Salvo las caricias del sol,
todo ha sido refugiarse.
Duele que no hubiera sido
de otra manera llegar al abrigo
desde el que se respira.
De ida sobre el filo asesino
de la pobreza, y sin tregua,
siempre a los pies el abismo.
Una ráfaga de sensaciones:
la emoción de haber escapado.
Ya no hay ninguna meta;
sí, el desaliento de seguir:
la muerte sonríe.
¡Qué triste, si lo piensas, es todo!
¡Hace frío, mucho frío, en la noche!