Pedagogía social: Mucho más que una especialidfad educativa

Tomás Andrés Tripero

Dedicado a Rebeca Albesa Labrador. Co-Directora de E-Innova U.C.M. y promotora y responsable de la Red Social de Educadores del Mundo en E-Innova Media.
La verdadera generosidad con el futuro de muchísimas niñas y niños en desamparo consiste en darlo todo en el presente.
La pedagogía Social es una profesión demasiado poco conocida, como especialidad en los estudios propios de la facultad de Educación de la UCM.
En realidad esto os concierne y nos concierne a todos y no puede haber ni distracción ni indiferencia ante innumerables situaciones dramáticas que afectan a una parte importante de la población más sensible: la infancia y sus entornos familiares y sociales.
Ciertamente trabajamos en la vanguardia más avanzada de la sociedad intentando ofrecer lo que los más debilitados necesitan: orientación afectiva, social y educativa. Los que hemos vivido esta experiencia nunca podremos olvidar la ternura indefensa y las muestras de afecto de las niñas y de los niños que nos miran buscando ayuda y protección en nuestra mirada.
Trabajamos en circunstancias a veces muy difíciles sobreponiéndonos a la tristeza y a los sentimientos de impotencia. Es difícil actuar profesionalmente cuando se te parte el alma y te dan ganas de llorar, pero sabemos que es necesario e indispensable.
No hay nada más terrible que ver la falta de afecto en los ojos de un niño, el abandono de los estímulos necesarios para el desarrollo de su inteligencia o la frustración que se expresa en actitudes agresivas.
Pero somos conscientes de que formamos parte de un gran proceso de transformación de la realidad social.
No podremos sentir que vivimos en una república universal digna mientras que no volvamos la mirada a quien más nos necesita.
Sabemos que alguna palabra nuestra, un gesto de comprensión o de afecto solidario, un esfuerzo para tratar de reorientar una vida difícil, la puesta en práctica de todo lo que sabemos para intentar remediar, aunque sólo sea mínimamente, una situación de sufrimiento humano, habrá merecido la pena. Nuestra vocación transforma y nos transforma, nos reconocemos mejores con humildad y sabemos que el camino es muy largo. Pero también sabemos que no estamos solas, que no estamos solos, y que cada vez nuestra tarea es más urgente, reconocida y necesaria.
Si no actuamos estaremos dejando el campo libre a la incultura, a los hábitos insalubres o a la seducción de influencias arriesgadas, de quienes saben que una mentalidad vulnerable es un magnífico caldo de cultivo para lo que de peor hay en la humanidad.
Trabajamos contra el odio y la intolerancia, contra el abandono, la pobreza y sus consecuencias psicológicas. Nuestras armas son la paz y la solidaridad. Nosotras y nosotros somos la primera línea, la que con gran esfuerzo, pero con una gran ilusión, va a impedir que el porvenir de muchos sea una realidad desesperada sin futuro y no nos rendiremos jamás. Por eso necesitamos teneros a nuestro lado en este empeño.
Queremos descubrir en el niño o la niña el origen, que está por brotar. Porque si no enseñamos a los niños a conocer no habrá conocimiento. Porque lo que está por conocer es inmenso y sólo la ignorancia nos matará.
Por todas estas razones queremos luchar para que se reconozca a la educación y a los educadores desde el punto de vista de la mayor consideración, impulsores del mayor futuro de progreso del conocimiento, económico y social, para superar una humanidad debilitada y sometida al peligro en nombre de la ignorancia.
(Ilustración del gran pintor de niños W. Bouguereau)