Sus datos apabullan: 13 años, 27 ediciones en 6 países, más de 300 cursos, más de 8.000 estudiantes de 38 nacionalidades, más de 1.300 profesores, más de 7.000 becas... La Escuela Complutense Latinoamericana (ECL) es, sin duda, " de los programas más efectivos, tanto desde el punto de vista académico como investigador, de internacionalización de nuestra universidad". Lo afirma quien es su directora desde 2013, Marián López Fernández-Cao. Entonces apenas sospechaba lo que se escondía tras estos cursos que organizan el Vicerrectorado de Relaciones Internacionales y la Fundación General de la UCM, y patrocina Banco Santander. "Son una experiencia académica. Son, en muchísimos casos, el inicio de experiencias investigadoras, pero también son, ante todo, una experiencia vital, tanto para el alumnado como para el profesorado. Yo creo que esta es una de las razones principales por la que sigue y lleva ya trece años". Por si fuera poco, como resalta su directora, la ECL también va haciendo "Marca Complutense" por América Latina.
- Próxima estación: Bolivia, del 18 al 29 de marzo de 2019.
- Eso es. Hacemos por primera vez una edición de la Escuela en Bolivia. Se puso en contacto con nosotros un consorcio de universidades formado por la Universidad Nacional Gabriel René Moreno, la UPSA, la UTEPSA y la Católica Boliviana. Son una universidad pública y las tres privadas más potentes del país. Vamos a hacer diez cursos, creo que muy interesantes sobre temas muy diversos como medicina tropical, nutrición, derecho; relaciones internacionales, turismo y patrimonio, seguridad informática, musicología, economía o urbanismo. Allí ya se ha presentado a los medios de comunicación y está teniendo muy buena distribución.
- Que cuatro universidades de un país en el que no se ha celebrado nunca pidan albergar una edición, habla muy bien de la Escuela y de su prestigio en América Latina.
- La Escuela es muy conocida en las universidades latinoamericanas y tenemos siempre muchísimas ofertas. Hemos recibido ofertas de República Dominicana, de Ecuador, de distintas universidades argentinas, de Colombia... De alguna manera, yo creo que esto se debe a que la Escuela Complutense Latinoamericana es una semilla. La Escuela es muy interesante en sí misma, van ya más de 8.000 alumnos, muchísimos profesores, se han dado muchísimas becas a estudiantes complutenses, porque lo que pretendemos es que el alumnado tenga la posibilidad de viajar y estar con alumnado americano. Pero, además, se crean relaciones profesionales y hasta de afecto, por decirlo de alguna manera. Como los cursos consisten en dos profesores complutenses y dos profesores de la universidad sede, que no pueden ir juntos; va la primera semana un profesor y la segunda otro, eso obliga a que interaccionen en clase y al final se acaben haciendo muchísimos acuerdos de cooperación, de cursos conjuntos, de seminarios, proyectos de investigación... Por lo cual, los cursos de una escuela a lo mejor se multiplican por dos o por cuatro si los contamos por los proyectos que salen de ellos. Algunos ya se conocían antes, pero para muchos es una primera oportunidad de ponerse en contacto con profesorado de universidades latinoamericanas e iniciar proyectos conjuntos. Al estar quince días dando clases juntos, se crean lazos de interés sobre el tema académico. La mayoría de los profesores quieren repetir porque es una experiencia muy bonita. No todos pueden repetir e intentamos de hecho que no lo hagan para intentar dar oportunidad a otros más jóvenes, a los que no tienen contactos, etc.
- ¿La intención es continuar expandiendo la Escuela por otros países?
-Hay lugares de celebración que ya están muy consolidados, en los que hay universidades muy buenas, como por ejemplo la de Buenos Aires, con la que la UCM tiene muchos contactos. Sí intentamos hacerlo en diferentes sitios. En Argentina y México es donde más hemos estado. En Argentina, en Buenos Aires, además de en la UBA, hemos estado en la Tres de Febrero, que es una universidad joven pública muy interesante. Siempre tiene que ser con universidades públicas. A veces se suma alguna privada, como sucederá en Bolivia, pero siempre liderado por una pública. En Argentina también hemos estado en Córdoba, que también es una muy buena universidad. En México lo hemos hecho en Puebla, Guadalajara... En Colombia, un par de veces en Cartagena. En Ecuador aún no, pero creo que sería interesante ir. En Chile nos costó un poquito pero al final se hizo con la Universidad de Santiago de Chile, que posiblemente repetirá en 2020. Tenemos ofertas de otras universidades chilenas. También se estuvo una vez en Brasil, aunque el problema del idioma dificulta un poco tanto para los estudiantes como para el profesorado. Tampoco nos quedan tantos países, por tanto, dónde ir. Uruguay también se ha puesto en contacto con nosotros... De alguna manera lo que intentamos es estrechar lazos, aunque algunas veces repetimos para consolidar o para afianzar relaciones como la que mantenemos con la UBA. Nos gusta también no ir a grandes ciudades, para que el profesorado y el alumnado se sienta a gusto. Intentamos que sea una experiencia académica, el inicio de experiencias investigadoras, pero también una experiencia vital. Lo es tanto para el alumnado como para el profesorado. Yo creo que esa es una de las razones principales por la que la Escuela sigue y lleva ya trece años.
