
mi condena. Al acabar la clase se me encerraba en el aula
quedándome sin comer hasta la noche. Al fin dejé de asistir a
clase y escribí a mi padre lo que pasaba.
. Cuando regresé a Ayerbe mi pobre madre apenas me
reconoció... seco, filamentoso, poliédrica la cara, hundidos los
ojos, largas y juanetudas las zancas, afilados la nariz y el ment
ón, semejaba tísico en tercer grado.
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 16
Figura 17
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Cajal en su infancia y juventud
En 1864 inicia sus estudios de bachillerato en Huesca y
percibe por primera vez la sensación de independencia y
libertad:
. ...el autor de mis días gestionó mi traslación a Huesca,
la antigua capital del reino de Aragón, donde me instaló en
modesta casa de huéspedes. Estaba situada cerca de la catedral,
en el llamado Arco del Obispo (Fig. 19).
Figura 19
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 18
. Dueño absoluto de mi voluntad, fue mi primera providencia
comprar papel y caja de colores, a fin de traducir a la
acuarela mis novísimas impresiones artísticas.
La ciudad le impresiona como objeto de admiración y como
fuente de cultura y desarrollo intelectual:
. A los doce años, la brusca inmersión en la vida ciudadana
constituye revolucionaria lección. Todo es diferente: las
calles se alargan y asean; las casas se levan y adornan; el comercio
se especializa; las sobrias iglesias se transforman en sustuosas
catedrales; las librerías aparecen y con ellas se abre una
amplia ventana hacia el Universo (Fig. 18).
. Necesita el jovenzuelo habilitar territorios cerebrales
antes en barbecho, la organización cerebral se enriquece y
refina; se sabe más y se juzga mejor.
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Cajal en su infancia y juventud
. ...la capacidad intelectual de un hombre está en relación
con la dimensión de la ciudad donde transcurrieron su niñez
y mocedad.
. ...La catedral oscense es admirable creación del arte
ojival: la elevada torre del reloj, que franquea la hermosa fachada
labrada en el siglo XIV por el vizcaíno Juan de Olózaga. La
majestuosa puerta gótica, guarnecida por siete ojivas de amplitud
decreciente, decoradas con esculturas de apóstoles, profetas
y mártires (Figs. 20, 21, 22 y 23).
Sus lecturas infantiles son escasas. Como consecuencia se
desarrolla su espíritu romántico e imaginativo:
. ...en mi casa no se consentían libros de recreo. Mi padre
rescatábalos de nuestra insana curiosidad, pero mi madre nos
consentía leer alguna novelilla romántica, algunas poesías de
Figura 20
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Figura 22
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
romanticismo. Ningún libro de Rousseau, Chateaubrian, Victor
Hugo, etc., había llegado a mis manos.
. Un día me asomé a la ventana de cierto desván y contempl
é, ¡oh gratísima sorpresa! Variadísima colección de novelas,
versos, historia, poesías y libros de viajes... estudié un plan
de explotación de aquel inestimable tesoro y durante el sueño
de los inquilinos, coger libros codiciados de uno en uno...
saboreé las obras más interesantes de la biblioteca.
. ¡Cuántas exquisitas sensaciones de arte me trajeron aquellas
admirables novelas!
. Casi todas las novelas pertenecían a la escuela romántica,
cuyos héroes parecen forjados expresamente para subyugar
a la juventud.
En el párrafo que sigue parecen existir los rudimentos de
su mente analítica y de su insaciable curiosidad que le permiten
ser una gran descubridor, en solitario, como Robinson
Crusoe:
. El Robinson Crusoe revelóme el poder del hombre enfrente
de la naturaleza. ¡Qué soberano triunfo debe ser .pensaba
. explorar una tierra virgen, contemplar paisajes inéditos
adornados de fauna y flora originales, que parecen creados
expresamente para el descubridor...
Ante su persistente fracaso escolar, su padre toma una decisi
ón drástica:
. El 1865 interrumpí los estudios por estimar el autor de
mis días que su hijo carecía de madurez... durante mi tercer
curso de bachillerato, curso que marcó el período más agitado
y azaroso de mi vida estudiantil.
33
Cajal en su infancia y juventud
. Por castigo... debí acomodarme de mancebo en una
barbería... perseguía mi padre dos fines: atarme corto, privándome
de vagar... y, además, enseñarme un oficio con que pudiera
algún día ganarme el sustento.
. A los catorce años sentí mi esclavitud como un castigo
excesivo. ¡Precisamente cuando vibraba todavía mi alma con la
honda sacudida del choque romántico!, verme forzado a empu-
ñar la sucia y jabonosa brocha barberil.
A pesar de todo, su reintegración a los estudios continuó
ofreciendo resultado deficientes:
. Después de lo expuesto, huelga decir que mi instrucción
científica y literaria progresó muy poco durante el curso de
1866, el curso habríase salvado sin contratiempo si el catedrá-
tico de griego no me hubiese convertido en blanco de su mal
humor.
. Di por seguro el fracaso, y no me atreví a presentarme
a examen... púsose furioso mi padre, amenazándome con ejemplar
y radical escarmiento. Antes de terminar el mes de junio,
puso por obra su proyecto, asentándome de aprendiz con cierto
zapatero (Fig. 24).
