Dentro del marco de actividades del II Encuentro de Ciencia Ficción de la Facultad de Informática, celebrado en la Universidad Complutense el pasado mes de noviembre, el cinefórum de este año, programado para el 12 de noviembre, se centró en la proyección de La Cosa (1982), película dirigida por John Carpenter, que, pese al escaso éxito comercial en el momento de su estreno, se ha convertido en una pieza de culto y referente de cine de autor para cualquier aficionado a la ciencia ficción. Una vez acabada la programación, y, realizado el recuento de los asistentes que pudieron evitar la asimilación,[1] tuvo lugar el habitual e intenso debate, en el que los ponentes dieron rienda suelta a sus estrafalarias interpretaciones y sesudas conclusiones, acorde al grado de paranoia de cada uno de ellos.[2]
Como es bien conocido, la película de Carpenter es una versión modernizada de una mítica narración de ciencia ficción. El punto de partida fue la publicación, en 1938, de Who goes there?, uno de los relatos más conocidos y sólidos de John W. Campbell, aunque aparecido bajo el pseudónimo de Don A. Stuart. En él, se relata la lucha de los integrantes de una base antártica con un extraño ente extraterrestre hallado en el hielo. Cuando los humanos se percatan de que el inesperado invitado, aparentemente muerto, se reactiva al ser descongelado y tiene la inquietante capacidad de asimilar a otros organismos y replicarlos con exactitud, amén de un carácter poco sociable, posiblemente debido a su prolongada espera en un desapacible colchón de hielo, se desencadena el caos en la base, en una batalla contra-reloj por descubrir quién está infectado y quién es aún humano.[3] Aunque hay diferencias notables entre la obra original y la adaptación de Carpenter, como la reducción de 37 personajes a 12, la introducción de la base antártica noruega, el descubrimiento de la nave espacial congelada, o el final marcadamente pesimista, tanto la esencia del relato como el ambiente claustrofóbico y paranoico se mantienen a la perfección.
No cabe duda de que la historia de Campbell estuvo influenciada por las campañas antárticas en las décadas de 1920 y 1930, entre las cuales destaca especialmente la capitaneada por el almirante Richard E. Byrd en 1928-29, y donde muchas de las descripciones de las infraestructuras de la base antártica están basadas en el detallado informe que el propio almirante redactó a su regreso. Es también probable, aunque no existen indicios sólidos que sustenten esta opinión, que Campbell conociese el relato de Lovecraft En las montañas de la locura, publicado en 1936 en Astounding Stories, si bien el enfoque, el estilo y la trama son radicalmente distintos, y exceptuando el decorado polar, no se observan elementos comunes. En el texto de Lovecraft, la actitud de los personajes es derrotista y sumisa a los acontecimientos,[4] posiblemente como consecuencia de una proyección inconsciente de la profunda mentalidad y educación puritana de Lovecraft, mientras que los personajes del relato de Campbell no se dan nunca por vencidos, y luchan resueltamente para eliminar la amenaza, sin dudar en sacrificar a los expedicionarios (potencialmente) infectados o destruir su base, aun siendo conscientes de que tal acto significa inevitablemente su propia muerte, al estar completamente incomunicados y no disponer de vías de escape. Un hecho interesante y poco conocido es que la historia finalmente publicada por Campbell en 1938 no es más que una parte de un proyecto más amplio y ambicioso, titulado en principio Frozen Hell, que, por diversos motivos, nunca llegó a materializarse, y acabó olvidado en los archivos de Harvard, entre otros borradores y documentos del autor, hasta ser casualmente redescubierto hace pocos años por Alec Nevala-Lee.[5] La comparativa de ambas versiones muestra de manera fehaciente que la versión publicada, reescrita eliminando los primeros capítulos de la versión original, es más efectiva e impactante, al haberse descartado largas, y, en ocasiones, tediosas e innecesarias digresiones sobre temas geológicos o físicos, que no contribuyen realmente a crear una atmósfera propicia, y desvían en exceso de la trama, llegando incluso a obstruirla. Sin embargo, la lectura de esta versión primigenia es aconsejable, ya que ilustra el cambio de estilo de Campbell en su obra posterior, estableciendo la tendencia que se convertiría en el modelo estándar de la llamada ciencia ficción dura anglosajona.
