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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 26 de diciembre de 2024

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Psicología de la conciencia y de la voluntad de superación

PSICOLOGÍA DE LA CONCIENCIA Y DE LA VOLUNTAD DE SUPERACIÓN: MÁS ALLÁ DEL DUALISMO CUERPO/ESPÍRITU

Tomás de Andrés Tripero
Director de www.e-innova.ucm


El concepto de "Psique", que aparece fuertemente reflejado en el "Tratado del alma" de Aristóteles, daba lugar a un entendimiento originariamente escindido de la realidad humana: a una composición dual.
Quedaba establecido, ya desde entonces, una brecha profunda entre alma y cuerpo, lo espiritual y lo corporal. Los médicos se habrían de ocupar - desde entonces - del cuerpo como algo independiente de aquello que le daba sentido y razón. Los sacerdotes , los filósofos y luego los psicólogos, siguieron tal vez sin entender al ser humano como un todo indivisible y se debían de ocupar de las cuestiones etéreas que provenían de un lugar misterioso llamado mente.
El acceso al cuerpo debía de ser físico y químico, invasivo, chapucero y carnicero. Al alma se llegaba a través de la palabra, de sus significados y emociones, sólo las palabras y sus ensalmos podían curar el alma. Sólo muy recientemente se ha comenzado a valorar el poder del tratamiento anímico de los trastornos físicos a través de la palabra y de la sugestión psicológica.
Y no es que haya nexos entre lo corporal y anímico, lo que sucede es que ambas realidades forman parte de un todo indivisible, cuyo significado y manifestación no hemos acertado todavía a comprender.
Podríamos suponer, incluso, que la mente no es el único instrumento para la transmisión del pensamiento. La comunicación humana, cuando hay predisposición y receptividad, puede ir mucho más allá de las palabras.
Podría resultar, además, que las palabras pudieran ser sólo un pretexto para otras formas más sutiles y profundas de vínculos de comunicación entre los seres humanos.
Conocemos el influjo negativo de la vida anímica en la alteración del cuerpo en sus sentidos más negativos - la influencia perturbadora de lo psíquico sobre lo corporal - pero todavía se desprecia el influjo positivo en la restauración del equilibrio corporal. Pero si hay una relación recíproca entre "cuerpo" y "alma" tendrá que haberla - suponemos con adecuado criterio - en las dos direcciones.
Ciertamente sólo cuando nos enfrentamos al estudio de lo psicopatológico podemos aprender a comprender lo psico-saludable; y de la misma manera que lo primero afecta negativamente a la salud corporal, sería normal considerar - en virtud de esa recíproca relación "cuerpo" y "alma" - que lo segundo actuará, lógicamente, de manera inversa y positiva.
Las emociones son un ejemplo claro de esa influencia anímica sobre el cuerpo. Y es que todos los estados de ánimo humanos se expresan en la dinámica de la tensión o relajación psicomotriz, en la expresión de la mirada, en el flujo hormonal sobre el torrente sanguíneo, en la respiración excitada o relajada, en la psicomotricidad del aparato fonador, en la postura de los miembros y hasta en la actitud de las manos.
Es bien sabido que los estados depresivos de conciencia rebajan la resistencia del organismo, que hace incluso que los cabellos encanezcan prematura mente y que las paredes de los vasos sanguíneos se alteren perjudicialmente. De la misma manera que una experiencia gozosa puede influir notablemente desde el punto de vista curativo.
De la expresión físico-emocional general podemos acertadamente inferir el estado anímico. Un signo más fiable, generalmente, que las propias manifestaciones verbales.
Incluso los procesos generadores del pensamiento y de la cognición son de naturaleza afectiva, ya que en ellos influyen, sin lugar a dudas, nuestras predisposiciones anímicas, nuestros deseos, gustos y motivaciones.
Así pues, las llamadas representaciones cognitivas pueden hacerse evidentes a través de sus manifestaciones fisiológicas, lo que podría llegar a permitir, entre otras cosas, la revelación o adivinación del pensamiento, en el que supuestos médiums - y sin que ello tenga nada de sobrenatural - pueden hacerse guiar, sin palabras, para descubrir el objeto en el que un sujeto está pensando con intensidad.
Así pues la voluntad, la motivación, la fuerza intensa de la atención y las especiales condiciones anímicas - nos referimos a los estados de ánimo - pueden llegar a influir notablemente sobre los procesos corporales.
Los tratamientos anímicos destinados a facilitar las condiciones mentales más favorables en el paciente desempeñan un destacado papel en cuanto a la facilitación o inhibición de los procesos patológicos del cuerpo.
De ahí que las dispares expectativas emocionales de una persona ante un deterioro físico o manifestación de una enfermedad - expectativa angustiada o expectativa esperanzada - puedan llegar a ser determinantes de un desenlace más o menos positivo o negativo.
De ahí la importancia de las terapias psicológicas y su idoneidad para enfrentarse de manera cooperativa con la ciencia médica ante los nuevos retos de una diferente concepción de la realidad e identidad humana que va mucho más allá del dualismo tradicional entre lo espiritual y lo físico.
Los tiempos próximos nos prometen - en esta línea de investigación - extraordinarias sorpresas en las fronteras de la innovación.

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