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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Jueves, 18 de abril de 2024

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Las 17 rosas rojas

Relato homenaje a las víctimas del 11M.

 

6,30 h de la mañana, suena el despertador. Que horrible y a la vez efectivo sonido. Horrísona melodía que me despierta con seguridad cada mañana. Un día de estos lo voy a tirar por la ventana, pero no lo tiro porque gracias a él consigo llegar puntual al trabajo. Me lo regalo mi madre, porque me conoce y yo me acuerdo de ella cada vez que me despierto, agradeciéndole eternamente el dichoso regalito.

Por fin reúno fuerzas para levantarme, me miro al espejo del baño y veo con sobresalto mi rostro reflejado en el. Nada que no pueda arreglar un afeitado rápido, un poco de cremita y gomina para el pelo. Ya esta completada la transformación, a ver si hoy consigo reunir valor para invitar a café o a lo que surja a Esperanza, mi compañera de trabajo que me tiene loco y hoy es su cumpleaños, no sé si decirle algo hoy que puede estar muy liada, o por el contrario abordarla por ser hoy su día. Sea lo que sea, flores le obsequio seguro.

¡Madre mía! Las 7,05h llego tarde a coger el tren, ya me puedo dar prisa, que si pierdo el que sale a 7,24h voy listo, porque con el siguiente ya no llego. No me da tiempo ni a desayunar, un zumo rápido y listo.

Cierro la puerta con llave, no se me olvida nada, las luces, el agua, la puerta de la nevera, los papeles del trabajo, la radio, las llaves de casa, ¡pero qué tonto estoy!, si estoy cerrando la puerta con ellas.

- ¡Buenos días guapísimo!

- ¡Buenos días Soledad! - Mi vecina de en frente, que se muere por mis huesos. La verdad es que la chica no está mal, pero donde esté mi Esperanza que se aparten  todas.

- A ver cuando quedamos simpático, tomamos algo en mi casa o en la tuya y hablamos de todo un poco.

- Perdóname Sole, pero no me puedo entretener que pierdo el tren y ya llego tarde al curro - Esta chica es que no pierde oportunidad, las 7,07h de la mañana y con ganas de lio. Ya puedo darme prisa que no llego.

Que mañana más bonita, como brilla el sol, pero hace un poco de fresquito, nada fuera de lo normal para este mes de marzo en Madrid.

Tengo que mirar si ya me han ingresado el sueldo, estamos a día 11 y ayer no había ningún movimiento en la cuenta. ¡Ya está bien!, casi a mediados de mes y sin cobrar, pero tengo que dar gracias de que tengo trabajo. Eso sí.

- ¡Hombre!, ¿Qué tal estás? Cuanto tiempo sin verte.

- ¡Pero Luis!, ¿Qué haces tú en este barrio y a estas horas de la mañana? - Otro entretenimiento, al final llego tarde al dichoso tren.

- Pues ya ves "tronco", currando repartiendo bebida por Torrejón, Ya llevo una semana. Que coincidencia y cuanto tiempo llevo sin saber nada de ti. ¿Qué tal te va?, ¿ya le has tirado los trastos a la chica esa del trabajo que te gusta?, ¿tienes prisa?, ¿tomamos un cafetito y hablamos un poco de los viejos tiempos?

- Me vas a perdonar Luis, pero llego tarde al tren. Ya te llamo yo. Me alegro mucho de verte, pero de verdad que tengo mucha prisa.

- Bueno, bueno, "Don prisas", pero llámame ¿eh?

- Te llamo seguro, adiós Luis.

¿Qué hora es?, las 7,10h. Ya puedo correr, que no llego. ¡Hay que ver!, 6 meses sin verlo y lo primero que me pregunta es, que si le he tirado los trastos a Esperanza. ¿Tanto se me notara que todavía no he reunido el suficiente valor?, pero de hoy no pasa, hoy va a ser el día.

¡Anda!, un puesto de flores, ¿pero si en esta esquina no se ha puesto nadie nunca vendiendo flores?, es una señal. ¿Qué hago?, ¿las compro ya o en la floristería de al lado del trabajo?, y que flores más bonitas tiene esta gitana y frescas. ¡A ver!, me quedan 5 minutos, la estación en frente, las compro.

- Buenos días señora, ¿a como están las rosas?

- ¡Mira!, po ser tú y ser la primera venta, te las dejo a precio fabrica, a 12€ la docena, que las acabo de arranca yo misma del invernadero esta mañana, más frescas imposible, mocetón.