La versión cinematográfica de Carpenter, a su vez, está basada en el guion escrito por Bill Lancaster,[6] con pequeñas diferencias en los personajes (por ejemplo, Windows se llama Sanders) y algunas escenas notables que, por cuestiones de tiempo y presupuesto, no pudieron ser finalmente rodadas.[7] Este guion sirvió posteriormente como fundamento para la versión novelada de la película, redactada por Alan Dean Foster, y en la que se incluyen todos los elementos omitidos en la cinta. Esta obra puede considerarse, hasta cierto punto, como independiente, siendo una versión mucho más detallada y extensa que el guion original. La novela profundiza en el pasado de los distintos protagonistas, y describe de forma efectiva y exhaustiva la progresiva paranoia colectiva que resulta de la desconfianza mutua, así como la psicología, neuras y fobias de los distintos personajes, que explican algunas de las reacciones que se observan en la versión cinematográfica. Recientemente, la franquicia resultante de las películas y su influencia en el género de la ciencia ficción ha sido ampliamente discutida por Phil Hore, en la que se revisan y analizan las distintas adaptaciones radiofónicas, aquellas de la gran pantalla, las escritas o aparecidas en formato de cómic, así como los juegos de ordenador y consola inspirados en la temática.
En el plano cinematográfico, y a diferencia de la cinta de Howard Hawks de 1951 (El enigma de otro mundo),[8] que supone una primera (y pobre) adaptación de la narración original, en la que el invasor actúa de forma marcadamente violenta e irreflexiva, suponiendo una versión cósmica del manido mito de Frankenstein,[9] la versión de Carpenter es mucho más sutil y elaborada desde el punto de vista psicológico. El ente extraterrestre no es inherentemente belicoso, no ataca abiertamente, si no que trata de asimilar a los humanos, realizando copias exactas que conservan íntegros los recuerdos y emociones, pero que han perdido la condición de individuo independiente, y que, presumiblemente, están conectadas entre sí de alguna forma no especificada. La asimilación es una clara alegoría de la alienación y la pérdida de la entidad individual, un fenómeno social surgido en las primeras décadas del siglo XX con la emergencia de movimientos políticos de uniformización y despersonalización, como son el bolchevismo, el fascismo, el nazismo y el maoísmo, entre otros. La histeria colectiva desatada por estos movimientos, cuyo punto álgido puede centrarse en los años 50, así como en la actualidad, con la creciente presión del transhumanismo y la disolución del individuo en las redes de datos y sociales, es el verdadero protagonista de la cinta (así como de las versiones noveladas), describiendo una creciente alienación del individuo, sometido a una psicosis constante y una angustiosa desconfianza hacia todos sus semejantes, hasta desatar los instintos de supervivencia más primarios enterrados en lo más profundo del subconsciente.
