Subir a un avión puede dar mal rollito, sobre todo si uno de los pasajeros amenaza anónimamente con matar a un pasajero cada veinte minutos si no se le ingresa en una cuenta la friolera de 150 millones de dólares.
John W. Richardson, Chris Roach y Ryan Engle son los novatos guionistas de esta historia. Ninguno de los tres había guionizado un largometraje con anterioridad y el más experto de todos es Chris Roach, que ha hecho guiones de varios combates de wrestling, de esas peleas amañadas en las que hay mil giros de guión, pero que siempre acaban con el vencedor que se esperaba. Eso es exactamente lo que ocurre en esta película donde nadie se sorprenderá del final, aunque a pesar de eso hay que reconocer que la retorcida trama engancha al espectador y le hace dudar sobre si lo que vemos ocurre en realidad, sobre si ha habido un salto temporal, sobre si la acción se apoya en una terrible amnesia, o sobre si hay de verdad algún asesino a bordo. De hecho, los que hayan visto la anterior película del director, Sin identidad, pueden pensar en algún momento que al protagonista (que es el mismo actor, Liam Neeson) le han vuelto a suplantar y no se entera de nada de lo que le está ocurriendo. Por lo tanto lo que comparten los dos filmes, aparte del director y el actor protagonista, es un final previsible, aunque también (para no ser injustos) un buen trabajo del director.
Jaume Collet-Serra es de esos directores españoles que han decidido trabajar en Estados Unidos y que han apostado por mimetizarse por completo con los profesionales yanquis. Es decir, son buenísimos en la parte técnica y son capaces de mantener un ritmo frenético durante todo el filme. Esas dos cualidades son excelentes para un director, y si a eso se le uniese un buen guión seguro que harían peliculones, aunque por desgracia esa suele ser la pata más floja sobre la que se sustentan sus filmes. De todos modos, tipos como Collet-Serra, Eugenio Mira (Grand Piano), o Juan Antonio Bayona (Lo imposible) son unos grandísimos profesionales y además son muy, pero que muy listos.
Liam Neeson lleva todo el peso de la historia y vuelve a interpretar a ese personaje que no sabe qué ocurre y que va descubriéndolo a la vez que los espectadores. En esta ocasión llega a sonreír una vez (no voy a decir en qué momento de la peli) y la verdad es que no le pega nada en su cara inamovible, parece casi como si le costase esbozar una sonrisa.