Desde el mes de febrero, la Universidad Complutense ha acogido la exposición María Sklodowska Curie, una polaca en París, promovida por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con el respaldo de la Embajada de la República de Polonia en España, el Instituto Polaco de Cultura de Madrid y el Musée Curie de París. En estos dos meses ha pasado por la Facultad de Ciencias Físicas y la de Ciencias Químicas, en cuyo salón de actos se ha llevado a cabo, el 18 de abril, un acto institucional para celebrar la clausura de esta muestra.
Belén Yuste, una de las comisarias de la exposición, repasó de manera emotiva y personal la vida de la primera mujer que recibió un Premio Nobel, pero también de la primera persona en conseguirlo en dos categorías diferentes, Física, en 1903, y Química, en 1911.
Recordó Yuste la infancia de María Sklodowska, dentro de una familia muy culta, pero en una Varsovia ocupada por Rusia en la que cualquier admiración por la cultura polaca debía hacerse de puerta para adentro si se querían evitar represiones.
En esos primeros años de vida sufrió la pérdida de su hermana mayor y también la de su madre, con quien apenas tuvo contacto, debido a la tuberculosis que padecía desde que dio a luz a la propia María. A pesar de la escasez de recursos económicos llegó a lo que las comisarias han bautizado como Pacto Fraterno, por el que su hermana estudiaría primero Medicina para que ella luego pudiera estudiar Ciencias Físicas en la Sorbona.
Algo que hizo, terminando la primera de su promoción, tras hacer los estudios en sólo dos años. Poco después, repetiría con Matemáticas, gracias a una beca de 600 rublos, terminando estos estudios en solamente un año.
Pronto conoció a Pierre Curie, "que se quedó prendado por esa joven con la que podía hablar sobre cualquier tema científico". Allí comenzó una vida de investigación científica que les llevó al descubrimiento del polonio (nombre dado en recuerdo de su patria natal) y del radio.
Aquello la llevó al Nobel, a ocupar la cátedra en Sorbona, siendo la primera mujer en hacerlo en la historia, y al único cargo público que quiso aceptar en su vida, el de vicepresidenta de la Sociedad de Naciones, desde donde defendió la incorporación de jóvenes talentos a la vida académica.
Por España pasó en tres ocasiones, en 1919, 1931 y 1933, un año antes de su fallecimiento. En la última de esas visitas, y como recordó Sonia Rivas, la otra comisaria de la muestra, ofreció aquel discurso con las famosas palabras: "Soy de los que piensan que la ciencia tiene en sí una gran belleza. Un científico en su laboratorio no es sólo un técnico, es también un niño colocado ante fenómenos naturales que le impresionan como un cuento de hadas".
Rivas, que leyó textos escritos por la propia Marie Curie y por aquellos que la conocieron recordó otras frases conocidas como la de Einstein que aseguró que "Marie Curie es, de todos los seres célebres, el único al que la gloria no ha corrompido".
María Nagore, vicerrectora de Extensión Universitaria, Cultura y Deporte de la UCM, felicitó a las comisarias por esta exposición sobre una mujer que "es un ejemplo y un modelo a seguir", y les dio las gracias por "haber traído hasta aquí esta figura tan relevante".
Animó al mismo tiempo a visitar la muestra sobre Concha Espina, que estará abierta al público en la biblioteca María Zambrano desde el día 19 de abril. Aunque la escritora estuvo muchas veces en las quinielas de los Nobel, al final se quedó a las puertas, pero podría haber sido, perfectamente, "la Marie Curie de la literatura europea".
