Destacar en el flamenco no es fácil, pero Ariadna Castellanos ha conseguido abrirse un hueco gracias a la poderosa mezcla de flamenco y jazz que consigue arrancarle al piano. A finales de marzo estará en la Complutense dentro de la programación de Flamencos en Ruta para presentar su disco Flamenco en back & white, pero antes de eso hemos querido hablar con ella y como no lo hemos podido hacer en persona porque vive en Nueva York, nos hemos aprovechado de Skype para tener una entrevista cara a cara a pesar de que estemos a casi 6.000 kilómetros de distancia.
- ¿Nueva York sigue siendo el centro cultural del mundo?
- El nivel artístico es tan grande que incluso la gente que toca en el metro es mejor de la que te puedes encontrar en muchas salas del mundo, pero no sólo la música, todo es así, tanto el arte como la moda o los negocios. Es cierto que quizás no sea el único centro cultural del planeta, porque hoy en día ya está el mundo muy globalizado, pero de todos modos en Nueva York la calidad es tan alta que yo todavía no he visto un concierto malo. De hecho ni para tocar en un club, donde tocas gratis, te dejan hacerlo si no lo haces bien, hasta eso es difícil, porque eso sí, en Nueva York todo es difícil, hasta entrar al metro porque te empujan (risas). Todo es una lucha constante, así que es un poco duro, pero se aprende mucho, y aunque he sido siempre bastante trabajadora aquí te ponen los pies en el suelo porque por mucho que te hayan dicho en la escuela que eres buenísima aquí todo el mundo es igual de bueno que tú. Eso sí, yo la veo un poco como una ciudad de paso donde nadie se queda porque no es cómoda para vivir, pero para un tiempo está muy bien.
- Comenzó su carrera estudiando música clásica, pero al final se ha decantado por una mezcla de jazz y flamenco. ¿Por qué dejó lo clásico?
- A mí me gustaba mucho el repertorio clásico de piano, porque es impresionante, y de pequeña yo era mucho, mucho, mucho, de Beethoven aunque luego fui evolucionando al siglo XX con músicos como Ravel y Debussy. Pero llegó un momento que con la música clásica lo pasaba bastante mal porque tienes que hacer siempre lo que te marcan, lo que está muy bien para asentar la cabeza en temas como la concentración y la disciplina, y de hecho sería imposible que ahora pudiera tocar igual sin haber pasado por la música clásica, pero también es verdad que no me permitía inventar nada, no era nada espontánea ni fomentaba mi creatividad, y a veces me sentía como un robot. No digo que esto le pase a todo el mundo, porque conozco otras personas que son capaces de sacar toda su creatividad con la música clásica. Yo sólo conseguía el equilibrio poniéndome flamenco en mi casa, allí aprendía y componía. Hacer las dos cosas a la vez me salvó un poco.
- ¿En el flamenco no existen reglas?
- Bueno sí, hay una historia detrás y no puedes componer lo que te dé la gana, pero a esa parte de tradición se une otra de muchísima creatividad. Y en directo, para mí es mucho más divertido porque en el flamenco no está todo cerrado. Con la gente que tocas te miras, te compenetras, está más vivo. Yo así soy mucho más feliz.
- Así que si alguien va a ver un concierto suyo, aunque sean los mismos temas ¿jamás va a sonar igual?
- En el flamenco hay facetas y trozos que están escritos, pero la estructura no está escrita, así que la puedes ir cambiando. Además hay temas con partes de solos en los que puedes improvisar lo que quieras, y eso es lo más divertido. Pero entiéndeme, esto no es como el free jazz, en donde todo es libre, pero lo que sí lo es me mantiene con adrenalina, me emociona. La improvisación, por otro lado, sólo se puede hacer cuando somos tres o cinco, porque con veinte no se puede improvisar porque la estructura tiene que estar cerrada. Eso me pasó cuando estuve en las compañías de baile, donde trabajé porque me parecía fundamental aprender a tocar para acompañar el baile. Me aburría muchísimo hacer veinte o treinta veces el mismo concierto, me superaba y me fui, aunque es cierto que también aprendí mucho.
- ¿Sabe que por uno de esos centros por los que pasó, en concreto Amor de Dios, también pasó Carlos Saura para ver si valía para bailarín y le dijeron que mejor que no lo hiciera?