Sin embargo, ni la película ni la versión novelada proporcionan (hecho comprensible) información acerca de las motivaciones y pensamientos intrínsecos del ente. Ignoramos si actúa de forma instintiva y automática, como un parásito que busca controlar huéspedes y reproducirse, o si, por el contrario, se trata de una desesperada estrategia de supervivencia, en el ambiente desconocido y hostil de los hielos antárticos, después de un prolongado e involuntario letargo de cien mil años, a lo que se añade la actitud iracunda y parcialmente histérica de los humanos, hecho que no invita precisamente a una interacción o comunicación pacífica. Biológicamente, la naturaleza específica de la cosa presenta múltiples interrogantes. Como se deduce de la reacción del invasor al ser atacado, en apariencia cada célula resulta ser un organismo independiente, cuya máxima es proteger su existencia, aunque sea sacrificando y delatando deliberadamente a sus semejantes. Por otra parte, este conglomerado celular actúa como un único individuo, al menos durante las fases en las que su integridad no se ve amenazada. En consecuencia, ¿se trata de un organismo único o de un enjambre? ¿Cada parte es un todo, o el todo es la suma de sus partes? Ni el relato original ni sus posteriores revisiones escritas, así como la película, aclaran este relevante aspecto, aumentando la incertidumbre acerca de la auténtica morfología del enigmático náufrago cósmico. Por otro lado, el espectador (o lector, en su caso) asume que "la cosa" pretende trasladarse a zonas civilizadas para infectar a toda la humanidad y así conquistar el planeta. Sin embargo, no hay indicios claros y convincentes que sustenten esta hipótesis. Ante la destrucción (en el caso de la película, la inmovilización permanente por congelación) de su nave espacial, es plausible que el extraterrestre, haciendo gala de unos conocimientos y destreza técnica digna de asombro, emprenda la construcción de una nueva nave, para así escapar de un ambiente poco hospitalario y la manifiesta (y natural) furia destructiva y letal de los miembros de la base antártica. La maniobra de distracción emprendida por la copia de Blair, para forzar su aislamiento y así permitirle ir reuniendo los componentes indispensables para la manufactura de un vehículo (llama la atención que la amasadora de cocina de Nauls formase parte del mismo), muestran una cuidada planificación y una notable coordinación de los infectados, que actúan de forma astuta para forzar enfrentamientos entre los aún humanos y así desviar la atención sobre el trabajo que realiza Blair. En este contexto, no puede descartarse que la intención final del infortunado visitante cósmico sea volver a su planeta natal, o ponerse en contacto con su raza (o el complementario de sí mismo) para ser rescatado. Cabe destacar que el relato The Things (2010) de Peter Watts defiende precisamente esta tesis, relatando los acontecimientos desde la perspectiva del invasor. Para este organismo, la asimilación de otras formas de vida es un tipo de "comunión espiritual",[10] lo que impide que comprenda las reacciones de los humanos, a los que claramente tipifica como inferiores por su insistencia en la individualidad y su oposición a ser parte de una entidad colectiva.[11] Ante el rechazo que le producen los humanos, "la Cosa" tan sólo pretende escapar del ambiente inhospitalario de la base, y tratar de encontrar a sus congéneres (o a parte de sí mismo). El relato apoya asimismo la hipótesis de que Childs está finalmente infectado, tal como parece sugerir indirectamente la versión cinematográfica. Sin ser un relato apasionante, sí es un pastiche efectivo y una interesante variante que trata de justificar las motivaciones del explorador espacial accidentado en los hielos polares. En este contexto, mencionamos asimismo Fragments of the Outpost (2019) de Todd Cameron, posiblemente uno de los fans más activos y apasionados de La Cosa, en la cual se tratan de despejar varias de las dudas o cuestiones no resueltas que deja abiertas la película, así como completar ciertas lagunas de la edición final. No obstante, se observan algunas divergencias con la versión novelada de Foster, notablemente en lo que se refiere al turbulento pasado de algunos de los personajes.