. Obligóme a tragar un mal cocido, a dormir en oscuro
y destartalado desván lleno de ratones y telerañas. Privada la
fantasía de todo instrumento expresivo, vivió de sí misma.
Jamás... soñé cosas más bellas, altas y consoladoras.
. Había transcurrido un año de mi vida zapateril cuando
mi padre, satisfecho del experimento educativo, dispuso mi
vuelta a los estudios.
Poco después inicia la carrera de medicina en Zaragoza.
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Figura 24
Conclusión
Los fundamentales descubrimientos de Cajal permiten, sin
lugar a dudas, otorgarle la paternidad de los conocimientos de la
estructura del sistema nervioso y considerarle como uno de los
científicos más importantes de la historia de las Neurociencias.
Teniendo en cuenta sus naturales cualidades, su tenacidad
y su imaginación, Cajal podría haber conseguido triunfar en
cualquier actividad artística o profesional. Estuvo a punto de
ser un aceptable barbero e, incluso, podría haber dirigido una
magnífica peluquería. Pudo también haber sido un excelente
diseñador de zapatos. Estuvo muy cerca de ser un médico de
familia como su padre... pero... su encuentro con el microscopio
cambió el rumbo de su vida. Este encuentro se puede
considerar como el instante más importante de las Neurociencias.
Muchos investigadores de renombre lo habían usado para
sus estudios histológicos, pero nadie había conseguido el enorme
caudal de información que acumuló Cajal (Fig. 26).
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Cajal en su infancia y juventud
Figura 25
Figura 26
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
El microscopio, utilizado como instrumento, permitió a
don Santiago abrir la mágica puerta por la que su ávida mente
penetró en su propia mente para descubrir e interpretar las
maravillosas y complejas estructuras y funciones del más perfeccionado
sistema del universo hacia el que la vida ha evolucionado:
el cerebro humano.
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CAJAL, PROFESOR E INVESTIGADOR
Dr. ANTONIO BASCONES MARTÍNEZ
Lejos quedaban ya las zalagardas y juegos de su juventud.
Ahora tenía que poner el temple del esfuerzo y tesón
en la consecución de su objetivo. Día tras día desparramaba
por doquier su ilusión, capacidad de trabajo y observaci
ón. El alma no es colágeno, ni bioquímica, ni ADN, es
sobretodo y ante todo el centro de nuestro yo, de nuestro
sentir, de nuestro palpitar y un alma excelente es el contrapunto
de un alma mediocre y mezquina y Cajal poseía la excelencia.
La generación del 98 dió a España grandes pensadores, escritores
y científicos, ya que los intelectuales, dispersos en los
distintos campos del saber, se debatían entre una profunda idea
de España y las miras a una Europa, y Cajal, junto con Unamuno,
Valle Inclán, Ganivet, Baroja, Ramiro de Maeztu, Azor
ín, los Machados, Ramón Jiménez, etc., fue un buen ejemplo
de esta élite cultural e intelectual.
Cajal siempre se consideró un patriota y continuamente
por su boca manifestaba el amor a su patria.
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
En 1870 empieza la carrera de Medicina y allí destacan sus
inclinaciones a la literatura, gimnasia y filosofía.
Su padre le acomodó de mancebo en casa de don Mariano
Bailo, gran cirujano y hombre reputado y cabal, en palabras de
don Santiago. Tenía diecisiete años cuando su padre se trasladó
a Zaragoza y ocupó la plaza de profesor interino de disección.
Este entusiasmo hacia la anatomía quiso transmitir a su hijo
formándolo como un hábil disector.
Ambos trabajaron, codo con codo, en la sala de disección,
lo que hizo que al finalizar el segundo curso de Medicina obtuviera
el cargo de ayudante de disección.
Su afición era tal que se dedicó con más intensidad a la Anatom
ía y Fisiología, dejando un poco las Médicas y Quirúrgicas.
En 1873 obtiene el título de Medicina a los veinte años,
pero como médico militar fue destinado a Burgos y un año
después capitán a Cuba. Regresa en 1875 de Cuba, enfermo de
paludismo. Poco a poco fue recuperándose y en 1877, como
Doctor en Medicina, obtiene el puesto de Profesor auxiliar
interino en la Facultad de Medicina de Zaragoza.
Empieza su carrera profesional y científica. Para ello compra
a plazos un microscopio, un microtomo y con reactivos
apropiados monta su primer laboratorio en un desván. Su trabajo
era de autodidacta, lo hacía en soledad, supliendo con
ingenio, entusiasmo y fuerza de voluntad sus carencias formativas.
Su curiosidad se paseaba por los glóbulos de la sangre,
células epiteliales, corpúsculos musculares, nervios, dibujando
y fotografiando todo lo que veía, dejando para la posteridad
gran cantidad de dibujos y fotografías.
Años después, en 1878, realiza el examen de Catedrático de
las plazas de Zaragoza y Granada, en contra de su voluntad y
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Cajal, profesor e investigador
presionado por su padre. No tuvo suerte y según su juicio,
junto con ciertos deficiencias en el conocimiento de la anatom
ía comparada, manifestó rudeza y provincianismo en su porte
y dicción, aunque llamaron la atención sus dibujos en la pizarra
y su conocimiento de la anatomía descriptiva.
