La cultura como arma de rescate. Este es el mensaje que quiere lanzar el alcalde de Nápoles, Luigi de Magistris, a los que como a él no les gusta la Europa actual, en la que las oligarquías y el poder financiero campan a sus anchas y la xenofobia y la falta de solidaridad se extienden como la espuma. Ante eso, Magistris propone a la ciudadanía europea utilizar la cultura, en su sentido y manifestación más amplia, para "recuperar la humanidad que en muchas partes de Europa se está perdiendo". La propuesta la lanza por videoconferencia al público que llena el salón de actos de la Biblioteca Histórica de la UCM en la tarde de este 25 de febrero, para asistir al primero de los debates que con el título "Pensar Italia para pensar Europa" ha organizado Encuentros Complutense, con la colaboración del Departamento de Estudios Románicos, Franceses, Italianos y Traducción de la Facultad de Filología y la Librería Enclave de Libros. La segunda cita será en la tarde del día 28 en la sede de esta librería, en la calle Relatores, 16.
Democracia participativa
De Magistris tenía previsto viajar hasta Madrid para estar presente en el debate, pero el tremendo vendaval que ha azotado el Sur de Italia durante el fin de semana le han obligado a permanecer en Nápoles, ciudad de la que es alcalde desde 2011. Precisamente, De Magistris pone a su ciudad como ejemplo del antes y el después que pide para Europa. Cuando él llega a la alcaldía, lo hace sin pasado político, siendo "autónomo, independiente y libre", como señala él mismo. Esto le hace no deber nada a nadie y mucho menos a la mafia y al crimen organizado, que dominaban la ciudad a través de la corrupción. En su plan de rescate de la ciudad incluye a los ciudadanos, los da voz, apuesta por la democracia participativa y por la cultura como elemento aglutinador, que no sólo ha recuperado la belleza de la ciudad, sino que, como resaltó De Magistris, ha recuperado su economía y dado trabajo a los ciudadanos.
Alianza de ciudades europeas
Para exportar la fórmula a Europa, Luigi de Magistris propone no dejar el trabajo en manos de los gobiernos nacionales, sino crear una especie de alianza de ciudades, entre las que estén presentes las que, según indicó, ya están caminando en esa misma dirección. Entre ellas estaría Madrid, Barcelona, Berlín, Nápoles... La clave está en que el movimiento vaya de la mano de los ciudadanos, de la vida comunitaria. Si se hace así, se construirá una Europa diversa, alejada de elementos como el racismo y la xenofobia, que en estos momentos parecen ganar adeptos guiadas por políticos y elites corruptas.
Una Europa más humana
Antes de concluir su intervención, el alcalde de Nápoles recordó que en Italia, el artículo 3.2 de su Constitución sitúa una serie de valores por encima de la legalidad formal de cada momento. Entre ellos están la justicia y los derechos humanos. "Entre todos construiremos una Europa más humana, en la que la centralidad sea el ser humano", concluyó De Magistris.
Junto a De Magistris, el debate celebrado en la Biblioteca Histórica de la UCM, permitió escuchar voces expertas en la historia y presente de Italia. Moderados por el profesor de Filología Italiana Juan Varela Portas, participaron las también profesoras complutenses Nuria Sánchez y Aurora Conde y el profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Autónoma de Barcelona, Steven Forti.
Veinte años de populismo berlusconiano
Nuria Sánchez se centró en la dicotomía que, a su juicio, existe entre la sociedad italiana y su política. Mientras que la primera evoluciona de forma lenta en sus costumbres y pensamientos, la política italiana se caracteriza por su "velocidad vertiginosa". "El populismo de Trump en Italia se ha vivido con 20 años de adelanto", señaló en referencia a la figura de Silvio Berlusconi . Para la profesora Sánchez, el actual gobierno liderado por Salvini es un paso más en ese devenir populista por el que ha transcurrido Italia en las últimas décadas. Pero con un agravante: "El discurso de Salvini es racista, xenófobo y homófobo", concluyó la profesora complutense.
Italia, un país en declive
Steven Forti, por su parte, quiso transmitir cinco ideas. La primera: Italia es un país en declive, tanto económico como social, cultural y político. "Esto es algo que hoy ya todo el mundo admite". La segunda: Italia es el laboratorio político europeo. Lo fue para la izquierda hasta los años 70, y lo es para la derecha durante los últimos 25 años. El "nacional-populismo" del gobierno Salvini presenta el grave riesgo de extenderse por otros países. Tercera idea: Italia es el paradigma del fracaso de la izquierda. La cuarta, fruto de la tercera: Italia es modelo de la radicalización de la derecha. Y quinta: Italia es un país que vive una transición nunca acabada, en el que su sociedad civil está mitificada y todas las culpas se echan a los políticos. "Esto es algo que los italianos tendrían que mirarse", concluyó Forti.
Exportador de vanguardias incontroladas
Para la profesora Aurora Conde, el principal problema de Italia es que nunca ha sido un laboratorio, del que se ha cogido lo que funciona u descartado lo que no, sino que siempre ha sido un exportador de vanguardias incontroladas. De allí salió el fascismo. Hace relativamente poco inventó y exportó el populismo, a través del fenómeno Berlusconi. Y ahora la vanguardia que está ejecutando es el racismo y la xenofobia. "Italia está sumida en un absoluto irrealismo, en el que lo pasional domina a la razón", señaló la profesora Conde.