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Biblioteca de la Universidad Complutense de Madrid

Domingo, 22 de diciembre de 2024

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Sci·Fdi:
Revista de ciencia ficción, 2021 Febrero 10; 25

Crónicas de las Lunas

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-¿Quién coño es esta mujer?

Volvían alborotados, riéndose, empujándose unos a otros, atropellándose para entrar en la nave. Rose dejó el cuerpo que llevaba en sus brazos en uno de los primeros asientos, con cuidado. Su nueva pasajera no se movía: su cabeza ladeada caía sobre su hombro  izquierdo como un  peso muerto,  sus brazos colgaban inertes y tenía una expresión de derrota cubriendo su rostro inconsciente.

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Un virus cuántico

Vivía a poco más de dos kilómetros del CERN, por lo que, si hacía bueno y era temprano, iba andando. Otras veces cogía el autobús que pasaba por delante de mi casa.

Por el camino solía ir distraído, pensando, sin fijarme demasiado en lo que ocurría a mi alrededor, por lo que supongo que hubiera sido normal que a veces, más tarde, no recordara si había ido en bus o había ido andando.

Pero a mí me ocurría justo lo contrario: con frecuencia recordaba perfectamente haber ido en bus y también, al mismo tiempo, haber ido andando. Incluso alguna vez me pareció recordar que, además, había ido también en coche. En este último caso, la duda sobre cómo hice el trayecto siempre pude resolverla al comprobar que el coche estaba en el CERN, en mi plaza de aparcamiento.  

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Level up

La trama pandémica había reventado los audímetros.

La audiencia, adicta a las catástrofes y noticias trágicas, adquirió en masa los holoemisores, dispositivos de realidad tridimensional que les permitían sumergirse en los acontecimientos de la simulación computerizada sin sufrirlos. Las filtraciones que insinuaban que la última temporada de la serie culminaría con la destrucción global engancharon al público, que ansiaba experimentar el capítulo final, y aumentaron los ingresos obtenidos por medio de la publicidad.

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Persianas

"¿Y bien? ¿Qué te parecen las persianas?". "Bien... supongo. ¿Me has invitado a tu casa... para que vea tus nuevas persianas?". "Claro. ¿No son fantásticas?".

No lo entendía, solo eran unas persianas. Pero los vecinos opinaban diferente. "¡Son magníficas estas persianas!", "¡Yo voy a comprar unas nuevas ya mismo!", etc.

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El bosque se apaga

A Jessica

-¡El bosque se apaga! -gritó Efr-Vn, mientras corría entre los árboles de fuego que ardían vigorosamente.

Yngp-Nknj, la esposa de Efr-Vn salió apresuradamente de su casa de piedras ardientes para recibirlo.

-¿Qué pasa? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? -le preguntó Yngp a Efr en cuanto lo vio.

Efr lucía extremadamente fatigado. Había recorrido una larga distancia sin descansar hasta llegar a su aldea e informar a los suyos sobre lo que había visto.

-¡Oh, Efr! -exclamó Yngp, al percatarse de que las llamas de su esposo se debilitaban-¡Respira, respira hondo! -le dijo.

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Huésped

En la madrugada del 13 de julio aquellos ciudadanos que tuvieron la suerte de encontrarse en algún punto alejado de las luces de la ciudad pudieron ser testigos, a partir de las 2:27 a.m., de una excepcional lluvia de meteoros, tan espectacular como efímera. Su duración no llegó a las tres horas, y cesó de una manera tan intempestiva como se había iniciado. Uno de los poquísimos diarios que le prestó alguna atención al fenómeno lo arrinconó a una notícula en su página 57, justo debajo del horóscopo y enfrente de un artículo lleno de fotografías a todo color que detallaba la golpiza que una celebridad del latín trap le había propinado a su esposa embarazada. De remate, el anónimo redactor, que por lo visto no se había molestado en consultar con nadie, malgastaba las pocas líneas disponibles en difundir que la mencionada lluvia de meteoros no era otra que las Perseidas, y en preguntarse, con retórica tan exuberante como huera, si no sería una señal de grandes cambios para un futuro cercano (sic). El mismo director del Observatorio Astronómico Nacional de Llano del Hato, doctor Erwin Moscoso, se tomó la molestia de desmentir estos malentendidos en un correo electrónico, aclarando que el máximo de actividad de las Perseidas ocurre entre el 11 y el 13 de agosto, y que su radiante se encuentra, tal y como su nombre bien lo indica, en la constelación de Perseo, y no en Ofiuco, como sucedía en el presente caso. También aclaró que el fenómeno estaba lejos de ser inusual, y que quizás lo habría producido la entrada a la atmosfera de los restos de un cometa de periodo largo, originado en la nube de Oort. Para ahorrarle la ofuscación a sus lectores, la redacción del diario optó por enviar el correo del doctor Moscoso directo a la papelera, y su dirección electrónica al filtro de spam.

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Para restaurar el universo

La gloria y el lujo del museo vivían en el recuerdo de décadas pasadas, y la falta de presupuesto y personal, así como la desidia del Estado que se presentaba como el guardián y el garante de toda cultura, habían causado estragos en la estructura edilicia. A pesar de que Sara Gould, última descendiente del Doctor Gould a quien homenajeaba el museo, implorara en la alta sociedad, de la que también formaba parte, para que nada de lo que allí se encontraba se perdiera, todo continuaba igual. Sabido es que entre los deseos, las palabras y los hechos median los intereses de los implicados. Y si nada cambió, no fue más que para mantener las apariencias; la falta de donaciones y del dinero necesario se lloraban en secreto.

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Poenitentiam agite: plagas devastadoras en la ciencia ficción

Los infortunios de naturaleza apocalíptica que azotan a la humanidad han sido siempre uno de los recursos favoritos entre los cronistas con aspiraciones mesiánicas, a través de todas las épocas, todas las culturas y todos los géneros literarios. Desde las plagas bíblicas a las crónicas de las calamidades medievales y las disquisiciones filosóficas, los desastres naturales son siempre, según los autores de estos textos, la consecuencia de la laxa conciencia de la población, que no atiende a los doctos e intachables preceptos de una selecta élite religiosa, militar o política, cuya intención y sagrada misión es velar por el bien del común mortal, completamente desamparado sin el permanente auxilio de sus altruistas veladores.  

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ISSN: 1989-8363