Sin embargo, a pesar de los resultados finales negativos,
Cajal supo abrirse camino en las oposiciones, dejando su nombre
colocado para futuros torneos. Poco después es nombrado
Director de los Museos anatómicos y se casa. En 1880 publica
su primer trabajo científico al mismo tiempo que nace su hija
mayor, Fe. Los años transcurren con las publicaciones y los
hijos. Así en 1882 viene al mundo su hijo Santiago. Al año
siguiente gana la cátedra de Valencia, lo que le obliga a un
traslado. Aquí nace su tercera hija, Paula Vicenta, y practica
escarceos literarios en el Ateneo Valenciano, donde ingresa y
trata de formarse en este campo de la cultura, evitando la
atrofia cerebral que señala en sus compañeros que sólo conocen
la materia que practican. Vuelve a reiniciar un laboratorio
de investigación, practicando la docencia y clases particulares,
para sufragar los gastos que de él se derivaban, enriqueciéndole
con nuevos materiales. Merced a la redacción de un informe
para la Diputación de Zaragoza obtuvo como premio un microscopio
Zeiss. Nace en esta época su cuarto hijo, Jorge, y
nuestro hombre escribe y trabaja sin cesar. En 1887 obtiene la
Cátedra de Barcelona y con Simarro aprende la técnica de
tinción de Golgi. En este año nace su quinta hija, Enriqueta.
Ya es un investigador conocido, ya su nombre camina de
boca en boca y ya sus trabajos se conocen y publican, pero
sólo en España. En 1888 demuestra la individualidad de las
células nerviosas editando la Revista de Histología Normal y
Patológica. Había llegado al cénit de la madurez intelectual
y científica, pero no era conocido todavía a nivel internacional.
Es en 1889, en el Congreso de Berlín, cuando demuestra
sus descubrimientos, siendo el gran Kölliker el que le descubre
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
cambiando la incredulidad y escepticismo de todos en esperanza
y admiración de algunos.
En 1890 su hermano Pedro gana la Cátedra de Cádiz, escribe
su manual de Anatomía Patológica que tuvo múltiples ediciones
y nace su sexta hija, Pilar. En 1892 consigue la Cátedra de
Histología en Madrid y nace su séptimo hijo, Luis. Es elegido
miembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid y aquí en
su discurso sobre la investigación científica es donde se labran
los consejos y las reflexiones que hacen famoso a Cajal en esta
faceta doblemente intelectual, el escritor y el investigador.
Es en 1897 cuando es elegido Académico Numerario de la
Real de Medicina. Esta época es de grandes honores, no sólo en
las Academias de Roma, Viena, París, Lisboa, Berlín, sino en
los Doctorados Honoris Causa de Cambridge, entre otros. Escribe
las reglas y consejos de investigación y da conferencias en
Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. En 1900
recibe el premio Moscú por el mejor trabajo científico publicado
en el mundo entero en los tres últimos años. Posteriormente
se crea el laboratorio de Investigaciones Biológicas, recibe
la Gran Cruz de Isabel la Católica y escribe el famoso
libro «Mi infancia y juventud». Sigue su trabajo con Tello, que
entra en su laboratorio, y en 1905 recibe la medalla Helmholtz
por sus importantes descubrimientos.
Pero el culmen de su trayectoria llega un día de octubre de
1906, recibe un telegrama en cinco palabras por el que se le
concedía el premio Nobel junto con el Profesor Golgi.
Los premios se suceden: Fellow de la Royal Society, Grandes
cruces, doctorados, medallas Echegaray, Plus Ultra, etc.,
que harían esta lista excesivamente larga. Fundó una escuela
importante como fueron su hermano Pedro, Tello, Lorente de
No, Río Hortega, Achúcarro, Fernando de Castro, Lafora,
Leoz, etc.
41
Cajal, profesor e investigador
Quiero destacar en Cajal, junto con su faceta de científico
e investigador, la de escritor de hondo pensamiento. Sus reflexiones
son importantes y cabales, impregnando múltiples y
diferentes facetas de la vida del momento, de su historia y de
su ciencia.
43
TRASCENDENCIA DE LA TEORÍA
DE LA NEURONA
Dr. GONZALO BRAVO ZABALGOITIA
Cajal no es un mito. Como no lo es Cervantes. Cajal fue
un precursor cuyos hallazgos siguen vivos hasta nuestros días.
Sobre ello se sustentan todos los conocimientos posteriores, a
lo largo del siglo XX, sobre la estructura y el funcionamiento
del sistema nervioso sobre nuestro cerebro y posiblemente de
nuestra mente.
Citemos una de las últimas frases de Cajal: «La célula nerviosa,
la aristócrata de las células del organismo, con sus brazos
gigantes prolongándose como tentáculos de un pulpo hasta las
provincias de las fronteras del mundo exterior, para vigilar
las constantes emboscadas de las fuerzas físicas y químicas».
Esa es la célula cuya disposición, estructura y conexiones
había perseguido Cajal, hasta su año de triunfo .como él lo
llama. de 1888.