La elección del ambiente polar, sinónimo del aislamiento total y la incapacidad de pedir ayuda, es un elemento clave en la trama, que cataliza de forma convincente la indefensión del individuo ante la incertidumbre del quién es quién, y la sempiterna sospecha de estar rodeado de congéneres ya asimilados que aguardan la ocasión propicia para atacar. Las condiciones ambientales adversas evitan que la fuga sea una opción factible o juiciosa, obligando al individuo, bien a rendirse y abandonarse a la resignación, o a tratar de sobrevivir luchando, utilizando los (generalmente escasos) recursos a su alcance, incluso a costa de una reversión al estado del salvaje primitivo. El tema de unos expedicionarios aislados de la civilización y enfrentados a un lúgubre destino no es nuevo, con célebres referentes históricos, como las campañas polares emprendidas por el Almirantazgo británico durante el siglo XIX, notablemente la desastrosa expedición en busca del paso del Noroeste liderada por Sir John Franklin.[12] Las razones de tan flagrante fracaso, aún no esclarecido de forma satisfactoria,[13] despertaron la fascinación del público por los desolados parajes árticos y antárticos, dando lugar a decenas de títulos sobre las diferentes expediciones polares. Este fenómeno no escapó a la atención de los escritores de la época, como Edgar Allan Poe en su Aventuras de Arthur Gordon Pym o Julio Verne con su Esfinge de los hielos. Posteriormente, el ambiente ártico o antártico se convirtió en un decorado ocasionalmente utilizado en el contexto de la narrativa de terror y ciencia ficción,[14] como en el ya mencionado relato de Lovecraft,[15] los curiosos y olvidados relatos The Thing of - Outside (1926) de George Allen England e In Amundsen's Tent (1928) de John Martin Healy,[16] la novela The Greatest Adventure (1929) de John Taine, algunos de los relatos "paleontológicos" de Iván Efremov, la narración de Alexander Kazantsev en torno al fenómeno de Tunguska o, más recientemente, las novelas The Birth of the People's Republic of Antarctica (1984) de John Calvin Batchelor, Antártida (1997) de Kim Stanley Robinson, El Terror (2007) de Dan Simmons,[17] Infierno helado (2009) de Lincoln Child y El incidente siberiano (2019) de Greig Beck, en la cual un extraterrestre de tipo parasitario parecido al de Campbell escapa de su encierro en las profundidades del lago Baikal, desatando el terror en una remota región siberiana. Es también recomendable la antología editada por Betancourt en 2019, que recoge relatos cortos e inéditos directamente inspirados en la trama del cuento original de Campbell, y que muestra que la fascinación por el tema está lejos de haberse desvanecido.
Aunque no está directamente relacionado con el tema que nos ocupa, y dada su naturaleza paranoica, parece pertinente citar The Franklin Conspiracy: Cover-ip, Betrayal, and the Astonishing Secret Behind the Lost Arctic Expedition (2001) de Jeffrey Blair Latta, una curiosa divagación que pretende denunciar una monumental conspiración en torno a la famosa expedición, en la que no faltan los elementos de origen extraterrestre. Al margen del tono sensacionalista, el libro finalmente no aclara nada, no explica cuál es el asombroso secreto, y nos deja conjeturar en qué consiste realmente la conspiración. Texto perfectamente prescindible, sirve al menos para ilustrar hasta qué punto es tenue la línea divisoria entre los delirios paranoides, el sensacionalismo literario y la intencionada tergiversación de hechos históricos.
