Con la lectura del número 24 de Pecia Complutense nuestros visitantes podrán hacerse una idea de la gran variedad de materiales que abarcan las colecciones de la Biblioteca Histórica: impresos antiguos, archivos personales, códices medievales, materiales especiales como tapices, etc.
Los impresos antiguos están representados por un estudio sobre la historia del papel a mediados del siglo XVI, a través del utilizado por el impresor salmantino Juan de Cánova. El análisis de las filigranas y las calidades dan pistas sobre cuestiones comerciales y cronológicas de los talleres tipográficos.
El siguiente artículo se basa en algunos materiales recientemente ingresados en la Biblioteca Histórica con el Archivo personal de Augusto Díez Carbonell, que ya fue objeto de una primera aproximación en el número anterior de Pecia Complutense. Se trata de la biografía intelectual de la primera mujer que llegó a ser catedrática de Instituto de Lengua y Literatura Española en el año 1928, Pilar Díez y Jiménez-Castellano, un ejemplo de la generación de mujeres pioneras en diferentes campos en la España del primer tercio el siglo XX.
El tercer artículo ofrece la primera descripción codicológica de uno de los manuscritos medievales del primitivo conjunto de la Biblioteca Complutense. Se trata del manuscrito BH MSS 58 que contiene el Comentario a las Sentencias del teólogo británico Robert of Halifax del siglo XIV y otros comentarios, identificados por primera vez, de James of Spinello y Ausbertus de Pickenham.
Para terminar, la llegada de más tapices de tema quijotesco a la Biblioteca Histórica, gracias al mecenazgo de Carmen y Justo Fernández, nos ha animado a ofrecer una aproximación a las tareas de conservación y restauración de tapices, con el fin de que nuestros visitantes aprecien los trabajos que se están desarrollando en este campo.
Completan este número las secciones ya habituales en Pecia Complutense de "Exposiciones en la Biblioteca Histórica", "Nuestros libros viajan" y "Reseñas".
No queremos terminar sin mencionar que este año es, también, el de la celebración de innumerables conmemoraciones que nos traen el recuerdo de hombres y mujeres que dedicaron su vida al desarrollo del pensamiento humano en muchas áreas, literatura, historia, filosofía, poesía, enseñanza, ciencia, etc. Así, podremos aprovechar esta oportunidad para saber más de las legumbres en el Año Internacional de las Legumbres, de varias mujeres seleccionadas para el proyecto de Mujeres en la Biblioteca Histórica que todos los años publicamos en el mes de marzo, o acercarnos a las obras del poeta Rubén Darío, el filósofo Ramón Llull, el escritor británico William Shakespeare, el historiador Inca Garcilaso de la Vega, el dadaísmo, el rey Carlos III, el escritor Camilo José Cela, y, muy especialmente, nuestro más genial escritor, Miguel de Cervantes en el Cuarto Centenario de su muerte. Con él empezamos el camino, una vez armado caballero Don Quijote, tema central de uno de los más hermosos tapices que se colgarán en la Biblioteca Histórica en el próximo mes de abril. ...Sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir a la buen hora....
"Advertido y medroso desto el castellano, trujo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros, y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas; y, leyendo en su manual, como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; pero las proezas que ya habían visto del novel caballero les tenía la risa a raya. Al ceñirle la espada dijo la buena señora:
-Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.
Don Quijote le preguntó cómo se llamaba, porque él supiese de allí adelante a quién quedaba obligado por la merced recebida, porque pensaba darle alguna parte de la honra que alcanzase por el valor de su brazo. Ella respondió con mucha humildad que se llamaba la Tolosa, y que era hija de un remendón natural de Toledo, que vivía a las tendillas de Sancho Bienaya, y que dondequiera que ella estuviese le serviría y le tendría por señor. Don Quijote le replicó que, por su amor, le hiciese merced que de allí adelante se pusiese don y se llamase «doña Tolosa». Ella se lo prometió, y la otra le calzó la espuela, con la cual le pasó casi el mismo coloquio que con la de la espada. Preguntóle su nombre, y dijo que se llamaba la Molinera y que era hija de un honrado molinero de Antequera; a la cual también rogó don Quijote que se pusiese don y se llamase «doña Molinera», ofreciéndole nuevos servicios y mercedes.
Hechas, pues, de galope y aprisa las hasta allí nunca vistas ceremonias, no vio la hora don Quijote de verse a caballo y salir buscando las aventuras, y, ensillando luego a Rocinante, subió en él y, abrazando a su huésped, le dijo cosas tan estrañas, agradeciéndole la merced de haberle armado caballero, que no es posible acertar a referirlas. El ventero, por verle ya fuera de la venta, con no menos retóricas, aunque con más breves palabras, respondió a las suyas y, sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir a la buen hora.... "
Miguel de Cervantes Saavedra
Don Quijote de la Mancha. Primera parte, Capítulo III, Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero.