El escritor chileno Jorge Edwards, actual embajador de su país en París, defendió en la lección inaugural de la vigésimo cuarta edición de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense, un modelo de literatura que sepa conjugar belleza en cada palabra y sabiduría en su intención. De este modo Edwards se aleja del ideal sartriano que destinaba a la prosa el fin único de remover conciencias y a la poesía el fin último de crear belleza. Del mismo modo, Edwards evita la respuesta contraria que sucedió a los textos de Sartre, y que tuvo en Octavio Paz a su máximo representante, en la que al hecho literario se le negaba cualquier finalidad social rebajándole a la mera concepción artística. "Hablo -señaló Edwards- de autores que escriben, a lo mejor, con la pluma de la broma y la tinta de la melancolía, como dijo el brasileño Machado de Assis. A esa categoría pertenecen en una definición última Shakespeare y Cervantes, Goethe y Thomas Mann, Marcel Proust, desde su ángulo particular, desde su otra vuelta de tuerca, Henry James y Franz Kafka, además del mismo Machado de Assis, de Jorge Luis Borges, y me atrevo a decir ahora, Mario Vargas Llosa. A primera vista, da la impresión de que estoy hablando de una especie literaria y humana en extinción. Soy, sin embargo, optimista. Pienso que todo se renueva, que todo vuelve, aun cuando quizá los mecanismos actuales de la literatura, y hasta sus formas de enseñanza, su difusión por los medios disponibles, conspiren contra ella, contra su naturaleza intrínseca. Me intereso, pues, en definitiva, después de muchas vueltas, en escritores de todos los tiempos, de ahora y de antes, que pueden influir, que pueden producir efectos en la conciencia de los demás a través del uso de la palabra escrita".
Edwards, no obstante, advirtió del peligro que corren los autores que persigan este ideal literario de convertirse en meros productos comerciales, lo que en inglés se define como "entertainer", entretenedores. Para evitarlo necesitarán de un elemento añadido que se podría definir, según definió Edwards, "Como una sabiduría. En la prosa de Cervantes hay humor, tristeza, enredo, pero, en el balance final, incomparable sabiduría, como en la de Balzac, en la de Thomas Mann, en la de Ítalo Svevo, y la diferencia con autores menores reside en que el humor de la prosa es sabio, en que la tristeza es reflexiva, en que la pluma de la broma nunca falla, por amarga y hasta negra que sea la tinta", explicó el autor de "Los convidados de piedra".
Para el Premio Cervantes 1999 hay un autor que ejemplariza esos valores literarios por los que él apuesta, quizá mejor que ningún otro: Michel de Montaigne. "Siempre sentí que era el ejemplo por excelencia del escritor reflexivo, del humanista que parte de su yo personal, que lo convierte en materia de sus escritos y que desde ese punto de partida amplía su campo y lo extiende al mundo, al familiar, reconocible, y al ajeno, al del otro". Para justificar su elección, Edwards puso un ejemplo de los textos de Montaigne. "Voy a dar un ejemplo de novela intercalada en los ensayos. Montaigne, en el encierro de su torre, escuchó hablar de lo siguiente. Una señora joven, robusta, de buen carácter, de mediana fortuna, se dirigió a una boda campesina en un lugar cercano. Parece que los vinos de la región de Saint Émilion le hicieron un efecto excesivo, previsible, pero que la buena mujer no había previsto. Quedó tendida a la orilla de un sendero, cerca de unos viñedos, profundamente dormida. Al poco tiempo, con gran sorpresa de su parte, comprobó que estaba embarazada. La señora, entonces, hizo lo siguiente, lo cual, en el fondo, era una prueba de su buena fe, de su buen sentido campesino, y además, detalle no menor, de su astucia y su sentido práctico: hizo colocar, en los lugares más visibles de la región, un cartel donde aseguraba que si el autor del desaguisado se presentaba, ella se casaría de inmediato, sin hacer mayores preguntas, con él. Se presentó un hombre joven, hizo un relato verosímil de los hechos, tal como habían ocurrido en esa noche de celebraciones, y la señora cumplió su promesa y contrajo matrimonio. Según la crónica local, fueron felices y se mantuvieron unidos hasta el final de una larga vida. No sé -concluyó Edwards- si el episodio, narrado con maestría, con calma, con un manejo sabio de una lengua en plena formación, sin rehuir giros y hasta insinuaciones locales, pueda cambiar algo en la sociedad, pero sí consigue provocar un cambio en los procesos de la mente, en los prejuicios pueblerinos, en la conciencia del espacio y del tiempo".
La conferencia de Jorge Edwards fue el colofón al acto inaugural de esta vigésimo cuarta edición de los Cursos de Verano que la UCM celebra en San Lorenzo de El Escorial. Una edición que entre el 4 de julio y el 5 de agosto reúne más de un centenar de actividades, en las que se analizarán las últimas tendencias científicas, sociales y culturales. Los Cursos son, en palabras de la vicerrectora y directora de la Fundación General de la UCM, Mercedes Molina, un claro ejemplo de cuál debe ser la función de esta institución, ya que aúnan carácter formativo, proyección cultural y colaboración desde la más absoluta independencia con otras entidades e instituciones -en este caso el Banco Santander- , características que son precisamente algunas de las más destacadas que persigue la Fundación de la UCM, junto a la promoción de la investigación básica y aplicada o la progresiva internacionalización de sus actividades.
También intervino en el acto inaugural el director de la División Global Santander Universidades y director general de Banco Santander, José Antonio Villasante, quien mostró su satisfacción porque por tercer año consecutivo la entidad que preside Emilio Botín patrocine esta "prestigiosa y obligada cita académica", y subrayó la apuesta que el grupo Santander está llevando a cabo desde 1997 por la educación superior, que en la actualidad ya se extiende a universidades de 14 países y una inversión global anual de 105 millones de euros, que a partir de este año se incrementarán hasta los 120 millones.
El rector José Carrillo, por su parte, deseó a quienes acudan durante las próximas cinco semanas a San Lorenzo de Escorial "que hallen aquí mucho más de lo que venían buscando", y aprovechó la ocasión para defender tanto el papel como la gestión de la universidades públicas españolas, así como su modelo de gobernanza, criticado por algunos durante los últimos meses, pero que a juicio del rector Carrillo, "aunque sea mejorable ha demostrado no ser tan malo". El rector concluyó reiterando la apuesta de la Complutense por convertirse en los próximos años en una universidad de referencia en Europa.