En las décadas previas ya se había descrito la existencia de
células en el sistema nervioso, usando como tinción tisular el
carmín, sobre todo a partir de la utilización del microscopio
44
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
acromático. En algunos casos, como el de Purkinje, la descripci
ón había sido tan exacta que las células por él descubiertas
aún llevan su nombre: Las células de Pukinje de la corteza del
cerebelo humano. Helmoth, que después se haría famoso por
su determinación de la velocidad del impulso en las fibras
nerviosas, también describió prolongaciones poco definidas de
las células cerebrales. Pero, ¿qué eran aquellos elementos cerebrales
atisbados y cómo funcionaban?
Unos años antes que Cajal, un histólogo italiano, Camilo
Golgi, había comunicado un método de tinción con nitrato de
plata que, en ocasiones afortunadas, permitía visualizar de forma
inconstante las células nerviosas y fragmentos de sus prolongaciones.
Golgi llegó a la conclusión de que aquellas estructuras
eran una maraña de células y conexiones desordenadas
que contituían una apretada telaraña retículo o sincitio impenetrable.
Todos hemos oído hablar de la visita de Cajal, entonces
catedrático de histología en Barcelona, al Dr. Simarro de Madrid,
quien le enseñó algunas preparaciones de cortes de tejido
nervioso teñidas por el método de Golgi.
Dos fueron las intuiciones inmediatas de Cajal: el método
de intición podía ser perfeccionado y el estudio debía llevarse
a cabo no en el complejo cerebro totalmente desarrollado y
convertido en un bosque frondoso, sino en el vivero, según sus
palabras, es decir, en el sistema nervioso de los animales inmaduros
y de los embriones.
Creó febrilmente, después de muchos intentos, el método
del bicromato argéntico con una segunda impregnación de nitrato
de plata y comenzó a estudiar los cerebros en desarrollo.
A partir de entonces debemos conocer al Cajal trabajador
infatigable y también al Cajal dotado por naturaleza para llevar
45
Trascendencia de la teoría de la neurona
a cabo su propósito: sus conocimientos previos de fotografía le
ayudaron a documentar muchos de sus hallazgos y su capacidad
artística le permitió trasladar a dibujos precisos aquellas
maravillas celulares que le enseñaba su microscopio. Así mientras
miraba por el ocular dibujaba a mano alzada en una lámina
adjunta cada uno de los detalles de sus neuronas: Cuerpos
celulares, dendritas y axones.
En 1889, después de intentar difundir sus hallazgos en una
revista trimestral que él mismo fundó y cuyo único contribuyente
era él mismo, Cajal decidió dar a conocer sus neuronas
a los sabios extranjeros que todavía desconocían los descubrimientos
del humilde histólogo español. Acudió al Congreso de
Berlín y allí, en su mal francés, trató de contar lo que estaba
haciendo y sobre todo expuso las preparaciones histológicas
que mostraban las células nerviosas y su incuestionable individualidad.
Kölliker, el gran patrón de la histología alemana, le
tomó en un admirado abrazo y desde entonces se consideró a
sí mismo como «el descubridor de Cajal».
La maraña había dejado de existir, cada célula nerviosa era
un ente individual, conectado y modulado, de tal modo que
recibía impulsos químicos o quizá también eléctricos a través
de las dentritas, y después de elaborado en el cuerpo celular el
impulso era transmitido de forma centrífuga a través del axón.
Ese concepto básico ha permanecido inmutable hasta hoy.
Sherrington, años más tarde, lo definía diciendo: «Cajal
demostró que cada senda nerviosa es una línea de tráfico de
una dirección. Dijo que los circuitos nerviosos eran valvulares,
no continuos y fue capaz de determinar dónde se hallaban las
válvulas: allí donde una célula nerviosa se encuentra con la
siguiente». Para ese punto de contacto o de mínima aposición,
separado por una hendidura de trescientos armstrongs, acuñó
Sherrington el término sinapsis. Es curioso que esta nominaci
ón .la sinapsis. aplicado a algo que Cajal había intuido
46
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
pero que no pudo describirse con certeza hasta la aparición
años después del microscopio electrónico, fue algo que ha dado
una fama perdurable a Sherrington, y es curioso también que
el vocablo neurona no sea una denominación de Cajal, sino de
Waldeyer, como reconoció después el propio Cajal, que lo
consideraba un afortunado calificativo.
Por su contribución a la anatomía microscópica del tejido
nervioso, Cajal recibió el premio Nobel en 1906 juntamente
con su rival Golgi. El discurso de Golgi, que precedió a Cajal
en la ceremonia, dejó consternada a la audiencia porque el
histólogo italiano se dedicó a tratar de desacreditar a Cajal para
mantener su teoría del retículo o malla como estructura básica
del cerebro. Cajal se limitó a exponer con contundencia sus
miles de hallazgos que indicaban la individualidad de las neuronas
y su forma de transmitir los impulsos nerviosos.
Polarización dinámica fue el calificativo con el que Cajal
designó la transmisión del impulso nervioso desde los receptores
de las dendritas a la célula y desde ésta en forma centrífuga
a lo largo del axón hasta los botones terminales del mismo.
Este concepto, que condicionó todos los estudios de neurofisiolog
ía de muchas décadas del siglo XX, fue inicialmente disputado
por Von Gehuchgten, pero después confirmado por el
mismo Von Gehuchgten y por Cajal en sus estudios de la
médula espinal y de la retina.
