A través de la experiencia de pasar cinco veranos en Camboya colaborando con la ONG Por la Sonrisa de un Niño, primero como monitor, y luego como coordinador de los campamentos de verano que lleva allí la organización, he podido constatar de manera práctica y fehaciente, que a través de la educación se puede llegar a alcanzar una vida mejor, fuera de la miseria, y además querer ayudar a otros que están en la misma situación. Ya no es solo una teoría, para mí, es un hecho.