- Qué curioso. No lo sabía, pero desde luego con sus películas Saura ha hecho muchísimo para popularizar el flamenco en todo el mundo.
- En sus actuaciones hemos visto que cuando toca el piano es como si bailase. ¿Es algo ensayado o es espontáneo?
- Eso dicen, y que hago mucho ruido con el pie, pero no lo hago aposta. Lo único que sí he intentado es dar a veces con el pie al piano como si fuera una caja, pero el resto me sale sin darme cuenta.
- En 2010, mientras estaba estudiando en Berklee hicieron honoris causa a Paco de Lucía y usted lideró el concierto homenaje que le hicieron. ¿Cómo recuerda la experiencia?
- Fue justo el año que yo llegué a la Escuela de Música de Berklee y allí el honoris causa implica que cuatro músicos interpreten temas en su honor y luego el homenajeado toca con los alumnos. Nunca he estado tan nerviosa como esa vez y mira que he hecho pruebas en conservatorios, pero para mí Paco de Lucía era, o mejor, es mi ídolo, nunca he admirado más musicalmente a ninguna otra persona. Sé que hay otros genios en otras cosas, pero no para mí. Le tenía ahí, como a cinco filas, y encima tocando un tema suyo, y eso me puso muy nerviosa, porque él se sabía cada nota y me dije: "Si soy capaz de tocar bien delante de él, ya no va a haber nada que sea capaz de ponerme nerviosa". Reconozco que nunca lo he pasado mal con el piano, porque cuando era pequeña sí que había otros niños a los que les sudaban las manos, se ponían histéricos, pero yo siempre lo he disfrutado mucho, porque en caso contrario no lo habría hecho. Lo de Paco fue... ¡uf!
- ¿Estableció amistad con él a partir de ese concierto?
- Era encantador y muy amigo del productor Javier Limón y su familia, así que cuando estaba este último de profesor en Boston nos reuníamos todos en su casa para cenar. Yo, además, también era amiga del hijo de la primera mujer de Paco de Lucía, que es de mi misma edad y también su hija es amiga mía, así que al final sí nos conocemos todos, aunque no puedo decir que era íntimo amigo mío. ¡Ojalá lo hubiera sido! Las primeras veces al estar con él me ponía muy nerviosa y me preguntaba: "¿Qué voy a hablar yo que le interese a este hombre?". Y luego resulta que me preguntaba a mí cosas, porque era un hombre sencillo, que es lo que pasa siempre con los genios, y por eso son tan grandes.
- El tema aquel que tocó en Berklee, La Barrosa, también lo ha incluido en su primer disco, Flamenco en Black & White.
- Aparte de La Barrosa hicimos otro tema con un cuarteto y uno más con una banda grande, pero el que era sólo de piano lo comencé a tocar en todos los conciertos a partir de entonces y Javi me dijo que sin duda alguna lo tenía que grabar para el disco. Mi parte la grabamos allí en Boston y la parte de los flamencos se grabó en España. Por cierto, nominaron este año a Javier Limón a los Grammy Latinos como el mejor productor por nuestro disco, y aunque no ganamos fue todo un reconocimiento, sobre todo para ser mi primer trabajo.
- ¿A qué hace referencia el título del disco, por qué en bilingüe?
- Lo de inglés y español es una referencia a este mundo en el que vivimos, medio aquí y medio allí, entre Estados Unidos y España. Lo del blanco y negro tiene además muchas interpretaciones, como por ejemplo los colores de las teclas del piano, o el propio flamenco que es una música con muchos contrastes, con cosas muy agresivas y otras muy suaves, muy dulces, con picos agrestes como si fuese una montaña. Eso llama mucho la atención en Estados Unidos, porque no es una música lineal como por ejemplo la que se hace para bandas sonoras. En realidad, lo de blanco y negro sirve para todo. Es un símbolo.
- Entre los otros temas del disco en uno de ellos la letra es un poema de Dulce Chacón. ¿Le interesa la poesía y la literatura en general?
