Ella esperó que no buscará perfección,
porque sólo había imperfectas cuerdas.
Sensual lujuria, sábia como nunca,
anunda en los acordes de notas desafinadas
por una desconocida voz silenciada.
Allí, lejos de ella, ve los dedos perfilando
los matices de su cuerpo policromado.
"¡Deséame, deséame!" predecifles estrofas
de esta balada como canción.
Él sigue pisando cuerdas, tocando desimuladamente
blancos pechos que lloran decepción.
"¡Tócame, que el semblante resplandor
de este ojo virginal me impongan
rendirme ante sólo tus ojos!"
Miradas que se desprenden como
en los ríos lágrimas pasadas,
sonrisas que dicen algo ,
palabras que se quedan atrapadas
en esta triste canción que para él
quisó que fuera su favorita balada.
Ya dejó de ser Rosa, ahora Instrumento,
siempre las bellezas de la existencia
dejan huellas que no pueden cerrar.
Sueño que admiras su arte, música,
ya no hay murallas como las de Troya
que destruyan el himno del Caballo.
Si esto fueran simples olas que mueren
con la calma del Tridente,
¿Por qué le cantas, joven Inexperta?
Si es el paso el tiempo, si es tu miedo o
el simple deseo de ser tocada como un Instrumento.
Mírale, prostitúyele en los caminos
de este interminable pentagrama,
ya no importa si se interpone Negra,
Silencio o Corchea.
"Música, dulce nana que me acunas
mi vida desde niña, regálame el don
de las Sirenas. Deja que sea mi madurez ,
y yo a él su infancia. Amiga, déjame ser
el faro de su tristeza."
Él sigue siendo su Ojo,
rodeado de imaginarias melodías,
las cuerdas suenan en el Pulpo
que muchos guardan en cajones olvidados.
"Dedos, os dejo tocar esas cuerdas,
mientras me prestes tus labios. Labios,
dejo besar sus cuerdas, mientras el
toca el mástíl de mi virginidad"
Ya no hay Musas en estas montañas
vestidas de humo negro,
pero siuna Sirena que nunca se perdió
en el espeso Estigio Océano.
A lo lejos puede oirse los cantos,
de una conocida joven ,
perdida en los abrazos del Tiempo,
acurrucada en los minutos
sin perder de vista los segundos.
Cerca de los cantos, como Odiseo
se encuentra un Ángel,
domando los dedos con más fuerza.
Sin abrazar el Tiempo,
rasga los minutos y olvida
de su vista el poder de los segundos.
"¡Música, déjame cantar!¡Déjame cantar!
Si el Tiempo es mi presente,
os vendo el privilegio de la Muerte,
pero no que mi canto no enamore
sus dulces y perfectos dedos"
"¡Déjadme cantar! ¡Déjadme cantar!
¡Déjadme poseer a mi propio Odiseo!
¡Déjadme amar mi música!
Tú, Ángel, abrazame con tus
alas sabor a casa"
Su voz se escuchó más allá del Ponto,
y llegó al oído tanto de las olas
como de los dedos del Mundo de Power.
"¡Música, envuelveme en este frenesí
eternamente. Que me toque las montañas,
las risas y las lágrimas!
¡Música, no dejes que se aleje de mis labios
tanto sus dedos como sus brazos!"
"Hoy tu Sirena, dulce amor,
mañana tu esclava del dolor"
Vanora Miranda