- Usted lleva ya cinco años dirigiéndola
- Sí, desde 2013. Primero estuvo Arturo Romero. La idea partió del vicerrector Hernández Tristán, durante el rectorado de Carlos Berzosa. Yo creo que no lo pudieron inventar mejor. En ese sentido, yo creo que cuando las cosas están bien pensadas hay que conservarlas. De hecho, cuando yo lo recibí ya estaba muy bien organizado y lo único que hice es tratar de que se conociera más, que pudiera ir más profesorado, introdujimos la apertura del directorio, ya que era más difícil entonces contactar con el profesorado de allí.
- ¿Cómo funciona la apertura del directorio?
- Pensamos que era importante que todos los profesores complutenses supiesen que podían presentarse y tenían a su disposición todo el directorio de la universidad sede, la contraparte como decimos aquí. En el caso de la próxima edición de Bolivia será un poco diferente al sistema habitual. Normalmente abrimos una convocatoria general con todos los temas posibles y ofrecemos al profesorado complutense todo el directorio de la universidad sede para que busquen sus contrapartes, es decir los profesores con los que les gustaría dirigir el curso. Se pueden presentar cursos de todo tipo, aunque lo que hacemos en la comisión de la ECL es velar porque haya un equilibrio de temas y de áreas. También buscamos un cierto equilibrio entre personas que ya han estado en la Escuela y quienes van por primera vez. Es cierto que hay cursos que han tenido muy buen resultado y los piden desde la universidad sede, pero siempre intentamos que al menos la mitad sean nuevas experiencias para el profesorado. También velamos por un equilibrio entre facultades y poco a poco han ido entrando más cursos del área de ciencias. En el caso de la edición de Bolivia, al ser cuatro universidades, pensamos que si abríamos cuatro directorios, los profesores UCM se iban a volver locos. Además, las universidades bolivianas nos pidieron unos temas prioritarios, por lo que decidimos en esta ocasión ofrecer solo los directorios en relación con esos temas. Sí que hay que decir que los cursos los eligen las universidades sedes, porque se van a dar allí y saben mejor el interés del alumnado.
- Comentaba antes que los estudiantes complutenses pueden también matricularse y que tienen a su disposición un número de becas y ayudas. ¿Aprovechan la oportunidad?
- Damos 70 becas cada edición. Son becas de viaje, en las que se les paga gran parte del viaje o todo, y el alojamiento, quince días a media pensión. Yo creo que para una chica o un chico ir a otro país, recibir un curso de gran calidad, con profesores de renombre y compartiendo la experiencia con 300 o 400 alumnos... De hecho, quienes van suelen volver a pedir las becas. También tenemos otras 200 medias becas, con matrícula a mitad de precio. Las 70 becas se agotan a toda velocidad. Las publicitamos en la página de la Fundación General de la UCM y se piden volando. Hay que recordar que la ECL depende del Vicerrectorado de Relaciones Internacionales, pero la Fundación es la que gestiona toda la infraestructura, los viajes de los profesores y alumnos... El alumnado becado está en el mismo hotel, con lugares para reunirse y convivir entre ellos. Las evaluaciones son muy positivas. Siempre se ha recibido una evaluación excelente. La media es de 4,2 sobre 5.
- ¿Algún objetivo o aspecto que mejorar para los próximos años?
- Yo diría que los buenos programas hay que cuidarlos y conservarlos. De hecho, sería interesante poder aumentar el número de cursos de cada edición. Se llegaron a hacer 14, se bajó a 10 y ahí seguimos, pero estoy segura de que si organizásemos 15, los 15 se cubrirían. En ocasiones recibimos 70 o más solicitudes de profesores con su diseño de curso. No es fácil seleccionar, por eso dejamos que lo hagan ellos [ríe]. No hay que olvidar que la ECL hace "Marca Complutense". Muestra la calidad de los docentes de la UCM o valores que tenemos como la colaboración o la equidad. Aquí cobran lo mismo los profesores complutenses que los de las universidades de allí. Todo ello hace que muchos de los estudiantes latinoamericanos que pasan por la Escuela acaben viniendo aquí para hacer el máster o el doctorado, tras contactar con el profesor o la profesora que conocieron o simplemente por haber comprobado cómo se investiga aquí.