surfean naves espaciales en las colinas de la oxitocina
fumando con pipas los faunos de nuestros sexos el gaélico
tejiendo con sus lenguas Titania y sus hadas el telar de los miedos
hilando con sus entrañas Oberón y sus elfos la sinfonía de soledad
nadando entre las nueces de hormonas plomizas los soldaditos
lloviendo magnolias y caramelos en esófagos y laringes
forcejeando las uñas del dragón escamas lepidópteras
se alcoholizan las luciérnagas del licor del Kamasutra
en un péndulo fluctúa el filtro de la letanía
bombardeado por fusiles de narcisos y golondrinas
pendiendo la mano de Brangania de un dorado hilo
edifico de las piedras y la distancia un faro imperturbable
perforando pájaros carpinteros la carmesí crisálida del universo
incuban sus nidos las larvas en carbonizados alvéolos
suda incansablemente el corazón los kilómetros agónicos de las horas
cleptómano por tu reflejo cleptómano por mi reflejo
Sade nos latiga con la mudez y cajitas de neuronas en la retina
perfilándose el fuego en ave de besos de criaturas extintas.
Vanora Miranda