Lucas observa la videollamada, ya vacía, que papá se ha dejado abierta en el ordenador compartiendo la propia pantalla. Divertido, Lucas se ve en rectángulos sucesivamente más pequeños y menos nítidos hasta donde alcanzan los píxeles. No entiende las frases del chat.
Lucas ya ha desayunado su leche. Empieza a estudiar, debe aprenderse muchos temas. A veces para y juega. Una de ellas inventa una historia trágica con clics y un cochecito. Divertido, los pone entre dos espejos para verlos como en el ordenador.
Llaman, ha venido Noelia con sus papás. Le besa, trae dos peluches. "Juguemos con ellos" dice. Juegan alegres, aunque a ratos Lucas continúa con los deberes.
Vuelven al juego. Lucas gira bruscamente su coche, arrolla sin querer a un peluche y lo rasga, esparciendo toda su gomaespuma. Roza de refilón al otro.
Lloran. Noelia se va con sus padres entre sollozos.
Lucas se siente triste y solo mientras continúa sus deberes. Llegan fotos de Noelia con el otro peluche, está bien.
Lucas va al parque. Han quedado allí con Marta y sus padres, Marta dormirá en su casa con él. Lucas se cae del columpio, llora. Marta le consuela y Lucas le explica que es más por su accidente con el peluche.
Vuelven a casa y se acuestan. Marta se pasa a la cama de Lucas y se abrazan.
Dolorido y somnoliento, Lucas recuerda una frase del chat:
"Toda vida tiene cierto día que la contiene entera".
Repasa su día y se estremece, preguntándose en qué rectángulo está.
Se duerme.