Una mujer mira en sus recuerdos y recuerda a su padre
Mi padre era lo que llamaban un viajante, era representante de productos capilares, viaja por toda España visitando las peluquerías de cada ciudad. Llegaba a cada peluquería entraba con su maletín y empezaba a sacar extraños frascos de colores, crecepelos, peines, tintes de todos los colores y lo que más le gustaba, las pelucas. En aquellos años no existían los injertos capilares ni los trasplantes de pelo, nadie sabía lo que eran los implantes de pelo ni siquiera en Barcelona ni en Zaragoza sabían de tales artes, por eso la maleta de mi padre era milagrosa.
Años después mi padre se jubiló, la maleta se cerró para siempre y la peluca se la acabaría poniendo él.