Aunque intuyó algunas de las estructuras internas, como
las vesículas sinápticas y las mitocondrias, Cajal nunca pudo
penetrar en el interior de la célula, y esto quedó reservado para
los que a partir de mediados del siglo XX pudieron utilizar un
nuevo instrumento: el microscopio electrónico. Otros muchos
misterios de la comunicación neuronal fueron el resultado de
los descubrimientos no ya morfológicos sino físicos y químicos
como el potencial de acción, las bombas de sodio y potasio
y los transmisores sinápticos: acetilcolina, colinesterasa, nora47
Trascendencia de la teoría de la neurona
drenalina, dopamina, serotonina o gaba. Todos los hallazgos
están unidos a nombres ilustres como De Robertis, Whitaker,
Eccles y más recientemente los descubridores de la materia
viva intracelular: el ADN y el ARN.
Sería interminable citar los cientos o miles de trabajos sobre
el funcionamiento del sistema nervioso sustentados en la realidad
de la teoría neuronal.
A Cajal le hubiera gustado formar parte de esta pléyade,
participar de los hallazgos sucesivos sobre el funcionamiento
de sus neuronas. Él mismo había sentado las bases de cómo era
y cómo debía expresarse aquella gran orquesta. Le hubiera
gustado conocer la melodía que entonaba cada uno de los elementos
que él había descrito y cómo se unían para crear la
sinfonía cerebral.
Ni él llegó a tiempo, a pesar de sus ochenta años creativos,
ni nosotros conocemos aún el engrama final: Cómo se crean el
aprendizaje y la memoria, cómo se programan las neuronas
para hacernos sentir, sufrir y amar. Cuando estos engramas se
descubran, se analicen y se comprendan, los exploradores del
cerebro podrían haber alcanzado por fin la meta señalada por
Cervantes: «Has de poner los ojos en quien eres, procurando
conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que
puede imaginarse».
El gran investigador y neurocirujano Walter Penfield, que
tanto contribuyó al estudio de la corteza cerebral y que escudri
ñó en sus pacientes los recovecos de la memoria evocada,
visitó a Cajal poco antes de morir. Él lo describe así: «Cajal
estaba muy aislado por su sordera y me recibió en la cama con
un chaleco gris y una boina en su cabeza. Sobre sus rodillas
estaban las pruebas del último manuscrito: Neuronismo o
Reticularismo, una respuesta a los que aún después de cuarenta
años parecían dudar de su doctrina sobre la individualidad de
48
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
la célula nerviosa. Dibujaba .nos dice Penfield. con una pluma
de ganso y las paredes junto a la cama estaban salpicadas de
tinta».
En esos últimos días Cajal seguía fiel a su lema: el éxito
depende de la perseverancia en el trabajo.
49
CAJAL NATURALISTA
Dr. BENJAMÍN FERNÁNDEZ RUIZ
Excelentísimo Señor Presidente de la Real Academia de
Doctores de España, Excelentísimos componentes de la Junta
Directiva, queridos compañeros de la Academia, respetable
público, señoras y señores:
Nuestro ínclito compañero el Doctor Jesús Martínez-Falero,
como Presidente de la Sección de Medicina, ha tenido el
feliz acierto de organizar la presente mesa redonda con motivo
de la concesión del Premio Nobel de Medicina a Don Santiago
Ramón y Cajal hace ahora cien años. Los Doctores Portera,
Bascones, Bravo, y el propio Doctor Marténez-Falero, todos
ellos miembros de la Sección de Medicina de esta Real Academia,
intervendrán abordando distintos aspectos de la vida y
obra de don Santiago. Llevado de su bonhomía, el Doctor
Martínez-Falero ha tenido la gentileza de invitarme a participar
en dicha mesa redonda pese a mi condición de biólogo
y perteneciente a la Sección de Ciencias Experimentales. Su
gentil invitación me ha llenado de agradecimiento y de ilusi
ón, pues hace tiempo que quería hacer pública la imagen de
don Santiago no tanto como médico, sino como auténtico naturalista,
y aquí tengo la ocasión en un ambiente de ilustres
50
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
académicos de todas las ramas del saber. Gracias, querido
Maestro Cajaliano por tu invitación, procuraré no defraudarte
y mostrar al público una faceta bastante ignorada de nuestro
Nobel.
Para la presentación de este trabajo me ha sido de gran
utilidad la consulta de un trabajo presentado por mi querido
Profesor el Doctor don Dimas Fernández Galiano, que fue
publicado en 1984 en los Anales precisamente de la Real Academia
Nacional de Medicina y en donde don Dimas mostraba
algunas interesantísimas facetas de Cajal como naturalista.
El Doctor Portera nos ilustrará sobre la infancia de Cajal,
pero de ese período yo quiero destacar el estrecho contacto
que don Santiago tuvo con la naturaleza. Era lo que conocemos
como un niño de pueblo y por tanto el conocimiento de
las distintas especies animales y vegetales le eran familiares.
Particular afición sentía por los pájaros, insectos, ranas, lagartijas
e incluso llego a coleccionar distintos huevos de aves, cuya
destrucción le produjo un fuerte disgusto. El ambiente rural de
sus primeros años en Petilla, Larrés, Luna, Valpalmas, Ayerbe,
para acabar finalmente en Jaca y Huesca, condicionaron sobremanera
su amor al campo, su espíritu de observación de los
seres y de los fenómenos naturales, unido a su gran afición por
plasmar en dibujos lo que más le llamaba su atención.
