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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Sábado, 21 de diciembre de 2024

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El maltrato infantil y el sentimiento de culpabilidad

Antes de empezar a hablar o escribir sobre este tema, me gustaría exponer que se trata de un tema bastante escabroso y duro para cualquier persona que no carezca de corazón y sentimientos, pero que todo esto es mucho más difícil y duro para un niño, yo os voy a hablar desde mi experiencia, realmente es algo que me cuesta mucho, pero se que hablar de ello y que la gente lo pueda leer es un aspecto muy positivo, porque puede ayudar a la gente a superarlo y ese sentimiento denigrante que las personas que hemos sufrido maltrato sentimos estará superado cuando podamos alzar la voz y decir claramente " Yo sufrí maltrato", sin sentir vergüenza o culpabilidad por ello.

Realmente debemos partir de una pregunta clave ¿Es un problema haber pasado por esto? La respuesta es no, nosotros no tenemos un problema, simplemente es una experiencia amarga de nuestra vida, y debemos ver el lado positivo, porque si lo superamos podemos aprender mucho de ello.

Empezaré hablando sobre mi infancia, si realmente puede llamarse así, una infancia plagada de golpes y palabras muy duras por parte de una persona a la que hace mucho tiempo consideré mi padre. Gracias a ese ser, el cual no consideró ni persona, he cargado a cuestas durante muchos años con una mochila llamada culpabilidad, los golpes, heridas, marcas y el dolor físico con el tiempo desaparecen, pero el sentimiento de que no vales para nada y de culpabilidad perdura en el tiempo. Un niño no tiene capacidad para razonar que todo lo que ocurre a su alrededor no es por su culpa o consecuencia de su comportamiento, de hecho cuando sufres esas palizas ni siquiera te planteas que la persona que te las da es mala o tiene un problema psicológico, en tu interior sabes que te duele, sin embargo, piensas que tú eres el culpable, que si tu no fueses así y sirvieses para algo no te tendrían que pegar, de este modo acabas aceptándolas como rutina en tu día a día, te avergüenza ir marcado al colegio, porque piensas que es un símbolo de lo malo que eres, piensas que a tus amigos no les pegan en su casa porque son unos buenos hijos, en ningún momento te planteas que toda la culpa de lo que te está pasando es del maltratador, por todo esto, es muy difícil ayudar a un niño que sufre maltrato, como ejemplo a esto último me parece bastante interesante destacar un episodio que viví, cuando tenía  seis años, me llamaron a declarar, lo que en primer lugar me parece una locura, recuerdo la sala en la que lo hice fría y tenue, nada acorde para que una niña tan pequeña se pudiese sentir a gusto y arropada para poder contar su situación e historia, las preguntas que me hicieron no estaban nada adaptadas aún así dije la verdad, la cuestión no es el sitio en el que me interrogaron, sino que le entregaron un papel a mi madre y otro a mi padre con todo lo que yo había dicho, por lo tanto, cuando mi padre cogió el papel lo leyó delante de mí y cada frase se convirtió en un golpe, a partir de ese día nunca fui capaz de decir la verdad ante la ley, mentía cada vez que tenía que declarar porque sabía lo que me esperaba después y creía que contar esas cosas estaba muy mal, incluso llegué a pensar que había mentido en la primera declaración y que mi padre no me hacía eso, y por eso él me había pegado, nuevamente me lo merecía.

Por otro lado, cabe destacar la presión que sientes de la gente que te quiere ayudar y te pida que digas la verdad, y tú un ser tan pequeño e indefenso te preguntas ¿Cuál es la verdad?

Bajo mi punto de vista y hablando desde mi experiencia, la infancia está desprotegida, el protocolo que se sigue para ayudarla no es el adecuado, por lo menos cuando me tocó vivir esto, a mí no me ayudo servicios sociales o el psicólogo a superarlo, yo lo he superado con el tiempo, gracias al cariño y al apoyo de mi madre y por supuesto al perder el miedo y la vergüenza al hablar sobre ello, por eso invito a todas las personas que no sean capaces de hablarlo a que lo tengan, porque a mí me hubiera encantado que alguien desde su experiencia  me hubiese invitado a ello.

Hoy por hoy, puedo decir que me siento una persona realizada y feliz, pero no puedo negar que cuando fracaso en algo todavía dudo de mis posibilidades y se me viene a la cabeza una frase " ¡Cállate! No sirves para nada solamente eres una oveja que no piensas y comer hierva", pero  hay que dejar atrás el pasado y ser conscientes de lo que hemos llegado a ser, después de todo lo sufrido, que para llegar a la cima de la montaña no hemos ido por los verdes prados o caminos de tierra y flores, sino todo lo contrario, y aún así hemos conseguido llegar, somos igual de personas e igual de competentes que todos los demás y debemos estar orgullosos por  ello, dejando atrás el sentimiento de culpabilidad y el dolor porque nunca debemos dejar que éste interfiera en nuestro camino, alzando el vuelo para poder llegar hasta esas estrellas llamadas sueños, que nos intentaron arrebatar.

Creer en vosotros mismos y en vuestras posibilidades.

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