Almería, Gaviero Ediciones, 2010
Ámame pero en silencio.
Quemarás mis huellas que serán ámbar,
y, por la noche, perseguiré mi rastro de ceniza.
¿Dónde buscar el principio de la hoguera?
¿De que hablarán las llamas entre sí?
Seré yo misma fuego que combate en los pantanos,
un ardor de metal hirviendo en los umbrales de la intimidad.
Bésame pero en las uñas.
Temblará la piel en mi deseo oscurecido
con un estertor de fiera arraigada en tu lecho.
Me cubrirás con la maleza y el furor
de aquel que miente para salvar su alma.
Serás la espuma de mi cuerpo umbrío
y, a mi lado, vencerás a las tinieblas.
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Oración de la serpiente
Yo seré la víbora,
la que aspira a tener pies,
la de los ojos ciegos, como Edipo,
y mi veneno
escribirá la historia de mi pueblo
desde el génesis,
y me alzaré, con toda mi soberbia,
ante el altar del mal,
con la manzana
del antiguo árbol del saber,
y me encarnaré
en la hiena, en el chacal,
en la lechuza,
para ver en toda su belleza
la oscuridad.