Hipnotizar.
¿Es fácil, es peligroso?, ¿Es eficaz?
¿Cómo hace un terapeuta para hipnotizar a alguien?
e-innova psicología
Tomás de Andrés Tripero.
Dpto. de Psicología del desarrollo de la UCM. Director de: www. e-innova.ucm
La hipnosis, que conduce a la catalepsia, es un fenómeno misterioso, sin lugar a dudas. En realidad todavía desconocemos los mecanismos profundos que subyacen en el influjo hipnótico - desde el punto de vista de las neurociencias - en la estructura y funcionalidad del sistema nervioso considerado como un todo global.
Lo que sí sabemos es que, desde luego, funciona y puede llegar a curar enfermedades de carácter psicógeno, que - en mi opinión - lo son casi todas. De hecho uno de los más grandes logros de la hipnosis profesional es el de crear en los enfermos la confianza en una expectativa de sanar.
Lo primero, naturalmente, que habría que advertir es que la hipnosis puede ser sólo utilizada con fines estrictamente terapéuticos y en ámbitos profesionales y jamás como espectáculo, entretenimiento o juego irresponsable.
Sus riesgos, dificultades y complejidades hacen que los psicoterapeutas actuales se inclinen por otras técnicas menos complejas como son las que se desprenden de la psicología cognitiva y conductista, que incluyen el aprendizaje de técnicas de modificación de la conducta y de estrategias eficaces de afrontamiento de los problemas y dificultades del paciente.
El terapeuta que acepte el reto de la hipnosis tendrá que - como en el caso de otras técnicas físico-psíquicas, como el Yoga por ejemplo, - aprender este arte con la garantía de un verdadero maestro.
Y si quiere alcanzar el éxito, y no sólo en casos ocasionales y aislados, tendrá que desarrollar una gran práctica profesional en contextos de formación profesional adecuados. Hay que tener decisión, seriedad y seguridad en lo que se practica para llegar a ser un hipnotizador experimentado.
Gran parte del éxito de la hipnosis - como en el caso de otras terapias - consiste en crear en ella. La actitud de incredulidad no generará las condiciones psicológicas necesarias para conseguir los objetivos de sanación.
Existe también el debate de la supuesta peligrosidad de la intervención hipnótica, pero se trataría de un prejuicio, resultado del desconocimiento. Siempre y cuando se realice bajo las condiciones señaladas y prescindiendo de que ésta sea utilizada con fines ilícitos ajenos a los objetivos de la salud mental del paciente.
Si se trata de personas fácilmente receptivas a la hipnosis tendríamos -desde la misma sugestión hipnótica - que protegerlas frente a intrusiones no terapéuticas y evitar, así, que éstas puedan ser hipnotizadas contra su voluntad.
En principio todos los seres humanos podrían ser hipnotizables, aunque resulta evidente que ningún tipo de terapia puede ser impuesta bajo presión. Ninguna, y menos ésta, funcionaría. A la más mínima resistencia habría que abandonar el intento si no queremos provocar desagradables incidentes.
¿Pero qué sucede si un paciente dice no presentar angustia, pero es incrédulo respecto a sus beneficios? Entonces sólo le pedimos su atención. Si a pesar de su indiferencia se somete con docilidad los resultados pueden ser positivos.
Quienes, por otra parte, se entreguen con ansia de aventura y entusiasmo por la novedad a la idea, pueden, probablemente, no resultar las personas más idóneas para obtener los mejores resultados.
¿Cómo se hipnotiza?
La técnica, no es muy diferente de lo que la gente pueda saber al respecto.
El terapeuta sentará al paciente cómodamente en penumbra, le pedirá que se afloje todo lo que le pueda constreñir y, rogándole silencio a partir de ese instante, solicitará su máxima atención. Será entonces cuando se inicie el proceso de sugestión.
El hipnotizador se coloca frente al paciente y le ruega que se fije atentamente en dos de los dedos de su mano derecha, al mismo tiempo que ha de ir prestando atención a las nuevas sensaciones que, a partir de ese instante, se van a ir manifestando.
Transcurrido un minuto, aproximadamente, se inicia la sugestión del adormecimiento acompañada suavemente con la palabra.
"Respire profundamente...siente una gran paz interior....la tranquilidad lo invade todo...le pesan los párpados....los ojos se entrecierran...es un placer tragar saliva...tiene ya mucho sueño..."
En realidad sólo se están sugiriendo las sensaciones y los procesos psicomotores que se suelen dar, de modo espontáneo, durante el llamado "adormecimiento hipnótico": la respiración se vuelve profunda, se humedecen los ojos, se parpadea, sobrevienen movimientos de deglución y bajan los párpados, se cierran los ojos y se alcanza un profundo estado de calma.
En el caso de hipnosis profunda se alcanza un estado similar al del sonambulismo. Pero una hipnosis ligera puede lograr, de la misma manera, los objetivos propuestos.
Es el momento de la actuación terapéutica a través de la sugestión. Todo lo que se le diga entonces influirá notablemente en el sujeto y contribuirá a la superación del posible trastorno psíquico o afección nerviosa.
Llegado el momento se despierta al paciente, con unas palabras de reconciliación con su estado de vigilia, como por ejemplo:
"Ya está bien 'por el momento, volvamos a la realidad" o "Es suficiente por hoy, gracias por su colaboración"
Puede suceder que no se recuerde nada - amnesia hipnótica - o que se recuerden sin dificultad las sensaciones experimentadas.
Ciertamente el auténtico valor terapéutico de la hipnosis se basa en el éxito del proceso de sugestión que induce la superación del trastorno del paciente y al arrojo que se le ha transmitido para alcanzar determinadas conquistas personales.
No obstante la experiencia clínica nos advierte de que las impresiones psíquicas - logradas en la sugestión - necesitarán de un determinado período para alcanzar su grado más alto de eficacia.
Recordemos que también nos puede servir la hipnosis para descubrir el significado de los síntomas psicopatológicos y su etiopatogenia, es decir, el origen de los problemas.
Hay que advertir, por otra parte, que la innovación, la imaginación y la creación de diferentes recursos, por parte del terapeuta, es importante para superar la posible monotonía de los tratamientos hipnóticos duraderos.
Como es natural el éxito de la hipnosis no dependerá sólo de su eficacia a la hora de aliviar los traumas creados por determinadas circunstancias ambientales; si las influencias negativas que condicionan la psicología del paciente persisten será difícil lograr una "curación" definitiva.
Por todo ello, esta terapia, y más allá del debate que esto pueda generar, es -en mi opinión- perfectamente compatible con otras de tipo trascendental, como el yoga, o puramente conductistas, basadas en la modificación de la conducta. Dietéticas o de actuaciones rítmico-psicomotrices (danza-terapia).
Nota: ver "Danza-terapia" en www.e-innova.ucm