La asimilación del individuo por organismos externos, por otra parte, es un fenómeno muy común en la literatura de ciencia ficción, que escapa a toda enumeración precisa y completa. En el contexto general del relato de Campbell, nos limitamos a mencionar algunas obras que tienen elementos comunes reconocibles. Merece la pena rescatar del olvido la novela El gran Kirn (1958) de B. R. Bruss, donde un gigantesco cerebro oculto en los hielos árticos comienza a esclavizar a la humanidad por medios telepáticos, empleando unos curiosos hombrecillos rosáceos de origen vegetal como catalizadores hipnóticos. En muchos aspectos pueril, la obra presenta sin embargo algún punto de interés, como las descripciones de los agentes infiltrados en las zonas atacadas por el Kirn, donde los afectados, lejos de ser conscientes de haber sido "desactivados" como individuos, parecen disfrutar alegremente con su nueva condición de esclavos. La novela, pese a sus manifiestos defectos, resulta inquietante, y anticipa, en cierto modo, la creciente apatía de las sociedades modernas, que se dejan desposeer voluntariamente de sus capacidades de criterio e independencia, con el fin de llevar una insípida existencia exenta de la asunción de responsabilidades, pero plena de actividades recreativas y de ocio. Asimismo, en lo que se refiere a la atmósfera de paranoia reinante, hay cierta analogía entre el relato de Campbell y la célebre novela de Finney La invasión de los ultracuerpos (1955), donde los humanos son reemplazados por seres de origen (también) vegetal que conservan parte de la personalidad del huésped, pero que han perdido la capacidad de emoción, y, en consecuencia, han sacrificado también la curiosidad, el deseo, la libido, el afán de conocimiento, la filosofía existencial y las inclinaciones artísticas, convirtiéndose de esta forma en organismos estáticos cuya única motivación es existir. El texto de Finney es obviamente una reacción a la monomanía nacida de la Guerra Fría, reflejando la preocupación de los estadounidenses por el mantenimiento de su filosofía del "hombre hecho a sí mismo", exponente del individualismo absoluto, por no decir narcisismo, presentando ciertas similitudes (aunque la filosofía subyacente del autor es completamente distinta) con la novela Amos de títeres (1951) de Robert A. Heinlein. El mérito de Finney consiste en plasmar de modo efectivo la angustia del protagonista, un médico rural que observa continuamente como sus allegados han dejado de ser humanos, y cómo los invasores tratan de convencerle, primero amigablemente y, después, de forma violenta, de la conveniencia de abandonarse y ser reemplazado por una copia. Nuevamente, los extraterrestres no están en condiciones de comprender que parte de la esencia humana, marcadamente individualista, es torturarse a sí misma, y que el sufrimiento puede ser uno de los catalizadores más poderosos para la creatividad y la supervivencia.
Al margen de haberse convertido en un icono para los entusiastas del género,[18] la película de Carpenter ha servido asimismo como inspiración o motivación para diversos trabajos académicos,[19] donde, por ejemplo, se discute el mecanismo de asimilación de las células en relación con el microbioma sanguíneo, o se discurre sobre el significado vital y filosófico de La Cosa en el contexto termodinámico de la entropía, como vehículo de una asimilación completa de todas las formas de vida existentes y el subsiguiente estancamiento de la evolución y la diversidad biológica. Rawlins, por su parte, analiza el relato de Campbell en el marco de la llamada anti-fantasía, tomando como ejemplo la confrontación de la racionalidad con la amenaza externa. Desde la perspectiva psicológica, la paranoia provocada por el claustrofóbico aislamiento y la creciente animadversión entre el personal de la base antártica ha sido, a su vez, discutida evocando diversas teorías freudianas (en particular, en relación con el artículo Das Unheimliche, publicado en 1919). Otras extrapolaciones de tipo psicológico, que rayan en el absurdo, postulan conexiones entre el colonialismo y la asimilación de la individualidad. En esta dirección, la trama de la película ha sido, incluso, empleada como una motivación para artículos sobre geopolítica antártica, las tendencias expansionistas de las grandes potencias y la explotación comercial de los recursos naturales de la Antártida.[20]
En resumidas cuentas, tanto el relato de John W. Campbell como la icónica interpretación de John Carpenter se han convertido en obras de referencia y admiración para cualquier aficionado de la ciencia ficción. Lejos de constituir meros productos de entretenimiento, plantean interesantes y agudas cuestiones sobre el frágil equilibrio de la sociedad ante amenazas palpables pero invisibles, la psique o la alienación del individuo en situaciones de psicosis y pánico generalizados, así como los peligros que encierran cierto tipo de descubrimientos científicos, si se manipulan de modo inconsciente o temerario. Reflexionemos sobre todo ello, y leamos adecuadamente entre líneas estas juiciosas advertencias, antes de ser duplicados y asimilados por algún extraño y etéreo organismo invasor que nos reduzca a la condición de patéticos títeres desprovistos de voluntad, que nos hagan perder todo el interés y narcoticen nuestra curiosidad natural. Desconfíen por tanto del prójimo: puede que no se trate de quién pensamos...