Dado que otros compañeros en sus intervenciones nos
harán ver la estrecha relación de don Santiago con la neurociencia,
voy a centrarme a continuación en su vinculación con
la Real Sociedad Española de Historia Natural. Ingresó como
Socio Numerario el 1 de junio de 1892, el mismo año que se
incorporó como Catedrático de Histología y Anatomía Patol
ógica a la Facultad de Medicina de Madrid. Presidía la sesión
el zoólogo don Laureano Pérez Arcas y fue propuesto para su
ingreso por el entomólogo don Francisco de Paula Martínez y
Sáenz, Catedrático de la Facultad de Ciencias.
51
Cajal naturalista
Dentro de la Real Sociedad de Historia Natural se encontr
ó con un buen número de consocios con los que previamente
mantenía amistad como, por ejemplo, el Doctor Odón de
Buen, a quien conoció inicialmente en Barcelona y posteriormente
coincidieron en Madrid, de quien opinaba don Santiago
que «era un naturalista de mucho mérito». Sus compañeros,
profesores de la Facultad de Medicina, los Doctores Letamendi
y Olóriz; don Ignacio Bolívar, Director del Museo de Ciencias
Naturales; don Esteban López de Silva, «médico y naturalista
notable». En 1895 presentó a su hermano Pedro, igualmente
eminentísimo neurohistólogo, como socio.
Cinco años después de su ingreso, en 1897, fue elegido
Presidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural y
en el 1901 se le designa Socio Honorario, honor reservado a las
personas «que hubieran destacado en grado sumo por su labor
científica en el campo de las Ciencias Naturales».
En 1909, junto con otros dos consocios de renombre, el
Doctor Luis Simarro y el zoólogo británico Edward P. Poulton,
ostentó la representación de la Sociedad en las solemnidades
de la Universidad de Cambridge para conmemorar el nacimiento
de Darwin.
En 1932, con motivo de cumplir ochenta años y de la
fusión de la Sociedad Española de Biología con la de Historia
Natural, se nombra a don Santiago Presidente de Honor de
la RSEHN. Dicha distinción sólo había sido otorgada con anterioridad
al gran naturalista don Ignacio Bolívar, fundador en
1871 de la Real Sociedad. Es muy probable, tal y como escribió
don Dimas Fernández Galiano, que «Cajal valorase, más que el
nombramiento mismo, el compartirlo con Bolívar, a quien
tanto respetaba y estimaba».
Desde su incorporación como miembro de la Sociedad,
don Santiago en todas las sesiones participaba con comunica52
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
ciones orales que con posterioridad publicaba tanto en los
Anales como en el Boletín de la Sociedad. Entre los años 1892
a 1921 publicó dieciséis trabajos, que aparecen publicados tras
esta exposición y en los que puede comprobarse su interés por
la neurohistología de las más diversas especies tanto de invertebrados
como de vertebrados.
Prestando atención a las diferentes especies animales estudiadas
por don Santiago, resulta fácil comprobar cómo apenas
se ciñe a los que habitualmente llamamos animales de laboratorio
(rata, ratón, cobaya, conejo, gato) sino que estudia infinidad
de seres naturales desde los anélidos (lombriz, sanguijuela),
moluscos (caracol, calamar, sepia), insectos (abeja, avispa,
grillo, libélula, mosca, saltamontes), crustáceos (cangrejos, bogavantes,
pulga de mar, quisquilla), hasta el famoso Cefalocordado
el Amphiosus. Pero es más, los hasta aquí citados pertenecen
al mundo de los animales invertebrados, y don Santiago,
como excelente naturalista, se ocupó igualmente de las diferentes
especies de vertebrados que expongo a continuación: peces
(torpedos, truchas), anfibios (ranas, renacuajos, gallipatos y
tritones), reptiles (culebras de tierra y de agua, camaleones,
lagartijas, lagartos, tortugas), aves (gallinas, pollos, ruiseñores,
golondrinas, gorriones, palomas, patos, pichones, más un ejemplar
de perdiz, polla de agua, águila, lechuza, urraca y verder
ón), mamíferos (bueyes, caballos, carneros, cerdos, cobayas,
conejos, gatos, humanos, monos, ratones, ratas, perros, terneras,
toros y vacas). Como se puede constatar, nuestro admirado
Premio Nobel llevó su curiosidad científica a toda clase de
animales, mostrando siempre una preocupación especial por el
sistema nervioso de cada uno de ellos.
Resulta prácticamente imposible detallar todos los aportes
que don Santiago como naturalista proporcionó al desarrollo
de las ciencias y más concretamente de las neurociencias, por
ello voy a elegir algunas que considero (bajo mi particular
punto de vista) de mayor interés. Sin duda alguna la obra
53
Cajal naturalista
magna de Cajal en el mundo de los invertebrados es la titulada
Centros ópticos de insectos, que publicó en 1915 en colaboración
con el Doctor Domingo Sánchez (eminente naturalista y gran
amigo y colaborador de don Santiago). El trabajo fue publicado
en la revista Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biol
ógicas, tomo XIII, con ciento sesenta y siete páginas, 1-167, 85
figuras y dos maravillosas láminas. La primera lámina muestra
la retina y centros ópticos de la abeja, mientras que la segunda
se refiere a la retina y centros ópticos de la mosca azul.