- Sí, claro. La literatura me inspira y leo mucho en los aviones, y en el metro, porque aquí en Nueva York son tan largos los viajes.... Ese poema lo eligió Javier Limón, pero ya lo conocía de haberlo leído antes. De poesía me gusta mucho Bukowski y Shakespeare, aunque soy más de novelas, sobre todo de la novela rusa. Dostoievski es mi autor preferido y creo que mi libro favorito será siempre Crimen y castigo. Trata de algo que yo siempre he pensado, aunque sé que es poco políticamente correcto pensar que no todo el mundo vale igual, y no en un sentido racista y cruel, pero por ejemplo cuando se murió Paco pensé que lo que él le había dado al mundo no se lo da cualquiera. Pienso que hay gente que vive para sí mismos, egoístamente y hay gente que le da al mundo cosas. Normalmente son artistas, pero también hay políticos, médicos..., gente que se va del mundo y ha dejado algo, y para mí esa gente es muy especial.
- En Estados Unidos ha hecho también sus primeros pinitos en el mundo de las bandas sonoras, en concreto en un cortometraje titulado ¿Qué? ¿Dé dónde surgió esa posibilidad?
- Eso fue muy curioso. En la Boston University hacen todos los años un festival de cortos y vinieron a mi escuela a buscar a alguien que hiciera música mexicana. Y debido a la incultura que a veces impregna a Estados Unidos una amiga mía dijo que yo tocaba flamenco, que es algo español y que eso les valdría. Yo les dije que no eran lo mismo los mariachis que el flamenco pero les dio igual, así que lo hicimos y fue muy divertido. Además el corto, que a mí me parece muy gracioso, ganó el festival. Ahora han elegido otra canción mía para otro corto que va de un torero, aunque este es un tema del disco que lo van a poner ahí, no un tema que yo haya compuesto para la película.
- En España conoce al director David Trueba, ¿le ha propuesto que haga la música para alguno de sus trabajos?
- Es amigo mío desde hace mucho tiempo, cuando quiso hacer un programa sobre artistas y me sacó a mí incluso antes de que me fuese a Berklee. Hace poco, en el programa de radio Un lugar llamado mundo, que presenta Javier Limón, nos volvimos a juntar y me dijo Javier que me aprendiese Strawberry Fields para tocársela a David porque le iba a hacer ilusión a raíz de su película Vivir es fácil con los ojos cerrados. Escuché la canción la noche anterior y la interpreté para David y le gustó mucho. No me ha propuesto colaborar con él, pero claro que me gustaría hacerlo, porque le admiro muchísimo, es una de las personas más cultas que yo he conocido nunca.
- ¿Ha llegado a ver la película Grand Piano?
- Yo es que las películas de música y ballet nunca las veo. No he visto El pianista, ni Cisne negro... porque me afectan mucho. Vi la de Shine, porque me obligaron y no la terminé. La de Grand Piano va sobre un asesino, ¿no?
- Sí, es un francotirador que apunta a un pianista para que toque y amenaza con asesinarle si se confunde en una sola nota, y mientras tanto le habla sin parar por un pinganillo que lleva en el oído. ¿Se podría tocar el piano con una presión así o hace falta mucha concentración?
- Se puede llegar tocar el piano mientras se habla, pero de todos modos si diéramos en concierto donde lo único que nos importara fuese dar todas las notas correctas la gente se aburriría mucho. Es algo importante, pero hay que pasar ese nivel para expresar algo y ya decía Beethoven que dar una nota mal es perdonable, pero tocar sin sentimiento no tiene perdón. En la música clásica sí que el público podría ser capaz de saber si hemos cambiado alguna nota porque además casi nadie se equivoca, pero de todos modos yo he visto, por ejemplo, tocar a Barenboim, y el nivel emocional que provoca es enorme, porque lo de dar todas las notas tampoco es que le importe mucho, aunque claro estamos hablando ya de niveles muy altos, no es que te pongas a equivocarte adrede.
- En el mundo de la música y, en concreto, en el del flamenco, ¿es todo más difícil por ser mujer?
- Es un poco complicado porque el flamenco es más machista que otras músicas como la clásica, que no es prácticamente machista, y el jazz, que sí lo es un poco. También tiene un lado bueno lo de ser mujer, y es que como casi todos son hombres se acuerdan más de ti, y es que todo en la vida tiene su cara mala y su lado bueno. Quizás en el flamenco más difícil que el hecho de ser chica es que no soy gitana y vengo de fuera, pero lo intento hacer siempre con mucho respeto y cariño, y poco a poco se han ido dando cuenta y me han aceptado. De todos modos, tengo que reconocer que yo no lo he pasado nunca mal en el escenario, jamás, y mucha gente me ha ayudado a lo largo de mi carrera.
