Me quedo en nada, en tu recuerdo,
en sombra invisible de la niebla,
como si no hubiera sido nunca
en tu vida, tachado de tu mente.
(De la pasión de la escritura,
múltiples hojas en la papelera
como si encontrar una palabra
excluyera todo el diccionario.
¡A saber en qué anónimo folio
arrugado, partido, desechado,
quedó escrito o no, mi dolor!)
Asombra tanto vacío: un eco
desde el fondo mismo del bosque
aúlla en mí, en las negras noches
en que añoro no sé qué destellos.
(No niego haberte amado, pero
de ti no puedo afirmar lo mismo:
mis ojos son un lobo solitario
expulsado ya de su territorio
incendiado, devastado, destruido,
que mira como refugio la luna
irreal -¡ojos que borrachos lloran!-.)