- Está bien, quiero un ramo de 15 de estas rojas -. La verdad es que están muy bien de precio, no me está engañando.

- ¡Mira!, guapísimo te voy a meter dos más por el mismo precio, que "me se" quedan sueltas.

- De a cuerdo, pero por favor, dese usted prisa que ya no llego al tren - . Ya está entrando en la estación, oigo el motor y lo están anunciando por megafonía.

- Muchas gracias señora por todo.

- ¡Anda con Dios!, que las prisas no son buenas "pa na".

A correr toca, ¡jolín!, ya suena el pitido de las puertas del vagón cerrándose. Justo en el último segundo, por fin estoy dentro. De algo me ha tenido que servir los años de entrenamiento en el club de atletismo. Las 7,24h el tren puntual como siempre y yo si me descuido con tanto entretenimiento, no lo cojo.

¡Cuánta gente!, está hasta los topes. Bueno, ahora toca un poco de musiquita y a relajarse hasta Atocha. Esta va bien, Vivaldi, perfecto. Me encanta la música clásica por la mañana. A ver hoy es jueves el cuarto día de la semana, pues hoy toca el vagón numero 4.

Después de todo me ha hecho mucha ilusión volver a ver a luís, con lo amigos que hemos sido y ahora por circunstancias del destino no coincidimos, pero le tengo que llamar. Me ha sentado un poco mal tratarlo así tan frívolamente, con tanta prisa y me hubiera gustado mucho tomar ese café con él y haber hablado un rato de los viejos tiempos para echarnos unas risas. Le llamo seguro, quedo con él y me disculpo por lo de hoy.

Todos los días montando en este tren y la manía de contar las estaciones, ya son las 7,32h y llego a Coslada. ¡A ver!,  ¿cuántas me quedan?. Vicalvaro, Santa Eugenia, Vallecas, El pozo, Entrevías y Atocha. Total 6 paradas. ¡Pero qué tonto que estoy!, todas las mañanas igual y siempre haciendo lo mismo, si me lo sé de memoria, pero es manía, ¿seré maniático?

¡Anda Soledad!, por la mañana temprano he insinuándose. La verdad es que la chica es muy maja, tres meses viviendo en la puerta de en frente y no se me ocurre ni pedirle azúcar. Ahora que ella ya me ha pedido a mí de todo, azúcar, sal, ajos, cebollas, un día hasta que le dejara las pinzas de la ropa. Sera, que soy un poco vergonzoso. A sí me va, tan bien con Esperanza. Tengo que ser mejor vecino y pedir yo tan bien la sal.

Cuanta gente y hoy ninguna cara conocida. ¡A ver!, me parece que ese me suena del barrio, creo que lo he visto otras veces, ¿trabajara en Madrid?. Este otro menudo careto tiene el tío, y me quejaba yo cuando me he levantado y me he mirado en el espejo del baño. Como me empujen un poco más se me van a estropear las flores, ya puedo tener cuidado. Me tengo que cambiar de sitio. Aquí parece que se está un poco más desahogado.

¡Anda que menuda vergüenza con las flores!, todo el mundo mirándome, pero es normal, la verdad es que la gitana se ha lucido con el ramo, está muy bien, si me descuido no cojo el tren, pero ha merecido la pena la compra.

¿Qué hora será ya?. Las 7,38h, el tren está entrando en la estación de Santa Eugenia. Ya queda menos. Que ganas tengo de llegar y entregarle las flores a Esperanza, ver la cara que pone. Seguro que tengo éxito y un café a solas, por lo menos, seguro que consigo y quién sabe si algo más.

¿Pero qué pasa?, ha chocado el tren, no oigo nada, no veo nada, no siento dolor, cuanto humo. ¿Dónde estoy?, estoy tirado en el suelo. Ha sido una bomba, consigo oír algo, son gritos de gente, pero muy lejanos. Ahora me empieza a doler con fuerza la cabeza. Este humo no me deja respirar, tengo una fuerte presión en el pecho. No puede ser que esté pasando esto. Estoy dejando de oír los gritos, cada vez son más débiles. Tengo miedo, mucho miedo. Parece que el dolor se está pasando, pero no me puedo mover. El humo es ya más débil, consigo ver algo. El ramo de rosas, mis rosas. Todos los pétalos rojos esparcidos por el suelo. Tengo que comprar otro ramo antes de llegar al trabajo.

Está oscureciendo, ¡no puede ser!, hacia un bonito día con un deslumbrante sol, que brillaba en el cielo.

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