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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 25 de abril de 2024

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En el Silencio del Bosque

Publicado por A buen paso, En el silencio del bosque descansa hoy entre las manos de niños desde tres años. El libro ha sido bien recibido y trae un pan bajo el brazo. El libro es un buen libro. El libro es un cómic mudo, lo que significa que una vez hayamos leído de modo convencional el título, tendrá que leerse la imagen, como cada uno pueda o sepa hacerlo. En su interior, la narración se apoya en viñetas secuenciadas que, en ocasiones, ocupan la página entera. En el silencio del bosque es un cómic para niños, por eso es que está ilustrado y, en este caso, sus formas son redondas y calmas.

Para conocer el tema a partir del cual la autora desarrolla su historia (la de una niña que se pierde en el bosque buscando su pelota, donde encuentra por suerte, una vez perdida -ella y la pelota-, compañía animal y cobijo) hemos recurrido a los clásicos.

Cerca del Tajo, en soledad amena, / de verdes sauces hay una espesura / toda de hiedra revestida y llena, / que por el tronco va hasta la altura / y así la teje arriba y encadena / que el sol no halla paso a la verdura; / el agua baña el prado con sonido, / alegrando la vista y el oído. Garcilaso de la Vega, Égloga III, 8 

El texto citado sirve para ilustrar, paradójicamente, en palabras la imagen principal del librito en cuestión. Su tema es el Locus amoenus. Porque no es sólo que la acción se desarrolle en un lugar idílico (un verde prado en primavera, con aguas dulces, claras y pajarito), sino que lo que allí sucede también rebosa hermosura. Algunos expertos apuntan que en el mismo texto, coronado por el Locus amoenus, puede aparecer, como aviso a los confiados, el tema llamado Late anguis in herba, donde se advierte de que el peligro puede materializarse en cualquier lugar, especialmente, si estos son bellos.

Sin embargo no es el caso, puesto que tras el conflicto inicial, la pérdida de la pelota y la propia pérdida de la niña en el bosque, todo lo que después acontece es pura armonía.

 

Unas páginas más allá, en cambio, me parece escuchar al poeta exclamar y despiertan  la duda ¡Maldita!

¡Qué descansada vida / la del que huye del mundanal ruido, / y sigue la escondida / senda, por donde han ido / los pocos sabios que en el mundo han sido! / Que no le enturbia el pecho / de los soberbios grandes el estado / ni el dorado techo / se admira, fabricado / del sabio moro, en jaspes sustentado (...)

Fray Luis de León, Canción a la vida solitaria

En el silencio del bosque también canta al Beatus ille: feliz aquella que logra aislarse de la vanidad humana y vive en contacto con la naturaleza, lejos de la ciudad, sin preocupaciones mundanas, acompañada de un oso. Una vida sobria y discreta, eso es Beatus ille. Y mi búsqueda se detendría en este punto sino fuera porque, llegada la última página, cuando el animal ya ha acompañado a la niña a casa, cuando el amigo vuelve al bosque solitario y la recuerda mientras lee En el silencio del bosque, se puede respirar la nostalgia.

Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron el nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.  Cervantes, Don Quijote de la Mancha, I, 11.

Cualquier tiempo pasado fue mejor: ése es finalmente el tema de este libro. Aunque tal vez estemos exagerando, quién sabe, y  En el silencio del bosque hable solo de la amistad. Al fin y al cabo no es más que un cómic para niños sin palabras.

 

Fuente: http://abuenpaso.tumblr.com/post/13031131661/en-el-silencio-del-bosque

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