No soy una tía como Dios manda
me gusta irme a dormir cuando las monjas de clausura se despiertan
y desconfío de los hombres que madrugan los fines de semana
sé desde los cinco años que los rosarios se utilizan como bolas chinas en los conventos
y que alguna que otra monja guisaba el fruto de su vientre como redención
sueño que destruyo el Congreso de los Diputados dos veces por semana
comparo la generosidad de mi coño con un voluntariado prolongado en el tiempo
puedo llenar una piscina de semen con tan sólo juntar a los amantes de mi vida
deseo la muerte de todas las suegras de España, sin excepción,
anhelo cantarles nanas gitanas en sus tumbas contándoles cómo cuidaré a sus hijos
aconsejo a mis amigas casarse en gananciales sólo con pilotos y notarios
en otros términos les niego el mero hecho de pensarlo
advierto a mis amigos que la profilaxis en las sectas no se lleva y utilicen condón
tengo la certeza de que la poesía es el cúmulo de deseos no realizados de niños maltratados
la cúspide donde se guardan las alas de ángeles entubados en la UCI
tengo la certeza de que la poesía es un dragón prendiendo fuego a las ciudades
la malaria de un melocotón que ansía ser devorado por una mandíbula
tengo la certeza de que la poesía es un cáncer metastásico tratado como enfermedad crónica
el paciente en coma que jamás te contestará ni hará preguntas
pienso que Virginia Woolf quiso decir casa propia en vez de habitación
cuestiono la decisión final de Kate Chopin de ahogar a Edna en vez de a su marido
quiero copiarle a Emily Dickinson la idea de escribir versos en camisón blanco
pero termino escribiendo versos sin bragas y camiseta negra
el Kaddish es mi manual de instrucciones para la prevención del suicidio
utilizo los poemarios de Manuel Vilas como papel higiénico desde la pandemia
no soporto que la madre de Forest Gump compare la vida con una caja de bombones
no soporto a los nostálgicos de los 80 no reconocer la grandeza de Demolition Man
no soporto a los insensibles que no lloran con las muertes en las óperas de Puccini
no soporto ignorar cómo suena un orgasmo de mi madre pero saber cómo lo hace su llanto
no soporto que me nieguen como a Jesucristo y ser una huérfana de nombre
no soporto a los poetas españoles que comparan los pueblos con el Western americano
no soporto a las poetas españolas que se comparan con las brujas de Zugarramurdi
no soporto rozar con mis manos la sartén a rebosar de aceite girasol
disfruto usar como cenicero el Ulysses de Joyce cuando no puedo levantarme de la cama
y doy gracias entre las mantas que para su bicentenario estaré más que muerta
no duermo si no hago de la postal de Isabel de Farnesio una estampa religiosa
encuentro en mi infancia el morbo a recibir hostias por no hacer los deberes
y a dinamitar mi reputación pidiéndole a inútiles que me escupan en la cara
confieso haber utilizado las piernas de una Barbie para empezar con la masturbación
y la pared de mi cuarto para ensayar besos con lengua
recuerdo que mi primera mamada fue en el Parque del Oeste, año 2006,
a escasos metros del lugar donde se prostituía La Veneno
recuerdo que mi padre siempre veía porno y se masturbaba a la misma hora
después de que terminaran la emisión de Tómbola o Crónicas Marcianas
ahora sólo la Ciencia tiene constancia de sus constantes vitales en Brasil
la depresión me ha hecho descubrir los privilegios de ser farmacéutico
reconozco que viajé a Ámsterdam a buscar la oreja de Van Gogh
en los calzoncillos y las mamadas del sobrino de mi ex novio
reconozco que viajé a Badajoz a buscar la luz del verso
pero terminé siendo la puta amante esperando en un hotel
los algoritmos me castigan fallando por mi ineptitud en las matemáticas
me emparejan con divorciados con hijos en vez de drogadictos ninfómanos
menciono lo que aborrezco que me lleven sólo a admirar la clorofila de los árboles
y ahí están los algoritmos otra vez con una jauría de senderistas y montañistas
los algoritmos me han llevado a conocer a personajes berlanguianos
ex actores porno adictos a la cerveza y a mear en las esquinas de Madrid
guionistas adictos a tratarte como su Coñify cuando se aburren de escribir
pringados con piernas coaguladas de Lavapiés que no saben
decirte quién es Borges o Cortazar en una fotografía porque no es su rollo
sacerdotes del egocentrismo, la egolatría y el salmo
psicópatas que prometen para la luna de miel destruirte por pura convicción
químicos sin química, raperos sin rima, actores sin monólogo
me declaro culpable de enrollarme con mi hermanastro negro a los quince años
y sentirme atraída en el colegio americano por un judío sionista israelí
pienso que negarme a la publicación es mi mejor aportación ecologista
mi poemario más famoso será mi propia vida fragmentada en porciones de fruta
voy a romper las estadísticas al suicidarme un viernes por la mañana
sigo las indicaciones de al saber nadar descartar ahogarme
encuentro exagerados el ingerir veneno y volarse la tapa de los sesos
el ahorcarse en medio de un callejón con el sombrero puesto
el pegarse un tiro tras el abandono y el desengaño
el pegarse un tiro directamente al corazón errabundo
el tirarse al vacío desde el apartamento de mi padre en Brasil
me fascina la idea de los dieciséis envases de somníferos
que no quede nada más que ir hasta el fondo con un cóctel de 50 pastillas
el sufrir una sobredosis de cocaína, obsesionada con la idea de que van a fusilarme
hacer la promesa de no llegar a los 40 años y cumplirla
ingiriendo barbitúricos y atando una bolsa de plástico alrededor de la cabeza
entre mis últimas voluntades más relevantes se encuentran
que el paramédico buenorro me haga un dedo durante la agonía de la muerte
que el gotero de suero me haga la extremaunción con el soneto 55 de Shakespeare
que adjunten mi cadáver a la lista de aptos para disección en la Complutense
que se rían de mi último acto de amor a este mundo de letras intangibles
que descubran mi secreto, en vez de sangre estoy hecha de aguarrás
que al ya no estar haya alguien dispuesto a desearme y amarme como nunca hicieron
ser más hermosa que Elizabeth Siddall en un cuadro de John Everett Millais
consentir el llanto sólo si se va dejar sordo a un Titán o al verso.
Vanora Miranda