REFERENCIAS
BECK, G. 2019 The Siberian Incident (Melbourne, Severed Press)
BETANCOURT, J. D. 2019 Short Things: Tales Inspired by "Who Goes There?" by John W. Campbell, Jr. (Cabin John, MD, Wildside Press LLC)
BLAIR LATTA, J. 2001 The Franklin Conspiracy: Cover-up, Betrayal, and the Astonishing Secret Behind the Lost Arctic Expedition (Toronto, Dundurn Press)
BRUSS, B. R. 1958 Le Grand Kirn (Paris, Fleuve noir)
BYRD, R. E. 1930 Little America (New York, G. P. Putnam Sons)
CAMERON, T. 2018 Fragments of the Outpost, texto libremente accessible en el enlace https://www.outpost31.com/_files/ugd/53c578_f51c813310334eec9fc6fc6fc81e97a4.pdf
CAMPBELL, J. W. 2009 Who Goes There?: The Novella That Formed the Basis of the Thing (Somerset, PA, Rocket Ride Books)
CAMPBELL, J. W. 2019 Frozen Hell (Cabin John, MD, Wildside Press LLC)
CHILD, L. 2010 Infierno helado (Barcelona, Plaza & Janés)
CYRIAX, R. D. 1939 Sir John Franklin's Last Arctic Expedition (London, Methuen)
ENGLAND, G. A. 1926 The Thing from - Outside Amazing Stories 1(1), 67-73.
FINNEY, J. 2002 Los ladrones de cuerpos (Madrid, Bibliópolis Fantástica)
FOSTER, A. D. 1982, The Thing: A Novel (New York, Bantam Books)
GLASBERG, E. 2008 Who goes there? Science, fiction, and belonging in Antarctica J. Hist. Geography 24, 639-657.
HEALY, J. M. 1928 In Amundsen's Tent Weird Tales 11(1), 72-83.
HEINLEIN, R. A. 1982 Amos de títeres (Barcelona, Martínez Roca)
HORE, P. 2024 The Thing: A History of a Franchise (London, Markosia Enterprises Ltd)
LANCASTER, B. 1981 The Thing (Screenplay), texto completo libremente accessible en el enlace https://www.outpost31.com/_files/ugd/53c578_c813b29a3be3475aa4baeeece69c931f.pdf
LOVECRAFT, H. P. 1981 En las montañas de la locura (Madrid, Alianza)
NEVALA-LEE, A. 2018 Astounding: John W. Campbell, Isaac Asimov, Robert A. Heinlein, L. Ron Hubbard, and the Golden Age of Science Fiction (New York: Dey Street Books)
POE, E. A. 1982 Aventuras de A. Gordon Pym (Barcelona, Orbis)
PRICE R. M. (Ed) 1999 The Antarktos Cycle (Oakland, CA, Chaosium)
PRIETO GÓMEZ I. et al. 2023 The Thing (1982): un primer modelo de prediagnóstico para las infecciones y alteraciones de la fisiología, Rev. Med. Cine 19(4), 345-354.
RAWLINS, J. P. 1982 Confronting the Alien: Fantasy and Anti-Fantasy in Science Fiction Film and Literature, en G. E. Slusser, E. S. Rabkin, R. Scholes (eds) Bridges to Fantasy, Southern Illinois University Press, 160-174.
ROBINSON, K. S. 1999 Antártida (Barcelona, Minotauro)
SIMMONS, D. 2008 El Terror (Barcelona, Roca Editorial)
SÖDERSTRÖM, J. 2016. The Uncanny Thing: Paranoia and Claustrophobia in The Thing and 'Who Goes There' Dissertation, Karlstads Universitet, texto completo disponible en el enlace
https://urn.kb.se/resolve?urn=urn:nbn:se:kau:diva-41926
STUART, D. A. 1938 Who goes there? Astounding Science Fiction 21, 60-97.