Retina y centro óptico de la abeja. Retina y centro óptico de la mosca azul.
Permítanme que exponga textualmente lo que don Santiago
y don Domingo escribieron al inicio de esta insuperable
obra sobre la retina y centros ópticos de los insectos: «Sorprende
la poca atención que, durante los dos últimos decenios, tan
copiosos en bibliografía neurológica, se ha concedido al sistema
nervioso de los articulados y particularmente al de los insectos.
54
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Poseen estos animales un sistema nervioso extraordinariamente
complejo y diferenciado, y de una finura constructiva que raya
en los límites de lo ultra-microscópico. Comparados los ganglios
visuales y cerebroide de una abeja, o de un caballito del diablo,
con los de un pez o un anfibio, experimentase una sorpresa extraordinaria.
La excelencia de la máquina psíquica no aumenta
con la jerarquía zoológica; antes bien, se reconoce que, en los peces
y anfibios, los centros nerviosos han sufrido inesperada simplificaci
ón. Ciertamente, la sustancia gris ha crecido considerablemente
en masa; pero cuando se compara su estructura con la del cerebro
de los ápidos o libelúlidos, se nos aparece como algo excesivamente
grosero, basto y rudimentario. Es como si pretendiéramos igualar
el mérito de tosco reloj de pared con el de una saboneta, maravilla
de finura, delicadeza y precisión. Como siempre, el genio de la
vida, al construir sus obras portentosas, brilla en lo pequeño mucho
más aún que en lo grande».
Seis años más tarde, con motivo del cincuenta aniversario de
la fundación de la Real Sociedad Española de Historia Natural,
se editó un tomo especial de las Memorias de la Sociedad, en el
cual escribió un sorprendente trabajo acerca de Las sensaciones
de las hormigas. Curiosamente en este trabajo no hay ninguno
de los magníficos dibujos que don Santiago solía incluir en sus
publicaciones. Sin embargo el contenido científico del estudio es
de una profundidad tal, que sorprende pensar la cantidad de
observaciones precisas que don Santiago tuvo que llevar a cabo
sobre las hormigas. Recomiendo encarecidamente a todos ustedes
que procuren leer el trabajo porque es un ejemplo de lo que
un auténtico biólogo debe observar y de cómo elaborar un trabajo
escrito. Resulta además llamativo que por lo que se deduce,
sus observaciones las ha llevado a cabo sobre «las cuestiones
tocantes a los tropismos, datos sensoriales, percepciones, memoria
asociativa, actos reflejos, instintos superiores, etc., de esta atrayente
categoría de himenópteros...». Sin embargo líneas más tarde escribe:
«Careciendo de tiempo para dar cuenta de la totalidad de mis
observaciones, me contraeré en esta primera nota a decir algo sobre
55
Cajal naturalista
las sensaciones de las hormigas. En otro trabajo más extenso me ocupar
é de las cautivadoras y controvertidas cuestiones relativas al supuesto
lenguaje gesticular, construcción de nidos, expediciones de recolecci
ón y caza, y sobre todo del magno problema de la orientación
y del regreso al nido».
Uno de los libros de consulta acerca del mundo de las hormigas
que más utilizaba era el del famoso entomólogo Piéron,
pero no compartía con él los criterios de clasificación de las
mismas que se basaba en el predominio de alguno de los sentidos:
visual, olfativo y táctil. Don Santiago las reparte en dos
grandes grupos: las que ven bien o regularmente (poliópsicas),
cuyos ojos poseen ochocientas o más facetas, y las que ven poqu
ísimo o medianamente (oligópsicas), cuyas facetas corneales oscilan
entre setenta y quinientas. Y escribe a continuación: «contamos
entre las primeras a Polyergus rufescens, Lasius Níger,
Formica rufibarbis, Myrmecocystus viaticus, Formica rufa, etc.,
cuyas obreras, además de ojos saltones y laterales ricos en corneolas,
poseen tres ocelos característicos; y entre las segundas
incluimos las diversas especies de Camponatus, Pheidole megacephala,
Tapinoma erraticum, Aphaenogaster barbara, Aphaenogaster
testáceo-pilosa, etc., cuyas obreras están desprovistas de ocelos
y ofrecen ojos pequeñísimos y como rudimentarios.
La capacidad de observación y de estudio que demuestra
Cajal es indescriptible y envidiable, pero junto a ella muestra
su sencillez y su agradecimiento a los famosos entomólogos
españoles don Ignacio y C. Bolívar, y a «los fervientes mirmec
ólogos» los señores Dusmet y Mercet, por su ayuda en la
determinación sistemática.
En su libro titulado El mundo visto a los ochenta años (Impresiones
de un arterioesclerótico), que apareció publicado en el
mismo año de su muerte, 1934, al referirse a los dos años que
vivió en una casa con jardín en Cuatro Caminos, decribe lo
siguiente: «aún recuerdo con regusto agradable mis observaciones
56
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
de la vida de las hormigas, particularmente de la temible amazona
(Polyergus rufescens), inventora de la explotación de esclavos;
mis exploraciones de los periplos y costumbres de las avispas, abejas,
abejorros y mariposas; mis experimentos sobre el sentido crom
ático de múscidos y lepidópteros...».
