Microrrelato incluido en Antología Homenaje a Hemingway Editorial Artgerust 2015
Se oyen gritos y explosiones; la muchedumbre salta, corre, aplaude y canta. El ruido es ensordecedor. Este ambiente de fiesta contagia a cualquiera: incluso los más tímidos caen en sus redes, incapaces de sustraerse a su influjo hipnótico.
Durante unos instantes breves e irrepetibles, esta sensación de fraternidad y protección, junto con el deseo de eternidad, dominará los ánimos, embaucándonos a todos. El bullicio aumenta. Nadie puede parar, nadie puede pararlo. Tampoco pretendemos hacerlo.
Sin querer, de repente me veo arrastrado por esta corriente humana que aúlla de alegría y sufre contorsiones de felicidad, ignorante de otra cosa que no sea este aquí, este ahora.
Pero también existe un presentimiento grave y antipático, terrible. Queda flotando una tristeza permanente, oculta por debajo de todo. Es como si en el fondo supiéramos que el final acecha, que mañana estas alegrías habrán terminado definitivamente. Al final de la calle vemos unos cuantos soldados.