STURGEON, T. 1940 It Unknown 3(6), 97-117.
TARANTO, P; MARREC, A. 2020 The Thing: une representation de l'entropie Socio-anthropologie 42, 181-188.
VERNE, J. 1987 La esfinge de los hielos (Barcelona, Ed. Planeta)
WATTS, P. 2010 The Things Clarkesworld 40 January Issue
[1] Agradecemos a Javier Muñoz Pérez, promotor y maestro de ceremonias, la distribución de unos poderosos talismanes vítreos que protegieron la integridad física de los (supuestos) especialistas invitados al debate.
[2] Los ponentes supervivientes fueron Juan Carlos Benítez Paredes, Guillermo Jiménez Díaz, Ricardo Jimeno Aranda, Fernando Rubio Diez y quién suscribe estas líneas, moderados y capitaneados por Narciso Martí Oliet.
[3] En 1976, la revista Starstream publicó en su primer número una novela gráfica basada en el relato de Campbell.
[4] Característica típica, salvo contadas excepciones, de los protagonistas de la obra de Lovecraft.
[5] Nevala-Lee es el autor de una interesante y detallada historia del período dorado de la ciencia ficción americana, centrada en la influyente actividad de Campbell como editor de la revista Astounding.
[6] Concretamente, en una segunda versión depurada y corregida del mismo, fechada en 1981.
[7] La más notable es, posiblemente, la escena donde los perros supervivientes escapan, y son perseguidos por MacReady, Childs y Bennings, y dónde este último muere en una emboscada preparada en un remoto desfiladero.
[8] Producida por Hawks, la dirección estuvo a cargo de Christian Nyby.
[9] Salvo la mención en el título y el decorado, esta película no tiene realmente relación alguna con el relato de Campbell.
[10] Irónicamente, en ocasiones el lector tiene la impresión de que el invasor es un firme adepto a la filosofía budista, al abogar por una comunión espiritual universal, ajena a las pasiones y centrada en el conocimiento supremo.
[11] Compárese con las motivaciones del monstruo con inclinaciones de disecador en el relato It, de Theodore Sturgeon.
[12] Merece la pena destacar que muchas de las 40 expediciones de rescate enviadas tuvieron, a su vez, un final igualmente desastroso, aunque el número de bajas fuese muy reducido.
[13] Entre los muchos textos que tratan de explicar el destino de la expedición Franklin, destacamos la monografía de Richard D. Cyriax, aunque muchas de las hipótesis han sido refutadas desde entonces, con el hallazgo de los restos de los navíos de la expedición. Restan, sin embargo, muchas incógnitas, que no parece que se vayan a despejar nunca.
[14] En este contexto, es muy recomendable el podcast de Fernando Ángel Moreno Serrano sobre el tema del terror polar, accesible en el enlace https://www.ivoox.com/terror-polar-2-audios-mp3_rf_65739297_1.html.
[15] Véase la antología The Antarktos Cycle citada, que contiene narraciones de diversa calidad en torno al tema.
[16] En ambas narraciones, los personajes sucumben progresivamente a una paranoia colectiva.
[17] Fascinante novela que versa sobre la expedición de Franklin, escrita por un importante autor de ciencia ficción.
[18] Véase por ejemplo https://www.outpost31.com/, que es posiblemente el enlace más completo referente a la película y las cuestiones asociadas a la misma, con multitud de enlaces externos y referencias complementarias.
[19] Véanse los artículos de Prieto Gómez et al. o Taranto y Marrec mencionados en la bibliografía.
[20] Mencionamos como ejemplo los trabajos de Gladstein y Söderström, así como las referencias incluidas en estos artículos.