- En Nueva York toca en pequeños clubes de jazz, ¿le gusta eso o prefiere una gran sala?
- A mí gustan los teatros y creo que es porque yo aprendí la música así de pequeña cuando interpretaba clásica que se concebía siempre para ser tocada en un teatro. Ahora en Nueva York para aficionar a la gente ponen mucha música clásica en lugares que no son los habituales, como un club de jazz donde de repente aparece un cuarteto de cuerda. Y luego hay músicos de clásica buenísimos como Lang Lang, que se acercan al público tocando, por ejemplo, con Metallica en la última ceremonia de los Grammy. Es un ejemplo de cómo se están intentando juntar las barreras para que la música clásica no se quede como un reducto para gente mayor. Volviendo a mí, lo que más me gusta son los teatros, porque yo creo que incluso allí toco mejor, o por lo menos me lo paso mejor porque me puedo abstraer más que cuando tengo a alguien muy cerca, como ocurre en los pequeños clubes de la ciudad de Nueva York.
- Al ver su agenda se descubre que en la actualidad un músico jamás se detiene. ¿Ya no es posible vivir de los discos?
- Yo creo que los discos van a desaparecer y además no pienso que sea un drama. El mundo evoluciona y hay que asumirlo y vivir de la música en directo. Creo que si no te gusta viajar pues no vas a poder ser músico porque no sé si habrá mucha gente que se pueda permitir tocar sólo en su país.
De Madrid a Nueva York
Desde los seis años comenzó a estudiar piano en centros como el Conservatorio de Música Profesional de Majadahonda. Con 17 consiguió una beca para estudiar música clásica en la Guildhall School of Music, así que se fue "a Londres, aunque ni siquiera hablaba inglés". En la escuela británica, además de clásica también se impartía jazz, teatro y ópera, así que allí empezó a interesarse por el jazz, le "dio el gusanillo", aunque no les dejaban probar cosas diferentes "porque en Inglaterra la educación es muy conservadora y no se puede pasar de un estilo a otro". Decidió entonces hacer una especie de Erasmus para ir cuatro meses a Holanda a una escuela que tenía un convenio con diferentes profesores americanos que pasaban por allí cada semana, y con ellos empezó a embarcarse en la improvisación. Cuando estaba acabando sus etapas británicas y holandesas se volvió a España para tocar flamenco, que era algo que le interesaba desde los 12 años por un vecino onubense que tocaba la guitarra y que le empezó a enseñar cosas, que ella fomentó por su cuenta escuchando discos. En Londres coincidió con "cuatro flamencos perdidos" e hizo su tesis "tocando flamenco, lo que provocó mucha curiosidad". De vuelta en Madrid empezó a juntarse con guitarristas y cantaores en la escuela Amor de Dios y comenzó a trabajar con compañías de baile y con otros músicos como Jorge Pardo, Agustín Carbonell "El Bola" y Niño Josele.
A la vuelta de Inglaterra se presentó en el estudio de Javier Limón, productor de músicos tan reconocidos como Paco de Lucía, Calamaro y Bebo Valdés. "El caso es que me atendió y todo, y a partir de ahí él estaba siempre pendiente de mí, me regaló discos, me llevaba a conciertos, me empezó a poner de telonera de otros, y él fue quien me informó de que estaban haciendo pruebas en el Berklee College of Music de Boston", continúa Castellanos. Llegó allí el último día, la escucharon tocar y le concedieron una beca completa de interpretación para estar dos años. En el colegio de Boston "hay de todo, menos música clásica, con muchos estudiantes de todas partes del mundo, lo que hace aprender estilos muy interesantes". Allí participó en muchos festivales que le permitieron mejorar su técnica de jazz y cuando terminó sus estudios se fue a Nueva York, porque siempre quiso vivir allí. De todos modos tiene claro que en breve volverá otra vez a Madrid y desde aquí viajará a sus conciertos por el mundo.