Que sepas que no es vicio hacerte esto.
Pero no habría culpa más grande
que intentar poseerte por de más amarte.
Tal vez nunca entendí tal sentimiento,
no me culpes, pero aún no encontré
la fórmula para libre hacerte.
Siento decirte que nunca
tuviste nombre en los recreos.
Que mi fatiga histórica
aborrece tal egoísmo:
el crear sin criterio y sin control;
equivocar doblemente mis errores
en direcciones equivalentes,
que me culpes de lo que no entiendes
ni yo tampoco entiendo, ni entenderé.
Regalarte unos años magia
y después reglas condicionadas.
No poder asegurarte felicidad eterna o
que todo vaya bien.
Que en ocasiones me dolería
que me odies, cuando en realidad me quieres.
Que nos separaremos y que sufras.
Ellos nos quitarían tiempo y
nunca querría que fueras como ellos.
No sabría mentirte,
¿haría mal en ello?
Yo sé que se puede querer
sin tenerlo.
Más que una persona, serías un beneficio.
Que aquí podrían matarte.
Pueden encerrarte...
Porque no podré curarte la soledad.
Y aunque otros muchos otros dijeron,
en ti no quiero la belleza perpetuar.
Que necesito ser yo misma
y no cambiar.
Que el sin sentido es dolor compartido,
con cadenas en los tobillos.
De castigos he de librarte.
Que la enfermedad siempre será fértil.
No soy ni siquiera constante.
Aquí hay demasiado dolor punzante,
y aunque alguna alegría
asoma como rayos el sol
casi siempre intentan apuñalarte.
Que donde quiera que estés,
las paredes seguramente
sean de plastilina,
los relojes no existen,
la música es la ley,
los libros son sagrados,
la justicia no necesita estar ni escrita
Sí, aquí sólo te ofrezco
la incertidumbre del todo.
Vanora Miranda