Y, así, pasando el tiempo estuvo,
entre leche y lloros nocturnos.
Unas muecas, susurros ocultos,
primeras palabras de rey sin título.
Cierto día, al posar el brazo el Sol,
Apolo, presuroso, se acercó y,
con delicada lengua, le señaló.
¡Ese, ese será tu don!
"Ven, Hijo de la Palabra,
que tu padre celestial
quiere hacer de ti poeta
más grande que Homero."
"Ven, Hijo de la Palabra,
que este Dios de la guarda
abrillante tu serpia labia
de las perdidas inocencias."
Xabier de la Apolonia palabra probó,
y sin saberlo en su hechizo cayó.
"Fi, fa, fu, fa, fi"
"Fi, fa, fo, fu, fi"
Ya se acercan, por el monte.
Una hilera de gramáticas
subordinan la mente del hombre,
reciben al rey de su nueva corte.
Una a una, ya se inclinan:
una elipsis arrodillada,
la deixis violada,
la anáfora perdida
y las sílabas destronadas.
Poco a poco, Xabier ya habla.
Poco a poco, su sino le reclama.
Vanora Miranda
(Tercer poema de mi poemario "Xabier" )