El presente artículo es la versión escrita de la exposición oral
que llevé a cabo en la mesa redonda que en conmemoración del
centenario de la concesión del Premio Nobel a Ramón y Cajal,
tuvo lugar en la Real Academia de Doctores de España. En la
exposición oral recurría a diferentes imágenes de «power point»,
que lamentablemente no puedo reproducir aquí en su totalidad.
Pero a modo de resumen y para orientación del posible lector
hago saber que en tales imágenes figuraban un corte transversal
del esófago de la sanguijuela (Hirudo), en el que se podía observar
en el dibujo de Cajal cómo las terminaciones nerviosas sensitivas
terminaban debajo de la basal de la mucosa.
Terminaciones nerviosas sensitivas en esófago de sanguijuela.
57
Cajal naturalista
Igualmente mostraba en imágenes los dibujos relativos a la
distribución del llamado aparato de Golgi, tanto en células
ganglionares como en enterocitos de la lombriz de tierra (Lumbricus).
Figura. 1. Células ganglionares del Lumbricus.
Figura. 2. Células epiteliales del intestino del Lumbricus.
58
Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
De una perfección técnica y de una pulcritud magnífica es
la imagen realizada por nuestro Nobel Cajal acerca del centro
cerebroide de la sepia de algunas semanas, así como la interpretaci
ón probable de la forma y significación biológica del quiasma
retiniano del calamar. Y aún más admirable resulta el dibujo
de la estructura de las conexiones probables de las células de
la retina de los cefalópodos.
Cajal como naturalista, como excelente naturalista, recurre
siempre que puede a criterios evolucionistas basados en los estudios
comparativos entre las distintas especies pertenecientes a los
distintos grupos zoológicos y además recurre igualmente a los
estudios embriológicos, teniendo presente el principio de Haeckel
de que la ontogenia es un resumen de la filogenia.
Corte horizontal del centro cerebroide de la sepia de algunas semanas.
Figura semiesquemática. A) Cordón óptico cruzado. B) Terminación de este cordón
en el foco peduncular contrapuesto. C) Vía óptica refleja nacida en el núcleo peduncular.
D) Manojo de la corona óptica radiante destinada al lóbulo anterior del foco cerebroide.
E) Cordón destinado al lóbulo medio. F) Corteza del núcleo peduncular.
59
Cajal naturalista
Además de las doscientas sesenta y tres monografías cient
íficas que escribió don Santiago, publicó veintitrés libros de
los cuales dieciocho son de contenido científico y cinco
de carácter literario. De entre los tratados científicos, a mi
modo de ver, destacan sobremanera por su carácter comparativo:
Histología del sistema nervioso del hombre y los vertebrados
(en dos o tres tomos según ediciones), Neurogénesis de
algunos vertebrados y la edición de 1933 acerca de la Retina
de los vertebrados.
Precisamente en mi exposición proyecté imágenes del índice
de este magnífico libro en el que se puede constatar cómo
de manera sistemática estudia la retina de teleósteos, batracios,
reptiles, aves y mamíferos. Y en cada uno de estos grupos
zoológicos de vertebrados analiza, capa a capa, sus componentes
celulares: células pigmentarias, conos y bastones, neuronas
bipolares, neuronas ganglionares, así como sus diferentes capas
plexiformes, de fibras ópticas, y las células de Müller con su
participación en las limitantes interna y externa. Un trabajo
completísimo, admirable e insuperable.
Las imágenes de los distintos tipos de retinas son de una
perfección y de un valor pedagógico innegable, pero a mí particularmente
me llamaron la atención y así lo manifesté, ante
la correspondiente proyección, los dibujos de las células retinianas
horizontales de una especie tan poco habitual en las
experiencias de laboratorio como lo son las del buey.
Casi al final de mi exposición mostré una imagen en donde
don Santiago recurre a un «doble esquema donde mostramos la
evolución filogénica y ontogénica de la célula psíquica o pirá-
mide cerebral» y presenta sendos dibujos de una célula piramidal
de un batracio, reptil, conejo y hombre. Al mismo tiempo
dibuja cuatro fases evolutivas «de la célula psíquica en el embri
ón de los mamíferos».
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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal
Retina de reptil (camaleón).
Retina de ave (verderón).
61
Cajal naturalista
Células retinianas horizontales en buey.
De manera sucinta hemos pretendido demostrar cómo don
Santiago Ramón y Cajal era un auténtico naturalista, como lo
evidencia su dedicación al estudio de la estructura del sistema
nervioso a lo largo de toda la escala animal.
En el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia
Natural, en su tomo 34 de 1934, en el que consta el acta de la
sesión celebrada el 7 de noviembre de ese mismo año consta:
NECROLOGÍA
El Presidente dio cuenta del fallecimiento de don Santiago Ramón y Cajal,
Presidente Honorario de nuestra Sociedad. La figura relevante de Cajal en
el campo de las ciencias biológicas y sus relaciones constantes con nuestra<